La Tercera
La portentosa voz de Illapu se refiere a sus experiencias con Los Tres en el histórico concierto Hecho en Chile de 1999, junto a Los Jaivas, así como a su participación en el repertorio del grupo: "La feria verdadera", "La respuesta" y "Caudillo de congrios", llevan su sello.
Roberto Márquez (en conversación con Andrés Panes)
Los Tres siempre me gustaron. Los escuchaba antes de conocerlos personalmente y tocar con ellos. Tenían frescura, desenfado. Musicalmente, eran muy buenos en lo que hacían, desde los elementos que usaban en la construcción de sus canciones hasta su forma de ejecutarlas y de plantearse en el escenario. También me llamaba la atención el conecte que tenían con su público, con los jóvenes.
Cuando hicimos el concierto en el Nacional, no era tan común como ahora que se mezclara gente de diversos estilos en un escenario. Pero, para mí, más que estilos buenos o estilos malos, hay buena música y mala música. Cada género tiene algo que vale la pena y algo que no. Desde esa postura es que yo me vinculo con los músicos y con la música que escucho. Illapu, Los Tres y Los Jaivas éramos muy distintos. Con Los Jaivas compartíamos la cercanía con la música latinoamericana, con las raíces, y habíamos tocado un par de veces, en Argentina por allá por el 75 cuando ellos vivián allá y después en Francia cuando nosotros estuvimos en el exilio. Los Tres, en cambio, eran más rockabilly, pero a ellos les parecía interesante tocar con Illapu y Los Jaivas porque habían crecido escuchándonos. Para nosotros también era muy atractivo compartir con un referente más actual.
La idea era que los tres grupos tocáramos juntos. No podría haberse hecho de otra manera, así lo pensamos desde el primer momento. Apenas se abrió la opción de hacerlo, empezamos a buscar qué temas hacer juntos. Era muy interesante porque lo normal es compartir cartel y que los grupos no se junten nunca, que toque uno primero y después el otro. Nosotros decidimos hacer un show donde hubiese mucha interacción y en el cierre estuviésemos todos juntos tocando temas emblemáticos. En el segmento de Los Tres, hicimos “La feria verdadera”. Después, en el de Illapu, hicimos “Vuelvo”. Para el final, con todos los músicos sobre el escenario, tocamos “Candombe para José”, “Déjate caer” y “Todos juntos”.
En los ensayos siempre hubo una muy buena disposición, mucha energía positiva, todos nos abrimos a tocar con músicos muy distintos. Siento que para todos fue una experiencia que nos hizo ampliar nuestra visión y crecer. Entre todos, veíamos qué podíamos hacer colectivamente y empezábamos a experimentar. Cada grupo en su sala de trabajo desarrollaba una propuesta para aportar al tema y para poder mezclarnos de la mejor forma posible. Teníamos ganas de hacer algo distinto. Ir confrontando las propuestas musicales nos fue entusiasmando, nos motivamos cada vez más en el camino. Primero se fue dando tímidamente, pero cuando nos subimos al escenario ya había pasado harta agua bajo el puente y nos sentimos muy bien juntos. Fue todavía más rico cuando pudimos presentárselo al público.
Los Tres eran muy buenos músicos, cada uno en su instrumento tenía un rol dentro del grupo, estaba todo muy bien armado, funcionaba, había fiato, tocaban sin tener que estar preocupados. Siempre los vi en los ensayos buscando la mejor forma de complementarse mutuamente desde lo musical, había una complicidad artística muy linda entre ellos que se reflejaba en los discos y en los escenarios.
Grabar en La sangre en el cuerpo fue una posibilidad que surgió hablando con Alvarito, tenemos muy buena onda y él me invitó. Primera vez que yo hacía algo así. Ir a Nueva York, a un estudio donde había un productor (Joe Blaney), era meterse en un ámbito distinto al mío, aunque yo, con la inquietud que tengo siempre, estaba llano a ir y buscar dónde insertarme. Fue así como en un momento me vi tocando quenacho, que no es mi especialidad, aunque yo mismo los fabricaba para Illapu. Sé hacer quenas, quenachos, zampoñas, y sé cómo hacerlos sonar, pero no son instrumentos que yo ejecute cotidianamente. Alvarito me dijo “mira, acá me gustaría que tú metieras el quenacho, a ver qué se te ocurre con esta figura”. Yo acepté porque me pareció algo muy novedoso y un desafío también. Me veía de repente con un charango o con una guitarra, ¿pero con quenacho? Ellos fueron súper abiertos y me decían “¡sí, tenís que hacerlo, dale!”.
Los días que viví con Los Tres fueron muy bonitos, igual que la experiencia de ver cómo grababan, cómo se vinculaban con un productor externo, algo que yo desconocía porque en Illapu producimos nosotros sin alguien de afuera aportando al resultado final. Fue enriquecedor porque todo eso en alguna medida lo voy aquilatando y se va quedando conmigo.
Se aprende mucho colaborando con músicos más jóvenes. Cuando se plantea la opción, siempre estoy dispuesto. Me motivan fuertemente. Confrontar la experiencia de uno con la de alguien que está en una búsqueda, en un camino que en muchos aspectos uno ya hizo, es algo que permite refrescarse.
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