lunes, noviembre 01, 2010

Barcelona rinde un emotivo y merecido homenaje al Quilapayún

Cancioneros.com

Barcelona rindió el viernes un cálido homenaje que se vivió a dos niveles: uno público, sincero y emocionado por parte de los ciudadanos y el Ayuntamiento que los representa; y otro entre bastidores, entre los que querían monopolizar el acto, los que querían impedirlo y los que de buena fe se vieron involucrados en medio de la batalla y querían mantener la neutralidad.
01/11/2010 REDACCIÓN


Carlos Quezada, Hernán Gómez, Guillermo García, Eduardo Carrasco y Hugo Lagos frente al monumento a Salvador Allende en Barcelona. Como curiosidad, el paquete que lleva Eduardo Carrasco bajo el brazo es el máster de Canciones folklóricas de América, aparecido recientemente en Japón.
© Juan Miguel Morales

La petición de la Comisión para el homenaje de Barcelona a Quilapayún dirigida al Alcalde de Barcelona se refería a los conciertos de 1974 como "un acontecimiento singular que en un contexto político adverso, sirvió para manifestar solidariamente las ansias de libertad de nuestros dos pueblos. Fue especial por la emoción con que los recibimos".

Con una emoción similar, Barcelona los volvió a recibir este viernes para rendirles un sincero, sencillo y merecido homenaje después de 36 años.

Los actos se iniciaron a las 12 de la mañana con una sencilla rueda de prensa en la Biblioteca “Juan Marsé-El Carmel” donde la representante del Distrito d'Horta-Guinardó y Eduardo Carrasco —fundador del Quilapayún y su director en 1974— dieron unos breves parlamentos.

Más tarde, y en un recién estrenado ascensor-funicular, se dirigieron a la Plaça Salvador Allende, donde rindieron homenaje al Presidente de Chile delante del monumento que la ciudad de Barcelona le erigió. Fue una ceremonia sobria, sin parlamentos, pero con una fuerte carga simbólica y emocional.

Por la tarde tuvo lugar el acto central en el Saló de Cent del Ayuntamiento de Barcelona. El Saló de Cent fue la sede del Consell de Cent, que era el órgano de gobierno de la ciudad de Barcelona desde su fundación en el año 1249 por Jaume I hasta la entrada de las tropas castellanas de Felipe V —hasta hace pocos años, cuando tras la muerte de Franco todos los partidos políticos, incluidos los de izquierda, abrazaron la monarquía, entrar en una taberna y preguntar por "el Felipe V" equivalía a preguntar por el retrete— el 11 de septiembre de 1714 que supuso además la pérdida de la independencia.

Esta coincidencia —la del 11 de septiembre—, destacada más tarde por el alcalde de Barcelona Jordi Hereu, le dio más valor simbólico si cabe al acto de homenaje.

Empezó el acto con unas palabras de José Luis Vergara, miembro de Agermanament, la institución que organizó los conciertos de 1974 y uno de los impulsores del homenaje, cuyo discurso tuvo dos partes bien diferenciadas: la primera, emotiva, en la que contó cómo se gestó la organización de los conciertos en una época dura y peligrosa —Franco todavía estaba vivo y fusilando— y una segunda, francamente desafortunada, en donde a parte de incluir a Guillermo García en aquellos conciertos —músico de gran aporte en la historia del Quilapayún, pero que se incorporó al grupo después—, falseó la historia reciente del grupo dejando algo desconcertados a algunos de los asistentes.

Tuvo un emocionante recuerdo para Willy Oddó, desaparecido en el año 1991, y pudimos escuchar emocionados sus palabras, que cerraron los conciertos de 1974. No tuvo tanta consideración con el que abrió los conciertos, Rodolfo Parada, al que bautizó como "Rafael" posiblemente por un lapsus linguae, o como algunos pensaron, por aquello que dice el saber popular que "de rodillas sólo ante Dios".

Luego le llegó el turno a Eduardo Carrasco que visiblemente emocionado y con la voz medio quebrada especialmente al inicio, pronunció un discurso francamente lúcido y acertado. Contó de su relaciones con Cataluña iniciadas a los ocho años con el infantil enamoramiento de una vecinita catalana hija del exilio. Habló también de un primer viaje frustrado por el franquismo a Cataluña en 1967 con la gira "Chile ríe y canta" y, finalmente relató las vicisitudes de los conciertos del 74: su llegada, la censura, la policía secreta pidiendo autógrafos o el concierto en sí.

"Creo que nosotros fuimos el público y la gran función la dieron los espectadores. Qué privilegio estar allí. No hemos visto nunca después nada semejante", relató Carrasco.

Después le llegó el turno al Alcalde Barcelona, Jordi Hereu, que glosó la importancia no sólo de los conciertos del 74, sino de los discos y la canciones del Quilapayún que han pasado a ser un referente en la memoria colectiva del pueblo catalán. Se refirió emotivamente al primer vinilo de los Quilapayún que entró en su casa, lógicamente traído de Francia, que fue El pueblo unido jamás será vencido, y de lo mucho que le impactó la portada. Seguramente más le hubiera impactado si hubiera sabido que dicha portada es obra de Jaume Balmes, otro catalán hijo del exilio después de la guerra civil.


El alcalde de Barcelona, Jordi Hereu, hace entrega de una placa conmemorativa a Eduardo Carrasco.
© Juan Miguel Morales

Al finalizar, el alcalde hizo entrega de una placa conmemorativa a Eduardo Carrasco, y los cinco músicos presentes —Eduardo Carrasco, Carlos Quezada, Hernán Gómez, Hugo Lagos y Guillermo García— acompañados a la guitarra de otro de los promotores del homenaje, el maestro Eulogio Dávalos, interpretaron Te recuerdo Amanda, de Víctor Jara.

Luego, ya en solitario, cantaron la emblemática La muralla y, fuera de programa y a petición popular, El pueblo unido jamás será vencido, himno de generaciones, ante un Saló de Cent con pocos chilenos y muchos catalanes.


«El pueblo unido jamás será vencido» sonó en el Saló de Cent del Ayuntamiento de Barcelona.
© Juan Miguel Morales

El off homenaje

Más o menos esto es lo que el 95% de asistentes —el porcentaje de los presentes que desconocía el conflicto en el que están sumergidos los Quilapayún, divididos en dos facciones— pudieron advertir.

Entre bastidores, lejos de luces y taquígrafos, se producían unos hechos menos emocionantes y sinceros entre los que querían instrumentalizar el acto a su favor, los que querían impedirlo y los que de buena fe se encontraron en medio de la batalla y querían mantener su neutralidad.

Entre los asistentes, Andrea Mena, la abogada de Rafael —perdón— Rodolfo Parada, tomando buena nota de lo que allí pasaba. Aunque lo realmente extraño y destacable fue la lista de ausentes. En primer lugar no apareció ninguno de los músicos que firmaron la petición al alcalde de Barcelona —algunos de ellos se encontraban en Barcelona y sin compromiso—. Escasos medios de comunicación acreditados, apenas BTV (Televisión pública del Ayuntamiento de Barcelona) y CANCIONEROS.COM.

Mención aparte el dossier de prensa de 23 páginas en donde desde 1984 hasta septiembre 2003 existe la nada, donde Parada aparece sólo en dos fotos, y mencionado sólo en una como R. Parada —no sabemos si "R" de Rafael o "R" de Rodolfo— y en donde ni el propio Parada, ni Patricio Wang, ni Patricio Castillo han pertenecido jamás al conjunto.

Preguntados Yanni Munujos y Laura Magrinyà, mánagers del Quilapayún-Carrasco, y Pere Camps, director del BarnaSants —que ha programado ambas facciones del Quilapayún en su festival—, y cuyos logotipos aparecen en la portada del dossier; negaron su participación en dicho documento, mostraron su disconformidad con el contenido y denunciaron la utilización de sus respectivos logotipos sin su permiso.

Preguntado también Marcial Mira —el tercero de los miembros de la comisión organizadora junto con José Luis Vergara y Eulogio Dávalos— negó también su participación en la elaboración del mismo.

Papel difícil para el Ayuntamiento de Barcelona y su alcalde, que descubrían el martes pasado la existencia del conflicto y tuvieron que realizar equilibrismos para mantener una necesaria neutralidad.

Pero la nota negra, la principal, la ausencia de quien abrió con su discurso los conciertos de 1974, Rafael —perdón— Rodolfo Parada que ni tan sólo fue invitado, responsabilidad que según el Jefe de protocolo del Ayuntamiento recaía en la comisión.

Al final del homenaje, y comentando por un lado lo emotivo del acto pero por otro el error de no haber invitado a Parada, Hernán Gómez respondió sin ambigüedades: "estoy de acuerdo contigo". Palabras que lo ennoblecen y que responden al verdadero espíritu del Quilapayún: el que realmente se homenajeaba en Barcelona.

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