/ La Nación Domingo Por Gabriela García
El concierto se llama “Hecho en Chile” y es un regalo bicentenario que se convertirá en disco y DVD. Junto a la orquesta y coro del Teatro San Carlo de Nápoles, se realizará en las ruinas el 30 y 31 de julio. Aquí, Claudia Acuña, Beto Cuevas y Francisca Valenzuela adelantan cómo se preparan para el desafío.
Domingo 25 de julio de 2010 | | LND Cultura
La primera vez que Claudia Acuña se sentó en las graderías del Teatro Grande de Pompeya, vio emerger a Cleopatra desde las ruinas. Con la mente ida y una mochila al hombro, imaginó cómo sería la vida cotidiana en el siglo II a.C., época en que la tierra de trovadores y romanos se erigía con animales y hombres cargando toneladas de piedra sobre la espalda.
Amante de la arquitectura, la osa mayor del jazz chileno en el extranjero ficcionó también en su cabeza antiguos conciertos a capella y pensó en las miles de almas que sepultó la erupción del Vesubio y que hoy penan como fantasmas comidos por la lava y recreados cargando sacos de monedas.
“Lo que más me impresiona es la perfección de la construcción. La acústica e historia que encierran esas infraestructuras. Entonces se leían las noticias en la calle, se daban sentencias, se dictaban los mandatos del emperador. Es increíble como pensaron todo para que un pelado se parara ahí y anunciara: el rey dice que hoy no se come choclo”, bromea horas antes de subirse al avión que la llevará desde Nueva York de regreso a Pompeya, pero esta vez no como espectadora, sino como protagonista de un multitudinario concierto que el 30 y 31 de julio próximo homenajeará a Víctor Jara y Violeta Parra como los gladiadores de nuestro bicentenario en Italia.
TÍO BONACHÓN
No es la única exponente nacional que subirá al escenario donde tocó Pink Floyd en 1971. En el evento que celebrará la Fundación Teatro a Mil en conjunto con la orquesta y coro del Teatro San Carlo de Nápoles además se presentarán Inti Illimani Histórico, Beto Cuevas, Jorge González, Isabel Parra, Francisca Valenzuela y Denisse Malebrán. En dúos o shows corales, la elección de los artistas y el repertorio fue un trabajo de Horacio Salinas.
Fijado a las 21 horas (15 horas chilenas), será un show telúrico dividido en dos actos que dirigirá el maestro italiano Massimiliano Stefanelli. Y que comenzará con los temas del clásico disco “Canto para una semilla” de Luis Advis, para luego desempolvar letras como “Arriba quemando el sol” o “Deja la vida volar”. Esta última entonada por el ex líder de La Ley y el conjunto liderado porHoracio Salinas. “Va a ser buenísimo, porque aparte se va a grabar un disco y un DVD. Será un acercamiento diferente al escenario del que tengo normalmente, porque no sé si convenga que comience a correr por todos lados. Guardando las proporciones, actuaré como uno de los grandes tenores, como un crooner”, expresa entusiasmado desde Los Ángeles el hombre que en mayo reunió a estrellas como Shakira, Juanes y Michael Bublé en una versión de “Gracias a la vida”, que se grabó a beneficio de los afectados por el terremoto del 27 de febrero en Chile.
Cantando en la ducha y en la carretera los temas de la Viola y Víctor, Beto Cuevasensaya y recuerda cuando tenía tres años y se fue con sus padres al extranjero. “Viví siete años en Caracas y en la época de los corruptos, de los que se robaron el país, nos fuimos a vivir a Canadá. Mi papá era un activista que estaba en contra de la dictadura chilena y figuraba en una lista negra. Me acuerdo que todos los sábados mi casa se transformaba en un estudio de radio, porque él y una periodista exiliada llamada Eliana Cielos hacían un programa envasado llamado ‘Cinco minutos con Chile’, donde daban información de los abusos de los derechos humanos, de los desaparecidos y ponían música de Quilapayún, Víctor Jara, Inti Illimani y Violeta Parra”, confiesa.
Sin parlantes ni perillas de por medio, sino en rutas de tierra sureña sonó la Viola por primera vez en la vida de Claudia Acuña. Oriunda de Concepción, la mujer que interpretará “Santiago penando estás” en Pompeya, además de joyas menos populares como “El compromiso” y “Los parientes”, revela que “ésta apareció entre paseos de playa, montañas y caminatas con mi abuelo a recoger moras y maquis”. Y que la primera canción que aprendió fue “Volver a los diecisiete”, cuando ésta tenía quince y ya formaba parte de un grupo folclórico amparado por su profesora de castellano.
“La Violeta fue la primera mujer músico que conocí. No en persona lamentablemente, pero me pegó mucho porque además era artista plástica y componía como yo soñaba componer. Aún así, creo que con los años he sentido más sus letras y su historia. La música chilena suena incluso más en mi casa de Nueva York que cuando vivía en Chile. Y es que aunque esté radicada en Estados Unidos, al final del día mi lengua es el español y qué mejor que la inspiración venga de la tierra de uno, porque una humita, una tostada con palta, sólo lo entiende una persona que ha respirado Chile”, expresa emocionada Acuña.
Sobre el cantautor asesinado de Lonquén, en tanto, la jazzera conserva la imagen del “tío querendón”. “Siempre he tenido la sensación de que Víctor era muy gentil. Como ese tío que sienta al lado de la parrilla y puede cantarte canciones, con mucho sentido del humor”, agrega quien ya ha tributado a ambos emblemas en su último disco “At this moment”.
CANTO VALIENTE
Ya en el bello y caluroso Nápoles, en cambio, la joven Francisca Valenzuela intercambia correos con Jorge González afinando lo que será su próximo dúo de “Arriba quemando el sol” con el ex Prisionero. Luego, la chilena de “Muérdete la lengua” correrá por cuenta propia con “Run-run se fue pa’l norte” en el escenario donde también ha tocado Elton John y en el que recién tendrán ensayos generales mañana. “Tomar temas clásicos, sólidos y conmovedores y reversionarlos de una manera propia, sólo puede contribuir y enriquecer tu capacidad como compositor, arreglador o productor. Porque uno debe vestir de otra manera la canción, con autenticidad, sencillez, humildad”, afirma quien ya ha refrescado temas como “Gracias a la vida” y últimamente “Tu nombre me sabe a yerba” en un reciente disco tributo a Joan Manuel Serrat.
Emocionada, reconoce que pese a haber crecido en Estados Unidos, las figuras de Violeta y Víctor las lleva en la sangre. “Sin duda son referencias e íconos importantísimos para mí. Son poetas, son rockeros, son músicos, son artistas, pero además son valientes. Solos con sus guitarras o charangos, dicen lo que piensan, lo que quieren y de un modo vulnerable, hermoso y fuerte. Atienden problemáticas íntimas, sociales, que hoy en día siguen vigentes y es necesario manifestar. Interpretar su música es un gran honor y desafío. Son melancólicos, solitarios, sólidos... todas características que quisiera yo también invocar a la hora de presentarme sola o acompañada en el escenario”, dice Valenzuela halagada de poder participar en el concierto que celebra los 200 años de independencia de la república. Excusa para llenar copas con el mejor vino, pero también, y según los artistas, para ponerle urgencia a algunas promesas por las que la Viola como Víctor murieron cantando.
“Mis amigos gringos ven a Chile como un país próspero, como el primer mundo de Latinoamérica, pero yo creo que una cosa es la macroeconomía y la otra, las deudas sociales que todavía siguen ahí, latentes”, acusa desde la tierra de los rascacielos Beto Cuevas. “Y es que para la gente que tiene dinero o pertenece a la industria del cobre, Chile ha crecido inmensamente, pero todavía se le debe mucho al pueblo. No sólo un royalty decente, sino un cambio inteligente respecto a la ecología. Porque si bien los gobernantes ponen en el altar del sacrificio a la naturaleza, si da plata, entonces se hace nomás la represa. El país está en estado de coma como Cerati y sólo podremos revivirlo si dejamos de chuparle la sangre, sólo y porque le conviene a los grupos económicos que son la minoría del mundo”, arremete el músico que ve en los cantores homenajeados la oportunidad de reinventar la historia. “Es insólito que haya gente en Chile que todavía piense que Pinochet fue un héroe, un padre de la patria, cuando Allende fue el primer socialista elegido democráticamente. Y fue completamente incorrecto sacarlo como sucedió. Pero eso es educación. Y, lamentablemente, en los colegios nosotros hemos aprendido la versión de los que han ganado las guerras”, concluye.
Su colega Claudia Acuña celebra el movimiento de la cueca brava que ha surgido en los últimos años en Chile, pero también ve en Víctor Jara y Violeta la posibilidad de reinventar la historia y destaca lo visionarios que fueron ambos compositores en advertir hace más de treinta años amenazas que hoy son palpables en el alicaído planeta. “Ojalá tomemos las letras de nuestros cantores, las voces de nuestra gente y seamos consecuentes con esos discursos. No sólo para que la cultura y las artes tomen más fuerza, sino para que en lugar de apurarnos en ser una sociedad moderna, seamos conscientes de nuestra educación y como comunidad cuidemos nuestras riquezas. Me encantaría ver el reciclaje, por ejemplo, para que por último el trabajo de la persona que vive del cartón y de la lata sea un poco más digno y no tenga que hurguetear en la basura”, comenta Acuña.
La artista hace balances mientras suma a su equipaje ropas para luego de Pompeya volar hasta el Festival Latino de Queens, donde compartirá escenario con nombres como León Gieco. Entre el cambalache, sueña con la Viola. “Cuando canté en la Estación Mapocho el ‘Violeta Parra Sinfónico’, no sé si eran los nervios o la emoción, pero le dije a Ángel Parra hijo: ‘te juro que sentí que la Violeta estaba aquí y me estaba abrazando. Así que ni me imagino qué me pasará en Pompeya. Siempre he pensado que nos sentaríamos a tomar mate y conversar”, cuenta.
-¿Y qué le preguntarías?
-Tal vez si le ha enseñado a bailar cueca a Miles Davis y a Coltrane. LCD
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