La Segunda
Ante el agónico presente del CD y la desenfrenada invasión del Mp3, el disco de vinilo regresó para recuperar el trono perdido. En Chile ha generado una moda que está combatiendo la modernidad digital con altas dosis de vieja nostalgia.
por: Andrés Nazarala, La Segunda
Parque O’Higgins, 3 de abril, 20 horas. La banda Jane’s Addiction se presenta en el festival Lollapalooza y las pantallas ubicadas a los costados del escenario transmiten en directo el entusiasmo desenfrenado de los asistentes.
De pronto, las cámaras se quedan pegadas en un fanático que sostiene con ambas manos el vinilo de “Ritual de lo Habitual”, el LP más famoso de la agrupación. La escena llama la atención de muchos. Es que el viejo objeto circular ha vuelto y su presencia sigue siendo venerada.
El que sostenía el disco sobre su cabeza es Erich Muñoz, un ingeniero electrónico de 35 años de edad que se ha dedicado obsesivamente a coleccionar álbumes. Su sed por la recopilación es tan grande que abrió una cuenta de Facebook que lleva por nombre “Lo tengo en vinilo”.
Desde esa trinchera desafía a los visitantes con una frase escrita mitad en serio, mitad en broma: “Te apuesto a que lo tengo en vinilo y tú no”. Esto motiva a los visitantes competitivos a proponer títulos de discos y es muy probable que el entendido en la materia ya los tenga en su repisa.
“A la edad de 9 años aprendí el oficio de radio-controlador. Por esos días, el 100% de la música en la radio se ponía con vinilos y los afamados tornamesas TECHNICS SL-1200 MKII. Los usé tanto como mi bici Caloi Cross”, confiesa.
Pero no es necesario haber tenido una “infancia vinílica” para ser un fanático. Desde hace algunos años que los discos se han vuelto a fabricar, motivando a adolescentes y adultos que —en la era del Mp3— se resisten a abandonar el romanticismo que hay detrás del producto. Aunque los Dj nunca lo han dejado de lado —por las posibilidades de manipulación que ofrece—, el disco tuvo un crecimiento del 200% en el año 2008 y actualmente avanza a pasos agigantados. En Chile, de hecho, se puede encontrar una amplia gama de títulos, estilos y reediciones de clásicos.
¿El disco suena mejor que el CD?
Ahora bien, ¿responde el creciente fanatismo por el vinilo a un asunto de sonido o es sólo una postura idealista frente a un mundo que se ha vuelto demasiado tecnológico?
Erich Muñoz nos entrega una respuesta casi científica: “El CD tiene sólo 65.535 niveles de volumen, en cambio el vinilo, al ser análogo, tiene infinitos niveles. Esto provoca que exposiciones prolongadas a audiciones de CDs provocan un sueño incontrolable. Por el contrario, el vinilo, dependiendo de la aguja y del amplificador, logra reproducir música con matices, acercándose mucho más a lo que podría ser la música en vivo”.
“El tema del vinilo es la lucha eterna entre lo digital y lo análogo”, opina, por su parte, Juan, quien nos atiende en la disquería Kind of Blue. “El CD está al borde de la muerte mientras que el disco adquirió mayor fuerza.
Hay muchos grupos que están sacando sus álbumes en vinilo”.
“Hasta el día de hoy el sonido del vinilo no ha sido superado. Tiene más alma”, agrega, en tanto, Rafael Abuhadba, dueño de la tienda Billboard. “Además tiene el encanto de las carátulas, del trabajo de arte. El vinilo es definitivamente superior”.
¿Dónde comprar?
Los más busquillas persiguen discos descontinuados de colección y ven si tienen suerte en el mercado de antigüedades. En esta categoría, vale la pena revisar Vinilos Alfilmusic en el Persa Bío Bío (calle Víctor Manuel, galpón 8, local 803), dedicado principalmente al pop de los 80. O Libros de Ocasión (San Diego 1175), donde la oferta abarca desde el primer disco de Kiss hasta la música Yiddish.
Pero ya no es necesario desempolvar viejas cajas de álbumes para encontrar títulos indispensables. Obras como el legendario “Blonde on Blonde” (1966), de Bob Dylan, o “Songs of love and hate” (1970), de Leonard Cohen, forman parte de las hermosas reediciones que han llegado para complacer a nostálgicos y jóvenes en busca de raíces musicales.
Muchas de ellas hay en la tienda Kind of Blue (Merced 323, Barrio Lastarria). En los estantes resaltan joyas de antaño como “Exile on main st.”, de los Rolling Stones, el primer LP de Violent Femmes, “Electric lady land”, de Jimi Hendrix, y todos los álbumes del incombustible Robert Wyatt, uno de los músicos emblemáticos de la escena de rock progresivo de Canterbury. También abunda el jazz —están los álbumes del melancólico y malogrado Chet Baker— y la música docta.
La mayoría de los discos son nuevos, pero la tienda también está atenta a adquirir colecciones privadas. Kind ? of ? Blue también trae LPs por encargo. Los precios van desde los 10 mil pesos hacia arriba, dependiendo de las ediciones.
Una amplia variedad también tiene la tienda Billboard (Providencia 2124, Boulevard Drusgtore, local 1), especializada en reediciones y obras de bandas alternativas actuales. En sus muebles conviven Paul McCartney (el clásico álbum “Band on the run”) con la iconoclasta Lady Gaga y agrupaciones más under como Fugazi. Los precios también van desde los10 mil pesos en adelante.
Al estilo de las disquerías norteamericanas y europeas, Billboard también tiene un pequeño café para combinar la compra con un momento de relajo.
Su dueño, Rafael Abuhadba, ha luchado por la buena música desde que entró al rubro. Llegó a tener cuatro locales, pero ha visto el negocio amenazado por lo que él considera “tres impactos fuertes”.
“Primero está la piratería, que no me afectó tanto porque lo que se piratea es básicamente lo más masivo. Pero después vino la bajada de internet. Eso sí que me golpeó duro. El tiro de gracia fue que los reproductores musicales empezaron a orientarse a bajar música. Yo creo que el vinilo volvió para decir «alto aquí. Esto no puede ser»”.
Por último está Funtracks (Avenida Nueva de Lyon 029, Providencia), tienda que cuenta con una completa colección de discos a todos los precios y en todos los estilos, desde rock, pasando por rap, jazz y música electrónica. En esta cotizada disquería se filmó, de hecho, la película “Mp3”, centrada en la escena musical chilena.
Días de radio: “La noche de los discos vivientes”
Entre la programación de la radio porteña Valentín Letelier —un centro de experimentaciones que incluye hasta un programa hecho por pacientes de un psiquiátrico— sobresale “La noche de los discos vivientes”, programa conducido por el líder de la banda de rock Mostro, Carlos Reinoso, y Enrique Bravo Lamas, un dentista experto en radio y tiempos musicales pretéritos. Estos melómanos se remiten a los orígenes de los discos.
“Radiamos discos de acetato, que son una de las primeras manifestaciones de registro musical que existieron con fines netamente industriales. Abarcamos un período que va desde 1913 hasta 1960, que es la fecha cuando aparece el formato en Chile y luego desaparece debido a la incorporación absoluta del vinilo como formato de escucha doméstico”, aclara Reinoso. Y agrega: “Hacemos ejercicios de memoria histórica contenida en discos que giran al ritmo de baiones, sambas, folclore oscuro chileno, proto jazz, boogie woogies, mambos, corridos y rancheras de contenido político, junto a proto world music resumida en dabkes, steel guitars hawaiianas y suculentos calypsos”.
“La noche de los discos vivientes” se puede sintonizar los viernes a las 21 horas vía radio desde la V Región (97.3 FM) y a través de internet para los que están lejos. El espacio de hecho cuenta con podcast y transmisiones en directo online. En www.radiovalentinletelier.cl
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