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Ángel Parra el guitarrista de Los Tres y de Ángel Parra Trío se animó a conversar de Coliumo, el nuevo disco de Los Tres y de cómo han andado las cosas en la renovada banda. También de todo lo hecho con su grupo de jazz y del pasado que no pasa. Del futuro. Aquí Ángel Parra no standard, random, en vivo.
Por Sergio Paz
Hombre metrónomo, Ángel Parra -que viste una chaqueta cool, no sabes si de guerrillero o de DJ- ha llegado a esta entrevista a la hora. Puntual. A Ángel Parra le gustan las cosas afinadas. Y también a tiempo. De lo contrario se pone bravo. Mal genio.
Aparte, la verdad, Ángel Parra no tiene tiempo.
-¿Cómo anda el Ángel Parra trío? -pregunto, calentando motores.
-Bien, el año pasado sacamos un disco con Valentín Trujillo que se llama "Espérame", un homenaje a la música tropical de la orquesta Huambaly.
El Ángel Parra Trío no para. La agenda es intensa. "Espérame", de hecho, es el décimo disco del grupo.
En realidad es Ángel Parra el que no para desde hace tres décadas, cuando en los 70 recibió de regalo "Trilogy", el clásico disco de Emerson Lake & Palmer, ese que mezcla electrónica con música clásica. Ese día no lo supo, pero "Trilogy" sería el disco que influenciaría el nuevo linaje de los Parra.
REWIND. Ángel Parra aterriza en Santiago, viene de México, donde su familia estuvo exiliada. Cuando llega entra al colegio Francisco de Miranda. Y en su casa lo animan a que estudie guitarra clásica. Pero Ángel no pesca; juega a la pelota todo el día. De tanto en tanto hace sonar a lo Gato Alquinta su cuática guitarra Egmond; una guitarra eléctrica con cápsulas y switchs que le ha regalado su mamá.
Ángel Parra ya sabe algo de acordes. Pero ni tanto: se sabe "Si el gavilán se comiera". Más algo de folclor. En su casa pasa las tardes rasgueando una guitarra Juan Paglia sin mayor valor. Salvo, claro, el hecho de que era la guitarra de Violeta Parra.
-Antes de partir a estudiar a Europa -dirá después- tuve una frustración muy grande, casi un trauma. Mi autoestima, en relación a lo que podía tocar, era muy baja.
Cómo no: su abuela es un mito, su padre un emblema.
Ángel Parra, que ha optado finalmente por la música, intenta entrar a la Universidad Católica pero su examen es pésimo, muy malo. Queda el hijo del Temucano, pero no él. Y eso que su mamá, que lo ha acompañado a la audición, ha intentado convencer a los examinadores diciéndoles que el chico es el nieto de Violeta Parra. "Pero mamá: ¡Cómo les dijiste eso!", rabia Ángel mientras abandonan la audiencia.
-Eso -dice Ángel hoy- les tiene que haber caído muy mal. Toda esa gente no estaba ni ahí con Violeta Parra. Toda esa gente de la academia siempre la ningüneó. Pocos la apoyaron: Gastón Soublette, Luis Advis. El resto la encontraba una vieja sucia y roteque, que no se bañaba, que cantaba mal.
No será, en todo caso, el último intento.
Un profesor-examinador le dice a Ángel que estudie en su casa, particular, y se prepare así para intentarlo nuevamente. Ángel Parra progresa pero, definitivamente, no le gusta tanto Bach como el swing. Embalado, él mismo contacta a Rodrigo Apablaza, un músico-genio de Viña que se ha titulado de Berkley por correspondencia.
Ángel Parra viaja todas las semanas a Viña.
Ángel Parra parte a París. Ahí ha contactado a Pierre Cullaz; un capo de la música francesa. Ángel Parra padre lo ayuda con un pequeño estudio y algo de plata cada mes. Tiempo después saldrá de gira con su padre. Y, para ganar dinero, toca en un club de tango de París. Entonces piensa: ¿Qué hago? ¿Me quedó en Francia lavando platos y tocando salsa que no me interesa nada? ¿O me vuelvo a Chile y pasa algo bueno?
Decide volver.
Me acuerdo perfecto de cuando Ángel Parra volvió a Chile. Era la época en que el llamado sonido LA estaba de moda y todos los comerciales tenían un perro labrador y música de saxo.
-Uf. Mala onda. Cómo olvidar esos años 80 -dice Ángel, sin más.
Ángel Parra era el único en Chile que tenía una guitarra como la de Pat Metheny, esa que sonaba como una trompeta. Y, de tanto en tanto, se presentaba en onderos lugares como el galponcito de Andrés Sylleros en Bellavista. También en el Club de Jazz. Ya no.
-Hace tiempo que sacamos a la banda del escenario del Club de Jazz. De partida ya no existe -dice Ángel.
-¿Ya no existe el Club de Jazz?
-Se cayó con el terremoto. Pero aparte hay lugares como el Thelonius, pero nosotros somos de la idea de que es mejor no ir. Son lugares entretenidos, pero que están bien para gente joven que se está fogueando. Nosotros llevamos tanto tiempo en esto que hemos llevado nuestro espectáculo a un nivel más arriba. No sin ser duramente criticados por las vacas sagradas del jazz chileno.
-¿Criticados?
-Creo que, como somos conocidos con el Titae por Los Tres, siempre ha estado el prejuicio por tener una imagen pública más potente que el promedio de los jazzistas en Chile. Aparte hacemos cosas bien raras como por ejemplo tocar con Rabanito, con Nelly Sanders y el mismo Buddy Richard. Ahí empezó el recelo.
-Una de las gracias del Ángel Parra Trío es que se han dedicado a rescatar música chilena que estaba perdida.
- Tenemos la música popular en el ADN. Y sale. No nos gusta la cuestión del jazzista que aburre; el solista con los ojos cerrados nos carga.
ÁNGEL Y SU FAMILIA. La vida de Ángel Parra es rápida, acelerada, intensa. Hoy es director de extensión de la carrera de música del UNIACC y parte de su trabajo es hacer clases por todo Chile difundiendo una carrera que, según dice, ha tenido un crecimiento explosivo en los últimos años.
Pero siempre tiene tiempo para su familia. Tiene dos hijas grandes y sin vergüenza dice que viéndolas crecer se ha realizado. "Tengo una hija que estudia diseño. Otra que está en el colegio y le va muy bien".
-Creciste en una majamama: partidas, llegadas, divorcio, caos. Hoy tienes una familia tradicional. ¿Terror al desamparo?
-Bastante terror el desamparo. He cuidado mucho a mi familia justamente por eso; ir para allá, para acá, separaciones, mi mamá con mi papá tratando de juntarse, peleas. Yo he tratado de conservar a mi familia. Y creo que lo he hecho súper bien. Si junto eso con la música estoy al 100% realizado. Con Los Tres toco ante miles de personas. Y con el Trío busco una manera más creativa de ver las cosas. Ahí está el modo en que veo las cosas en la música
-¿No en Los Tres?
-También. Pero más en el sonido de guitarra. Sólo algunas veces he colaborado haciendo canciones con Álvaro. Y justamente en este último disco hay una canción que le hice a mi madre. Una canción instrumental. Nunca había habido en Los Tres una canción 100% mía. Y eso fue un gol. Un hito.
-¿Cuál es?
-Se llama "Marta" y está dedicada a mi madre que falleció el año pasado, en octubre. Ella no sólo fue importante en mi vida sino que también en la de Los Tres porque ella conoció mucho a Álvaro. Eran muy amigos, compartían mucho. Mi mamá era una mujer súper intensa. Vividora. Álvaro venía de provincia, pololeó con la Javi. Mi mamá nos prestaba un lugar al lado de la cocina y fue allí donde partimos ensayando. El inicio de Los Tres está muy ligado a la historia con mi mamá. De hecho el disco está dedicado a ella y eso fue idea de Álvaro: lo abres y dice "En memoria de Marta Orrego".
-¿Quedaste conforme con "Coliumo", el nuevo disco de Los Tres?
-Más que conforme. Si durante cuatro años no haces nada creativo te pican los dedos. Y de pronto surgió esta oportunidad que tuvo que ver con el terremoto. Álvaro apareció con un montón de ideas y cosas nuevas y eso me alegró la vida demasiado. Sentía que había una necesidad nuestra y de los fans de que sacáramos algo nuevo. Clave fue darse cuenta de que Álvaro conserva sus cualidades como compositor al 100%. Y como cantante está mejor que nunca. Con algunas canciones de este disco se me paran los pelos.
-¿Afianza el nuevo disco la posibilidad de que el grupo siga?
-Creo que sí. Volvimos a recuperar el amor por la composición. Por el riesgo. Todo despertó. Hay una ebullición. Se murió mi mama. Vino el terremoto. Salió Piñera.
-Energéticamente, antes de este nuevo disco ¿estaban mal?
-Estaba bien la cosa, pero decididos a tocar lo mismo siempre. Y eso después de un rato agota.
-Habías pensado: ya, chao. Se acabó. No más.
-Nunca. Siempre hemos conservado el amor y nuestra forma de pasarlo bien. Somos amigos desde hace harto tiempo. Álvaro y Titae se conocen desde los 3 años. Yo después, pero me siento parte del grupo totalmente. Y esa amistad está intacta. Tanto que en algún minuto decidimos no seguir con Pancho Molina en la batería y entonces se descomprimió la cosa. Desde ahí estar en Los Tres fue un placer.
-Pancho Molina fue crítico con cómo funcionaban las cosas al interior del grupo
-No tengo mucho interés en hablar de él, pero los últimos años -todo el mundo lo sabe- había mala onda, una cuestión desagradable. Después Álvaro tomó la decisión, vino la separación y estaba claro que había que hacerse cargo. Yo empecé a hacer clases en la SCD por un sueldo ridículo. Fue entonces que con el Titae nos preguntamos: ¿seguimos para delante? Y armamos Ángel Parra Trío.
-Hace un par de semanas estuvieron en "Animal Nocturno". Felipe Camiroaga le dijo a Álvaro Henríquez que había estado mal. Él no respondió, pero se entiende que no sólo estuvo mal sino muy mal, internado por alcoholismo.
-No me corresponde a mí meterme en ese tema. Para nada. Yo siento que Álvaro, y no solamente él sino todo el grupo, estamos como cuando ensayábamos en la cocina de mi casa 20 años atrás. Es un recomienzo. Esto es volver a fojas cero. Y el trasnoche es algo que no tiene mucho lugar ahora.
-El trasnoche ¿le pasó la cuenta a Los Tres?
-En todas las bandas hay trasnoche. En todo el mundo hay trasnoche (...) Pero hoy en los ensayos, en las giras, pura agua. No podría ser de otro modo.
-Se vio en el mismo programa: hoy Los Tres proyectan una energía diferente. Se ven bien.
-Es que estamos bien. Está la responsabilidad de tocar bien una música que requiere mucha concentración. Necesitas el 100% de tu conciencia y, por lo mismo, no puedes estar arriba de la pelota.
-Aprovechando la buena onda ¿han conversado sobre si, en los últimos años, se farrearon algo, se equivocaron en algo?
-Nunca nos hemos planteado en esa forma. ¿Farrearnos algo?, no. Siempre hemos hecho todo lo que hemos querido hacer, como grabar en Estados Unidos con el productor que queríamos, algo que en el rock chileno nadie había podido hacer. Creo que somos como los Quilapayún, como los Inti Illimani. Nos merecemos eso. Ahora, si de repente algún crítico no nos tiene contemplado en su repertorio... O nos falta el respeto...
-Fue justamente en la portada Wikén donde, años atrás, aparecieron diciendo somos lo mejor del rock chileno. Y, si bien podía ser cierto, chocaba tanta soberbia y prepotencia.
-Si, pero por otro lado sacamos "Fome" y todo el mundo decía genios, genios. Antes nos pagaban lo que quisiéramos por tocar en cualquier lado. Después tomamos la inteligente decisión de sacar un disco que se llamara "Fome", que era fome, pero que tenía una música increíble. Pero la crítica no sólo dijo que era fome sino que era malo. Hoy parecen haberse olvidado de lo que escribieron en esa época, pero la verdad es que nos hicieron mierda. Tras las críticas empezamos a tocar mucho menos, tanto que tuvimos que partir a México. Nos dimos cuenta de que en Chile éramos subvalorados. En ese tiempo no nos inflaban, pero resulta que ahora hablan muy bien del disco "Fome".
-La crítica, la crítica.
-Ahora no importa nada la crítica. Lo que importa es lo que dicen los fans.
-Sí quieres que te quieran, que te acepten.
-Pero uno no se puede matar, suicidar por eso. Si es por eso tengo el ejemplo de mi abuela que puso una carpa en La Reina a la que no iba nadie. Hizo las canciones más lindas del país y se suicidó porque no tuvo apoyo. Una cuestión que tenía peso histórico, recién hoy es valorada. Pero en ese tiempo no tenía plata ni para comprar un confort. Es lo que yo no quiero para los Valentines Trujillo. No quiero eso para nadie en realidad.
-Pero Los Tres siempre han sido súper valorados ¿no?
-Es que Los Tres ya la hicimos. Y no estamos esperando la crítica a favor, ni la sobada de lomo. Ahora hacemos lo que nos da la gana. Nuestra música. No tenemos sello. Ya pasamos por el marketing de "Se remata el siglo", cuando nos vistieron como si fuéramos los Faith no More.
-¡La mejor época!
-Buena... teníamos la edad... Hoy puede que uno esté más viejo, gordo, feo...
-Álvaro está gordo.
-No sé.
-Tú estás impecable.
-Gracias. Pero hay quienes llegan a los 40 muy frustrados y critican. Nosotros somos demasiados felices haciendo lo que hacemos. Hay gente a la que le da rabia no poder decir lo mismo y alegan contra los famosos.
-Los Tres ¿puro chaqueteo?
-El chaqueteo es tan chileno.
-No sé si fue proteccionismo lo que recibieron Los Tres durante las décadas de la Concertación, pero sí que estaban en la sintonía, en la órbita.
-Apoyamos a Michelle Bachelet. Apoyamos a Frei. El retorno de la democracia coincidió con los mejores años de Los Tres que terminaron en el Unplugged.
-Te lo pregunto porque, a fin de cuentas, debe ser un alivio ya no estar vinculados a ningún gobierno. Ser no más.
-Ahora somos oposición desde la música. Tenemos cosas que decir, más cuando ves a una derecha que se compra todo: la ANFP, los canales, los medios. Igual reconozco que, durante los últimos años de la Concertación, hubo desfalcos, mediocridad, rasquerío. Y la caída llegó no más. Y la tuvimos que aceptar.
-Por primera vez después de mucho tiempo, he vuelto a ver a Los Tres como antes: como un grupo choro, el grupo que hacía canciones que a uno le gustaban.
-Qué bueno que lo digas. Este es un disco más intenso, pero más simple. El concepto ahora es tocar lo más simple posible. Estamos bien. Y así queremos seguir.
"Tras las críticas a 'Fome' empezamos a tocar mucho menos, tanto que tuvimos que partir a México. Nos dimos cuenta que en Chile éramos subvalorados. Ahora hablan bien de ese disco".
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