Academia Margot Loyola
Tras el sensible fallecimiento del destacado poeta chileno Gonzalo Rojas Pizarro, acaecido este reciente 25 de abril de 2011, muchos personajes políticos y culturales alzaron la voz para recordar y homenajear con justa razón al premio “Cervantes” 2003. No obstante a aquello, hubo un aspecto casi desconocido que obviamente no fue alterado en su todo, me refiero al constante romance del “Poeta de Lebu” con nuestra cultura tradicional.
Si bien es cierto, para los estudiosos y lectores de su arte, es sabido que algunas de sus bases principales fueron la muerte y el erotismo, claro está que también fue aquello de su constante ida hacia sus propias raíces; quizás de ahí, ya comencemos a comprender el título de este artículo.
A continuación, entraremos entonces en un capítulo más bien íntimo en la vida del postulante a Premio Nobel de Literatura; pero por sobre todo, en la hermosa historia esa ocurrida entre dos premios nacionales y que muy pocos conocen…la de Margot Loyola Palacios( en el año 1994), y Gonzalo Rojas Pizarro (en 1992).
Buenas tardes maestra, acaba de dejarnos el gran poeta Gonzalo Rojas con quien usted compartió en ese esencial Congreso denominado CHILE CISAC 2000 (Confederación Internacional de Sociedades de autores y compositores). ¿Cómo fue su relación con el vate?
“Buenas tardes mijito. Antes que todo, debo decir que su partida es una gran perdida para la literatura universal, se nos ha ido un gran artista, un tremendo escritor; y en cuanto a ese congreso, fue una instancia preciosa donde pudimos apoyar a construir normas claras para que nuestros artistas no fueran pisoteados con sus derechos de autor; claro que a Gonzalo lo conocí mucho antes que eso.
¿Cuándo le conoce entonces, de qué manera?
“Uuuuuuu, esto ocurrió hace hartos añitos atrás poh mijito, cuando recorríamos las Escuelas de Temporadas, organizadas por la Universidad de Chile”.
O sea, ¿me está diciendo Sra. Margot que él también participó de esas actividades culturales?
“Así es. Fuimos compañeros de esas maravillosas escuelas que ocurrieron entre los años 1949 y 1963, en algunos de esos períodos, siendo muy amigos también”.
¿Cómo eran esos encuentros entre ambos, de qué hablaban, que hacían?
“Mientras yo tocaba guitarra, cantaba, y enseñaba a bailar cueca, él hacía clases de literatura preciosas; lo quería harto la gente”.
¿Y a usted que le parecía el hombre?
“Siempre fue una persona muy fina; un gran caballero; un seductor; con una voz muy especial también”.
¿De qué cosas hablaban, ya en la íntima tranquilidad?
“Con Gonzalo conversábamos mucho de la vida; de la muerte también, un tema que le apasionaba; pero sobretodo, de las desigualdades que padecía el hombre de nuestro pueblo; temas profundos que obviamente compartíamos. Fíjese que este gran poeta era un hombre muy humano, y un gran amante de nuestras tradiciones también”.
¿Por qué dice que era amante de nuestras tradiciones? ¿De qué manera podía usted palpar este sentir?
“Es que en él todo era chilenidad, algo que obviamente se acrecentó luego con su lamentable exilio forzado. Recuerde que lo enterraron en la ciudad de Chillán, o sea, al regresar nuevamente a su país, eligió a una de las ciudades con más tradición popular para descansar y seguir creando…hasta el día de su muerte; que lindo que lo hayan enterrado allá”. Nos dice con tono triste.
Además, fue amigo de su comadre; y también del poeta criollo Pablo de Rocka…
“Tiene razón, apoyó mucho también a mi comadre Violeta (Parra) en su época en la ciudad de Concepción; qué decir con ese tremendo poeta Pablo; y recuerde que también fue muy amigo con ese otro Pablo, quien fuera precisamente amigo mío también….Neruda”.
¿Recuerda alguna frase que le haya llamado la atención a usted?
“Siempre decía Gonzalo: “En cada hombre existe un poeta”; y otra también: “Basta con mirar la naturaleza, para que las palabras fluyan”. Qué hermosos pensamientos esos, bueno, las de un tremendo poeta no más poh mijito; claro que no era lo único que me gustaba de él…”
¿Qué otra cosa, por ejemplo?
“En esas Escuelas de Temporadas, siempre demostró un gran afecto por los profesores, ¡Qué hombre ese!; pero sobre todo, por los que trabajaban con nuestra cultura tradicional”.
O sea, con Margot Loyola…
Sonríe, y luego responde: “No tan sólo conmigo, sino que en general”.
¿Algo más que aportar maestra, en beneficio de la historia?
“Le voy a contar algo que muy pocos saben Julito, y es que Gonzalo era primo de nuestra gran investigadora del folclor Gabriela Pizarro”.
¿Y usted como supo aquello?
“Me lo contó precisamente Gabriela, quien era también oriunda de la ciudad de Lebú, ¿se acuerda? Donde nació Gonzalo. Fíjese que a él le encantaban los poetas populares, la gente de nuestro pueblo, quizás de allí viene todo ese apego por su tierra”.
Si tuviere que definirlo en pocas palabras, ¿qué diría Margot Loyola de Gonzalo Rojas?
“Uf, que difícil mijito poder describir en pocas palabras a este gran personaje cultural, aparte de todo lo que ya le he contado, a ver…
Gonzalo Rojas sin dudas fue un gran escritor, merecedor de todos los reconocimientos; pero que no se olvide que siempre fue un hombre muy preocupado por su pueblo, un gran ciudadano; un hombre que lo que decía en palabra después lo hacía, o sea, una persona consecuente hasta el final de sus días; quizás por ello nos llevamos tan bien, ya que en esas cosas éramos muy parecidos. Se nos fue, pero que no se olvide que su tremendo legado va seguir con nosotros, o sea, él mismo”.
Responde apesadumbrada la Sra. del folclor Margot Loyola a modo de término, en un nuevo asombroso capítulo de esa hermosa vida que le ha tocado vivir en 93 años de vida…al igual que el poeta que ya ha partido.
Julio Fernando San Martín.
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