Tarjeta postal con una de las imágenes de Sergio Larraín. Fondo Sergio Larraín Echenique/UC |
El Mercurio
El plantel recibió una valiosa donación de los dos hijos del célebre fotógrafo chileno, que incluye pinturas, correspondencia y objetos. A futuro espera complementarse con el legado de sus fotografías.
MAUREEN LENNON ZANINOVIC
A un costado del féretro colocaron una cartulina que decía: “Don Sergio, el pueblo de Tulahuén se siente orgulloso de haberte acogido en sus faldas y agradece tu legado”. Así describió “El Mercurio” la partida del gran fotógrafo Sergio Larraín Echenique (1931-2012). Tras algunos años de residencia en Londres y París, este hijo del arquitecto Sergio Larraín García-Moreno fue contratado por la célebre agencia Magnum fundada por el famoso Henri Cartier-Bresson. “Life” y “Paris Match” fueron algunos de los medios que publicaron sus imágenes.
“Hace unos años di una conferencia en el Centro de Estudios Públicos (CEP) y se me acercó alguien de su familia y me pidió que le ayudara con los temas vinculados a la propiedad intelectual del trabajo de Larraín. Le señalé que encantado, porque me gustaba mucho su fotografía”, rememora el abogado Maximiliano Santa Cruz, socio del Estudio Santa Cruz IP. Agrega que junto a Verónica Besnier, la curadora de la importante retrospectiva sobre el fotógrafo que se realizó, en 2014, en el Museo Nacional de Bellas Artes, y a instancias de la familia, emprendió una labor que fue mutando desde una fundación al levantamiento de un archivo de investigación, y “había que elegir una institución seria que pudiera alojar este acervo y decidimos escoger a la Universidad Católica. Nos gustó lo que ha hecho este plantel con otras colecciones y así que con Verónica nos juntamos con el rector Ignacio Sánchez, quien accedió encantado”, cuenta Santa Cruz.
Hace unos días, Gregoria Larraín Truel y Juan José Larraín, hijos del fotógrafo, firmaron un acuerdo de donación con este plantel de educación superior. Ignacio Sánchez señala que la entrega “de la obra visual, escritos, documentos y artículos personales de Sergio Larraín es de tremenda relevancia para la universidad y para el país”. El rector agrega que en relación con su fotografía están muy avanzados en lograr “un acuerdo con la agencia Magnum para poder acceder a su obra con fines investigativos”.
Verónica Besnier añade que ella es el nexo entre esta universidad y Agnès Sire, quien fue “durante muchos años directora artística de la Fundación Cartier-Bresson y de la agencia Magnum. Ella nunca lo conoció, pero durante mucho tiempo mantuvo una larga correspondencia con Larraín. Estaba enamorada de sus imágenes. Gracias a su trabajo, sacó de los cajones de la Magnum estas fotos maravillosas”. Besnier expresa que el sueño de Agnès Sire es que se concrete un centro de investigación, “sin vulgarizar su obra. Ella quiere que Sergio siga siendo un ser misterioso”.
Gregoria Larraín Truel expresa que con gran emoción entregan el acervo de este artista chileno de fama mundial. “Así, las futuras generaciones conocerán sus aspectos más íntimos, podrán compartir su mensaje de paz, apreciar su lado humano y se encontrarán con facetas desconocidas. Este material será guardado por la Pontificia Universidad Católica de Chile, con todas las condiciones óptimas de conservación”. Complementa Juan José Larraín que, como familia, “donar a este plantel ha sido una experiencia fantástica, porque se abren interesantes posibilidades de investigación y nuevas perspectivas de análisis de la obra de mi padre”.
Obra pictórica
Instalado en una de las salas de la que fue la residencia de Sergio Larraín García-Moreno y que hoy forma parte del Campus Lo Contador, el arquitecto Emilio De la Cerda, director del Núcleo de Colección de UC, explica que la donación contempla 79 cuadros (óleos y acrílicos), dibujos, su biblioteca personal, textos de su autoría, como “Kinder Planetario” y “Satori”, libros de fotografías autografiados, 10 volúmenes empastados de correspondencias con distintas autoridades y fotógrafos, como Cartier-Bresson, y valiosos objetos, como su máquina de escribir y su ampliadora de fotos.
De la Cerda añade que si bien su obra fotográfica ha tenido un impacto indiscutido, hacia fines de los 70 y comienzos de la década del 80, “Sergio tomó otro derrotero. Se retiró al norte de Chile y desde ahí empieza a desarrollar otras búsquedas artísticas y espirituales. Participa del Grupo Arica y durante ese tiempo siguió trabajando con el mismo nivel de intensidad y rigor con otros soportes. En esos 40 años más desconocidos de su trabajo, se enfocó fuertemente en la pintura y la escritura”.
Método Couve
“Estamos hablando de una pintura realista en la corriente de la escuela de Adolfo Couve. Sergio Larraín Echenique era amigo de este último artista y de hecho dentro de la donación hay un escrito que se llama ‘El método Adolfo Couve de pintura', donde sistematizó ese método y con él enseñaba a sus alumnos. Pocos saben que fue profesor de pintura en localidades cercanas a Ovalle y regalaba sus obras. Hay mucho por descubrir, porque hay numerosa pintura dando vuelta”, explica De la Cerda. Agrega que la “pintura es una faceta inédita de su legado. Lo que recibimos son verdaderas joyas”.
Emilio De la Cerda dice que los cuadros, en general, no están firmados y los que sí lo están llevan las siglas AD, “que significan Alabando a Dios. A través de su obra tardía buscó un desprendimiento del ego y una forma de captar ese instante. Hay que entender su pintura como un ejercicio espiritual”, apunta.
El arquitecto concluye que con esta donación su famosa obra fotográfica “se amplía y se complejiza, al establecer vasos comunicantes con su pintura y sus escritos”, cierra.
Las pinturas de Sergio Larraín Echenique siguen el método de Adolfo Couve. El fotógrafo también impartió clases de arte en las cercanías de Ovalle. Fondo Sergio Larraín Echenique/UC |
Trabajo manuscrito del fotógrafo chileno y que forma parte de la donación. Fondo S. Larraín Echenique/UC |
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