jueves, mayo 02, 2019

Libro de Led Zeppelin recopila las historias detrás de todas sus canciones

Felipe Ramos Hajna
Vidactual
El Mercurio

En plena celebración de los 50 años de la legendaria banda británica, la obra "Led Zeppelin. Todos los álbumes, todas las canciones" se viene a sumar a una seguidilla de libros sobre el legado de los grupos que dieron vida al rock clásico.



Pocas bandas han causado tanto revuelo como Led Zeppelin, quienes en 12 años dieron vida a varios subgéneros del rock, inmortalizaron discos completos, se anotaron con los excesos más estrafalarios que se recuerden y se apagaron en la tragedia. Tal como un zepelín, volaron más altos que ninguno, para quemarse al final producto de las drogas, el alcohol y la muerte de su baterista, John Bonham. Sin embargo, a casi cuatro décadas de su desaparición, el interés por la banda inglesa sigue más fuerte que nunca, con la publicación de varios libros y la aparición de bandas de imitadores, como los norteamericanos Greta Van Fleet.

Dentro de las obras que han llegado recientemente a librerías se encuentra "Led Zeppelin. Todos los álbumes, todas las canciones" (publicado por Blume y que se encuentra en Contrapunto a $32.800), el que se viene a sumar a una serie de libros similares que analizan el legado completo de grupos como The Rolling Stones y Pink Floyd (ver recuadro). Escrito por el periodista canadiense Martin Popoff, quien ha escrito más de 7.900 reseñas de discos en su vida, siendo de manera no oficial el autor de la mayor cantidad de críticas en la historia, en sus más de 240 páginas el libro es un análisis minucioso que recopila información en torno a las composiciones, los instrumentos utilizados, las técnicas de grabación y la participación de cada miembro. Es así como, a pesar de que muchas de las historias están más que recopiladas, aparecen datos sabrosos, como que el creador de varios de los riffs más importantes no era Jimmy Page, sino el multiinstrumentista John Paul Jones.

Como es obvio, el disco parte desmenuzando el álbum debut, titulado "Led Zeppelin I", que en enero pasado cumplió 50 años de su aparición. Es así como desde la explosión sónica de la introducción de batería el oyente se ve enfrentado a una declaración de intenciones que casi no tenía parámetros para entonces. Cuando grabaron esta canción el guitarrista Jimmy Page, el vocalista Robert Plant, el bajista Jones y Bonham solo llevaban tocando juntos dos meses; sin embargo, sonaban como una aplanadora que desde un comienzo estuvo bien aceitada.

Aunque en el primer disco casi no hay canciones propias, sino en su mayoría son covers de viejos blues no atribuidos y que tuvieron un tratamiento más pesado, la atención ya estaba puesta sobre el grupo, gracias a su sonido denso, las baterías demoledoras y la voz y el look sin igual de Plant, quien rápidamente fue tomando un rol mayor en la composición, algo que vio sus primeros frutos ese mismo 1969 con la aparición de "Led Zeppelin II", quizás el disco que dio vida al hard rock y el heavy metal con canciones como "Whole Lotta Love", "Moby Dick" y "Heartbreaker"; no obstante, para Popoff la belleza del disco radica en canciones pausadas e inclasificables como "What Is and What Should Never Be", en la primera balada zeppeliana que es "Thank You", el folk idílico de "Ramble On" y el estribillo funk metal de "Bring it on Home".

Un año después Led Zeppelin tomaría quizás el riesgo más grande de su carrera y el que le daría más frutos para la posterioridad. Su "Led Zeppelin III" sería en su mayor parte un disco acústico, lo que los separaría de otras bandas pesadas como Deep Purple o Black Sabbath. Con temas como "Friends", "Gallows Pole", "Tangerine" y, sobre todo, "That's the Way", el grupo destacaría gracias a la influencia del folclor celta y por fin los críticos, que eran lapidarios hasta entonces con la banda, entenderían la paleta musical que podían ofrecer, una con un lienzo tan grande que probablemente solo Los Beatles o Jimi Hendrix habían entregado antes, y que ahora se vería cimentada con la publicación del comúnmente llamado "IV", el álbum que dio "Black Dog", "Rock and "Roll", "Misty Mountain Hop", "Going to California" y, aún más importante, "Stairway to Heaven".

Editado en noviembre de 1971, el álbum es la suma de los tres anteriores, pero potenciado al máximo. Aquí el blues y el heavy metal se mezcla con el folk, creando un viaje que hasta ahora ha sido replicado por prácticamente todas las bandas posteriores de rock. Uno del que Led Zeppelin, en un acto de inteligencia, se alejó en sus cinco discos posteriores, pues sabían que no podían competir con su cuarto disco. De igual forma, tras "IV" vendrían cosas notables, como "Houses of the Holy" o, en especial, "Physical Graffiti", el que fue y es un verdadero portaviones musical, que no tiene ni rellenos ni puntos débiles y que en materia de discos dobles solo se compara a "London Calling" de The Clash.

Todos los lados de la Luna

Con casi 600 páginas, el libro "Pink Floyd. La historia detrás de sus 179 canciones" se ve como un monstruo al lado del de Led Zeppelin. Aparecido el año pasado en librerías, fue tanto su éxito que acaba de llegar una nueva partida de la obra escrita por Jean-Michel Guesdon y Phillipe Margotin, los mismos autores de obras similares sobre The Beatles, Bob Dylan y The Rolling Stones. Abarcando desde el single "See Emely Play", de 1967, hasta "The Endless River" (2014), el tomo es un repaso cabal en torno a cada tema compuesto por la banda de Cambridge, la psiquis de Roger Waters y las innovaciones musicales de Syd Barrett, David Gilmour, Nick Mason y Richard Wright. Profundamente detallista, la obra sin dudas que es un deleite para los fanáticos de los creadores de "The Dark Side of the Moon" y "The Wall".

La increíble vida de Jordan Mooney, la Sex Pistols original

Kings Road, Londres, 1976. En la puerta de la tienda boutique "Sex", una joven mujer de ojos pintados negros, cabellera rubia empinada hacia el cielo, vistiendo nada más que un traje de látex y botas altas, mira desafiante a los hombres que circulan por el lugar. Ella trabaja ahí, como dependienta del local fundado por Malcom McLaren y su mujer, la diseñadora Vivienne Westwood, mismo establecimiento que serviría de comando para el lanzamiento de un grupo llamado The Sex Pistols y la dominación del punk rock británico. Jordan Mooney solo tenía 19 años entonces y unas ganas tremendas de choquear al mundo; tanto, que ella admite que los hombres se sentían confundidos. "Ellos me gritaban todo tipo de cosas, incluso me ofrecían dinero, porque no entendían por qué me vestía así. La gente se asustaba conmigo, y lo divertido es que yo era bastante tímida", dice ahora. Nacida como Pamela Rooke en Sussex, mucho antes de que el punk fuese un fenómeno de masas, ella ya estaba rompiendo las reglas, inspirándose en imágenes fetichistas de los 50, y poniendo la cuota de sexo en los Sex Pistols. Fue eso que hizo que McLaren la hiciera ir a los conciertos, solo con el propósito de hacer de sus shows algo aún más estrafalario. En su nueva biografía, "Defying Gravity", Jordan repasa el ascenso y caída del punk, y su paso de ser una estudiante de ballet en un pequeño pueblo a la reina del underground londinense. Hoy, sigue siendo la mayor defensora de los Pistols, pero tras el fin del movimiento y un matrimonio fallido, ella regresó a la costa inglesa y se reinventó como asistente de veterinaria y criadora de gatos. "Suena cursi, pero la normalidad salvó mi vida".

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