sábado, mayo 28, 2011

Mauricio Redolés: “Para mí la revolución es que haya un tipo que defiende a un carabinero porque lo están golpeando para matarlo”


Música.cl
El poeta músico hará un show especial hoy sábado 28 de mayo junto a Simellaman Boys. Aquí entrega su visión sobre el caso Hidroaysén, el saqueo y su manera de hacer un fuego donde hubo un incendio.

Estamos en la Plaza Yungay junto a Cristián Rodríguez y Javier Urbina, respectivamente bajista y baterista de Simellaman Boys, la banda que lo acompaña desde hace poco más de un año. Estamos esperando a Mauricio Redolés. Este sábado estarán en la sala SCD de Bellavista realizando un concierto especial de unas dos horas, donde además de sus clásicos como Eh Rica o Quién Mató a Gaete?, tocarán canciones que no se aprecian generalmente en sus presentaciones, como El Maestro Sandovar, Nutrias en Abril, Ciertos Especta-culos de Santiago de Chile o la reciente El Hombre es un Saqueador. Aquí llega el poeta rock. REC.

En El Hombre es un saqueador tratan el fenómeno que Chile entero observó después del terremoto, pero supongo que hay saqueadores y saqueadores…

Mauricio Redolés: Es un tema recurrente en Chile, en Latinoamérica y en el resto del mundo. Adonde vayas hay saqueo, pero acá los Matte, los Angelini, los Luksic, los Piñera son los saqueadores nacionales. Y están los saqueadores internacionales: la Barrick Gold, las mineras de capitales extranjeros. De alguna forma el saqueo está por todas partes. Te saquean hasta el derecho de autor, como decimos en la canción. Vivimos en un mundo de saqueo permanente. Y es un modelo que se reproduce hacia abajo. El niño más grande le quita el sándwich al más chico en el colegio. A ese matonaje a nosotros nos gusta llamarle bullying, porque somos extranjerizantes y saqueados de nuestro propio idioma. El saqueo viene desde la prehistoria, alguien ve algo abandonado y se lo apropia; yo estudié leyes y eso se llama usucapión, hasta el derecho romano lo había conceptualizado. Pero la gente pobre en general no es saqueadora, porque vive en la pobreza y a quién le va a saquear, a otro pobre, no porque eso es mal visto, a un rico, no porque por educación, en un sistema en que se respeta la propiedad privada, el robo es mal visto entre las clases pobres. Eso de que los pobres son acá o son allá es una caricatura clasista que no tiene mucho que ver con la realidad, como la del flaite reggaetonero. Las personas pobres son trabajadores con menos tendencia a robar que otras capas de la sociedad.

¿Pero esto fue a propósito del terremoto?

Mauricio Redolés: Es que es muy difícil trazar una línea entre el saqueo y el robo por necesidad. Fue uno de los terremotos más grandes del planeta. Si alguien se roba un paquete de pañales por qué se le va a castigar, si esa guagua no puede hacer sus necesidades sin ser resguardada apropiadamente por sus padres, que tienen plata pero no hay nada abierto, entonces ya pos, llevémonos los pañales, pero tampoco hay pasta de dientes, bueno, llevémonos la pasta de dientes, oye y esta pintura pal pelo no está mala. Por ahí se empieza. En Japón no hubo saqueo pero eso tiene que ver con el tipo de sociedad en que vivimos. Acá los niveles de pobreza están muy escondidos y eso permea. Y la gente además robaba objetos como televisores: durante años se nos ha estado inculcando la importancia de tener un televisor bueno y grande, eso es lo que hace la televisión diariamente. El año pasado venía el mundial: ¡En qué lo va a ver, en qué lo va a ver!

Hace poco se bajaron de un evento poético en Coquimbo, el cual estaba financiado por la minera Los Pelambres. ¿Por qué?

Cristián Rodríguez: Esa vez nos estaban saqueando la ideología. Nos habían dicho que era una actuación para una minera, pero no sabíamos que era para Los Pelambres, que tanto daño causa. Pero las mismas personas del Valle del Choapa reclamaron.

Javier Urbina: Nos avisaron a lo que íbamos. Nosotros tenemos un discurso que se iba a empañar porque te esconden la información.

Cristián Rodríguez: En Coquimbo hay gente que ve a Los Pelambres como una solución a la pobreza. Claro, la gente puede tener un trabajo y dignificarse en ese sentido, pero es tan poca la información que tienen que no saben el daño que pueden estar haciendo. Es un saqueo a la consciencia.

A propósito de que una casa comercial usó Todos Juntos, de Los Jaivas, para vender más ropa y televisores, ellos reclamaron pero al poco tiempo estuvieron tocando para Obama. ¿Se trata de un saqueado haciendo negocios con su saqueador?

Redolés: Nosotros durante muchos años vivimos en una sociedad en que todo el mundo se sentía llamado a corregir al otro. Un Chile escindido entre verdades y mentiras. Eso ya pasó, fueron tantos los cambios y tan brutales los golpes que nos hicieron repensar nuestra ubicación como individuos en la sociedad, y desde allí tomar distancias, perspectivas. Uno adquiere un convencimiento de lo que uno hace, ya sea para comprarse un plasma o cambiar el mundo, para lo que quiera. Pero quien haga una canción como El hombre es un saqueador hoy día en Chile o es tonto o es consecuente. No es casual. Pero yo no soy el rector, patrón moral o Pepe Grillo de Los Jaivas ni de nadie. Que hagan lo que quieran. En lo que sí estoy es en la letra de Todos Juntos, eso lo admiro, eso lo quiero, eso lo siento mío, y ninguno de los autores de esa canción estuvo con Obama, ni el Gato Alquinta ni Eduardo Parra. A mí esa canción me acompañó en un campo de concentración donde estuve en Colliguay. Había un preso que lo sacaban a cantar las canciones de Los Jaivas y a tocar quena, y eso nos alentaba, y eran los mismos infantes de marina los que se lo pedían. Entonces, que cuarenta años después los integrantes que reemplazan a ese grupo original toquen para el Presidente de EEUU es cosa de ellos. Ni los critico ni los alabo. El mundo no se divide en blanco y negro como antes, hay una cantidad de grises que te lo encargo.

En este momento un porcentaje de la ciudadanía protesta contra Hidroaysén. Se ha generado una especie de movimiento social, y simultáneamente ocurre algo similar en Medio Oriente, en España. ¿Tienen futuro estas corrientes de cambio?

Redolés: A lo mejor pueden morir las revoluciones, pero la necesidad de cambios no morirá mientras haya gente descontenta. La gente lo que quiere es que corten el hueveo. En los países árabes, por ejemplo, hay gente aplastada por los musulmanes, aplastada por EEUU, por el destino de ser país petrolero, por las monarquías árabes derechistas y por el extremismo islámico. Entonces ya no quieren nada con nadie. En España, con este movimiento de indignados, gana la derecha. Después va a ser peor. Para mí hay una necesidad de una nueva política, nuevos partidos, nuevos líderes que de alguna forma derriben prácticas que han existido durante cuarenta años en Chile. Pero los sistemas políticos y económicos tienen una capacidad de reinvención inagotable. Yo me acuerdo que en Londres había una revista que se llamaba Time Out, que tenía una sección de danza, una de teatro, otra de humor, de música, rock, punk, y había una página que se llamaba Agitprop (agitación y propaganda), y esa era la página de la izquierda, en eso transformó el sistema a la izquierda, tiene esa capacidad de transformar todo lo que lo pueda dañar en algo que lo pueda favorecer. Entonces a lo mejor se puede parar Hidroaysén, pero pueden hacer tres termoeléctricas en la Isla de Pascua, anda a saber tú. El desafío es que haya dirigentes, que haya una intelectualidad libre e independiente.

Rodríguez: Yo no sé si la revolución existe, pero creo que vale la pena, que puede funcionar. Por ahí me la juego no más. Es una opción.

Redolés: Para mí la revolución es que haya un tipo que defiende un carabinero porque lo están golpeando para matarlo. Ese es un revolucionario. Y el que lo golpea es un fascista, de izquierda pero fascista. Yo estoy en contra de la situación de injusticia del caso bombas, porque sin ninguna prueba los tienen presos a los cabros, pero también estoy en contra de ir por todo el barrio diciendo ¡vamos a tirarle bombas a todo el mundo! Eso hacen, eso hicieron el domingo pasado. Tampoco les compro. Pero yo tengo confianza, tengo fe en la gente que reacciona y puede crear una red. Aunque una cosa es el movimiento social y otra cosa la política. Si mañana uno de estos dirigentes sociales fuera candidato a diputado, con el apoyo del partido x, en ese momento dejo de creer. El dilema es cómo pasar del movimiento social a la política, pero no se puede renunciar a la política, porque ahí es donde está el poder, ahí es donde se cambia la legislación. Para acceder a eso habría que educar a miles y millones de chilenos en el reencantamiento por la política. Ese cambio supone sacrificios, como pasarse el día en reuniones y apoyar a un dirigente determinado. Pero tirándole piedras a un paco no vas a cambiar la sociedad.

¿Se puede hacer algo a través de la música, considerando las pocas opciones de difusión que tiene hoy la música chilena?

Urbina: Lo bueno de la música es que puedes transmitir más fácilmente un mensaje, y que el receptor de eso es más amplio. Nosotros defendemos causas y a veces tocamos por ningún peso, porque vamos con una idea como banda. Ahora, las instancias hay que buscarlas, siempre hay herramientas para difundir lo que uno hace.

Rodríguez: A los medios no les importan las cosas que nosotros decimos, no tienen esa delicadeza.

Pero tal vez haya maneras más sutiles de decir las mismas cosas…

Redolés: No sé si sutil sea la palabra. Mi trabajo no está exento de sutileza. Te voy a decir algo en tercera persona, como Martín Vargas: creo que Mauricio Redolés es un gran compositor y Chile le ha pagado como las huevas, los medios de comunicación se lo han perdido, y ya tiene 58 años. Eso no me deja amargo, porque tengo la amistad de Cristián, de Javier, de Adrián (Díaz, guitarrista de Simellaman Boys), de las miles de personas que van a mis recitales, las miles de visitas de El hombre es un saqueador. Si no es por falta de sutileza que yo no tengo público, es por decir las cosas por su nombre. No es que Redolés es un bruto que dice las cosas por su nombre y por eso no lo tocan. No me tocan porque digo la firme, que es otra cosa. Yo creo en Kafka, y Kafka decía: no hay nada mejor que hacer un fuego donde hubo un buen incendio. La mejor manera de decir algo es decirlo sin importar las circunstancias, el modo o los caminos por los que llegas ahí. Hay que hacerlo, hacer ese fuego. Tampoco soy tan ingenuo como para pensar que si voy a hacer El hombre es un saqueador me van a llevar al Festival de Viña o de Olmué. Para eso tendría que haberme quedado en Canción para la más chiquitita de todas, El espejo y Nutrias en abril y haberme quedado ahí. Me acuerdo que por el 87 me llamó el productor de Sábado Gigante, había llegado a sus manos el casette de Bello Barrio y quería llevarme a tocar Nutrias en abril. Me llama y me dice ‘tenemos muchas ganas de invitarte con Mario a que toques, nos gustó mucho la canción’. ‘Pero usted me llama del canal 13, el mismo canal donde presentaron hace una semana el rostro torturado de Karen Eitel’. Y me cortó el teléfono. Yo no soy huevón. Si me hubiera metido para entregar un mensaje desde dentro, ¿qué mensaje hubiera llegado? Yo respeto mucho a Calle 13, que para entregar un mensaje le hace publicidad a las zapatillas tanto; cosa de ellos, pero no les creo tanto. Yo respeto las estrategias que cada uno diseñe, pero yo tengo la mía. En mi trabajo como músico, poeta, escritor, nunca me he planteado ‘esto no lo voy a poner porque le va a caer mal a Piñera, esto tampoco porque le va a caer a Tellier’. Yo he hecho y dicho lo que he creído que he tenido que hacer y decir. Y tampoco me quejo. Digo que no me tocan porque es verdad, pero no lo digo de manera quejumbrosa ni me voy a Nueva York. Yo llegué acá y estoy contento acá. Una vez me preguntaba una periodista si yo creía que había sido incomprendido. Yo le dije: 'no, he sido muy bien comprendido, por eso no me tocan' (risas). Es lo que pasó con la Violeta Parra, ella sabía que sus verdades molestaban. Víctor Jara sabía que sus verdades molestaban. Mis verdades también molestan. Y hay mucha otra gente que ha podido hacer una carrera en el extranjero y decir las cosas desde allá. Pero acá, en Chile, en este hoyo, yo asumo mis responsabilidades como artista de un país que trata como las huevas a los artistas que dicen verdades. La otra vez un sociólogo, Tomás Moulián, a propósito de una cuestión similar decía ‘lo que pasa es que Redolés cree que las cosas hay que decirlas directamente y que la metáfora o la imagen no es válida en las canciones’. Tan huevón no soy, pero al pan hay que llamarlo pan y al vino hay que llamarlo vino, porque si no estás diciendo nada. Los medios se han encargado de meter en la cabeza de la gente que Los Prisioneros fueron un grupo antidictatorial, pero nunca hicieron una sola canción contra la dictadura. Los Prisioneros perfectamente podrían haber tocado para la UDI, si es que no tocaron para la UDI alguna vez, y habrían sido lo mismo, porque ellos hacían una canción del resentimiento de la clase media baja de San Miguel. Hacían la canción social porque era una pomada para Jorge González, pero no porque creían en ello. Yo toqué por primera vez en Chile de vuelta del exilio el 85, y entre ese año y el 89 no vi nunca a Los Prisioneros en un acto contra Pinochet. Aparecieron en los actos del No al final. Y lo digo con todo el amor que tengo por Narea, pero esa es la verdad. Aunque no hablo de sus intenciones. Pero no disfracemos al lobo de oveja. Ellos hacían canción social, y eso tiene valor.

¿Tienen planes de hacer un disco que incluya El hombre es un saqueador?

Redolés: Saliendo de este recital vamos a meternos de cabeza a armar los temas nuevos. El otro día hicimos una lista y tenemos unos 30 temas nuevos. Ponte tú que sean 20 los que valen, porque otros son semillitas. De ahí que saquemos 11. El panorama tecnológico ha cambiado de tal manera en los últimos diez años que el derrotero para hacer un disco es muy distinto. Ya no necesitas sello, de hecho ahora tener un sello es el problema. Y tienes una plataforma en que basta apretar un botón y te pueden escuchar en cualquier parte del mundo. Y prometemos no meter las patas más para que nos toquen en la radio (risas).

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