sábado, diciembre 18, 2010

El renacer global de Ana Tijoux


 

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La rapera partió su año pensando en entrar a estudiar y convertir la música en su hobby, pero terminó con su último disco recomendado por diversos medios a nivel mundial-desde Thom Yorke en el sitio de su banda, Radiohead, a The New York Times- y postulando a un Grammy. Mientras recibe llamados de todas partes del mundo proponiéndole giras, ella sólo trata de tomárselo con calma. "Hay gente que dice que este es un logro del hip hop chileno. Yo de verdad creo que sí", dice en esta entrevista.

Por Marcelo Ibáñez Campos La compra más reciente de Ana Tijoux la acompaña a todas partes. La sigue, la persigue, le pisa la sombra de los talones. Avanza junto a ella, mientras ella camina tratando de encontrar sus próximos pasos. Mientras Ana vaga y divaga libre por las calles de Ñuñoa buscando sus respuestas.

Hace un año Ana Tijoux se sentía atrapada. Retenida en una historia de futuro incierto y un pasado escrito con un puñado de hits radiales. "Sentía que no estaba avanzando, que estaba estancada en lo mismo de siempre", dice.

Tenía un nombre ganado como parte del grupo Makiza, un disco solista de tintes pop con el que no pasó mucho ("Kaos", 2007) y acababa de sacar un segundo álbum, esta vez rapero, bautizado con el año de su nacimiento: "1977" (2009). Un disco ignorado por las radios nacionales y abrazado por el mismo público que dos años antes le había dado la espalda a su debut en solitario, debido a sus coqueteos con el pop y el romántico R&B. El mismo público que la elevó sobre sus hombros doce años antes, cuando Ana no era Ana la solista sino que la "Anita de Makiza". El mismo que recibió a "1977", como se recibe a la hija pródiga después de una temporada de extravíos, exploraciones, caprichos y desvaríos: con los brazos abiertos. El mismo público de siempre. El rapero.

Y los conciertos se comenzaron a llenar de nuevo como pasó en 1997, el año en que el hip hop chileno parecía estar listo para devorarse al mundo. La época en que el debut de Tiro de Gracia vendía 150 mil copias, los rayados cubrían las micros amarillas y los mejores graffiteros de la época "exponían" sus pinturas en un oasis de panderetas en medio de Plaza Italia.

Una época en que las eternas tocatas periféricas, con decenas de grupos que cubrían cada cartel, se repletaban de gente tratando de descubrir si era cierto lo que se decía en la calle: que había una linda chica de 20 años, que rimaba mejor que la mayoría de los hombres. La época en que cada uno de esos raperos que se tomaban cada sábado la trastienda de la Estación Mapocho -cientos de rimadores llegados de todas las comunas de Santiago; de La Florida a Maipú, de Cerro Navia a La Legua, entre ellos Tijoux- creían estar destinados a repetir la historia gringa de los creadores del género: salir del ghetto al mundo, a punta de buenas rimas.

Pero eso no pasó.

Hasta ahora.

Doce años después, y con su último disco recién editado en Chile, sus conciertos volvieron a recibir a ese público nacional -esta vez en una versión menos callejera y más estilizada, sin el foco mediático encima- que la coronó hace más de una década. Todo bien. O casi. Porque sin mánager, sin difusión radial, sin ventas importantes, Ana Tijoux comenzó a sentirse estancada.

"¿Qué hago?', me dije. '¿Sigo rapeando en estos clubes y no pasa nada o me pongo a estudiar otra cosa y hago de la música un hobby? Me lo preguntaba por un asunto de lucas, obvio. Por el Luciano -su hijo-, por el futuro, por el miedo. Porque tengo 33 años y ¿cuánto rato más voy a rapear? ¿Me veo rapeando a los 42? No sé. Es como cuando estás en una empresa y ya diste la vuelta: ¿Te quedas ahí relajado? ¿O tomas la plata, viajas 6 meses y resuelves el asunto? Es como el paralelo que encuentro con mi viaje a Estados Unidos. Puedes tener la fuerza de tocar en las mismas tocatas, pero cuando llevas 12 años en lo mismo necesitas que pase otra cosa, un incentivo", explica.

Y el incentivo llegó con la fuerza telúrica del año que ya termina. Partió con su primera gira a EE.UU, pocos días después del terremoto que la pilló tocando en un local santiaguino, y terminó en diciembre con una llamada en un hotel de Madrid, anunciándole que su disco "1977" estaba nominado a un Grammy anglo en la categoría "Mejor Álbum Latino Rock, Música Alternativa o Urbana". Entre medio firmó con el influyente sello estadounidense de música latina, Nacional Records; Thom Yorke -vocalista de Radiohead- eligió al tema que titula el álbum para encabezar su lista de las mejores canciones para "oír fuera de la oficina" -por sobre gente como Björk o John Coltrane-, y una interminable lista de medios internacionales -desde The New York Times a Página 12, pasando por The Boston Globe y Los Angeles Times- le entregaron con distintos adjetivos, un título que el público de rap nacional le había regalado una década antes: el de "La mejor rapera de lengua hispana".

Un año en la carrera de Tijoux y las réplicas generadas por todo ese movimiento tectónico están lejos de parar. Auspicios de marcas de micrófonos internacionales, ofrecimientos para irse de gira por Norteamérica, Europa y el norte de África, un contrato con una agencia internacional -la misma que representa a artistas como Justice, Diplo, Roots Manuva, Aphex Twins- y la presión del sello para aprovechar la ola y sacar pronto un nuevo disco, son algunos de los cambios que siguen sacudiendo la carrera de Tijoux. Moviendo la tierra que yace bajo su última adquisición. Esa que la sigue y la persigue acompañándola a todas partes: sus zapatillas de running.

"Tengo un par de mandas si me gano el Grammy, pero si no, hay que tomárselo con calma, porque el asunto es el próximo disco. Eso es lo que me preocupa", dice. "Estoy pensando cómo lo quiero hacer. En un momento estaba presionada y empecé a llamar a todo el mundo pidiendo pistas, pero '¿sabes qué?' me dije después, 'voy a hacer el disco con calma porque todavía no sé qué quiero hacer'. Por eso ahora lo único que hago es caminar. No sabía por qué, hasta que un amigo me dijo 'claro, es que estás buscando respuestas'. Y es tan obvio y es tan verdad" cuenta, mirándose la punta de sus zapatillas nuevas, con una de esas sonrisas que apenas cubren el agotamiento.

EL VIAJE INTERIOR. "Coincidencia" es la palabra que Ana Tijoux usa a la hora de tratar de explicar su año. De cómo pasó de estar a punto de convertir la música en un hobby, a comenzar un inesperado despegue a nivel global. "Coincidencia" se repite cuando explica cómo llegó a hacer dos giras a Estados Unidos sin siquiera tener mánager, gastando sus millas acumuladas en un pasaje de avión, para aprovechar una gira propuesta vía Myspace por el administrador de un club de música latina en Chicago. Y "coincidencia" encontrarse con Invincible -la rapera a quien Tijoux invitó a participar en su último disco, y a quien sólo conocía por Myspace- en el primer festival en el que tocó: el SXSW de Austin, uno de los más importantes de la industria estadounidense. Dato que por entonces, Tijoux desconocía.

Hasta que coincidencia tras coincidencia, Tijoux se dio cuenta que debía reemplazar esa palabra por "conexión".

La primera "conexión" se dio con Invincible. Fue ella la que sacó a Tijoux del escenario de "world music" -donde la fueron a ver "dos pelagatos"- plagado de músicos latinos mezclando electrónica con cumbias, y la invitó a su showcase hiphopero.

"Era una sala pequeña. No había más de 150 personas, pero eran puros músicos. Ahí estaba Bahamadia, Slum Village, Black Milk, o sea un montón de gente. Para mí era tocar para muchos de los tipos de los que soy fan, groupie, ¿cachái? Me subí a hacer un tema y cuando me bajé, se acercaron todos a decirme 'Come on, girl. Motherfucker, you can do it'. Todo el rato sentía que era mentira. Fue como llegar a un colegio donde están todos los grandes y tu erís la más chica y te aceptan y te dicen 'ven a jugar con nosotros'. Fue súper motivante sentirse un par, en la cuna del hip hop. Me hizo un click en la cabeza. Como si me hubieran pegado un palo."

"Hay una cosa que es clave. Acá hay un condicionamiento a no surgir: la cultura, la educación, te condicionan a que tú nunca vas a ser nadie. Es como 'loco, naciste en Maipú, vas al liceo, no vas a ser nadie', pero en el fondo quieres puro que pase lo contrario. Creo que en mi familia, sin quererlo, me lo inculcaron. Y eso genera rabia, la frustración de creer que nacimos para cosas pequeñas. Pero si tú te lo propones y buscas, y juegas de manera inteligente, puedes. Eso está pasando con el hip hop chileno. Hay un cambio de mentalidad, como lo hizo Bielsa con la selección".

Fue en una ciudad a medio destruir como Detroit, un lugar bombardeado por las crisis económicas, que la conexión se hizo profunda. Fue en la casa de esos músicos que había escuchado desde que era una veinteañera que el viaje alcanzó para Tijoux una dimensión interior.

"Del sello me llamaban para contarme que tal crítico de The New York Times que es súper influyente, había dicho que yo era bacán. Que otro de la Rolling Stone dijo lo mismo. Y yo respondía 'ah, ya que bueno'. Los logros sociales respecto a prensa eran bienvenidos, pero yo estaba más alucinada con la conversación que había tenido con tal músico", cuenta.

"Miraba los sótanos donde hacían música y era como estar en la casa del Dro -productor de las pistas de "1977"-, miraba todo y tenían el mismo micrófono envuelto en una panty a falta de filtros. Era muy similar a como se hace el hip hop en Chile, y en ambos lugares pasan cosas en términos de calidad... Hay gente que dice que lo del Grammy es un logro del hip hop chileno, yo de verdad creo que sí. No es que yo sea una portavoz, es la manera en que se hizo el disco: me costó 350 lucas, lo hicimos en una casa de manera súper simple. El resto fueron llamadas a gente que conozco para que ayudara con las fotos y el diseño. Es un ejemplo de cómo se produce el rap chileno".

"1977" pasó desapercibido en Chile, al menos mediáticamente, hasta que Thom Yorke los destacó. "Acá me lo recuerdan más de lo que me lo recuerdo a mí misma. Eso refleja que uno no es profeta en su tierra y que en Chile hay que esperar el bautizo de un artista externo. Hay una cosa entre bacán y triste. Pero la historia de Chile es así. Somos un país colonizado, esperando que llegue el conquistador a decirnos lo que tiene valor. Menos mal que dijo que era bueno, si hubiera dicho que me odia, me crucifican".

-Antes de firmar con Makiza, Sony te propuso desechar el grupo y ser solista. Luego del éxito de "Aerolíneas Makiza", Gustavo Santaolalla te propuso algo similar. ¿Te has arrepentido de haber dicho que no?

"No. Es distinto cuando te dicen 'deberías ser solista' a cuando tú dices 'necesito ser solista'. En ese momento, no estaba preparada para serlo, estaba súper convencida de que éramos un colectivo. Seguí la intuición. No me arrepiento, porque no habría disfrutado lo que me está pasando como lo disfruto ahora. La gente tiene terror a equivocarse y por eso se quedan congelados. Era necesario. Con Gustavo jamás hubiera hecho un disco como '1977', me lo hubiera tirado por la cabeza.... Creo que a veces tomé muchas decisiones estando caliente, ahora prefiero tomarlas con calma: mi nuevo disco, los llamados de todas partes del mundo para irme de gira. Hay veces en que el universo nos pone preguntas más raras y hay que contestarlas paso a paso."

-¿Y cuál es la pregunta que te puso el universo ahora?

"Cómo ser feliz y estar en paz. Es súper difícil tomar decisiones con calma sobre las cosas que están pasando y estar en paz en estos momentos".

-¿Y cómo logras la paz ahora?

"Caminando. Es la única herramienta que he logrado encontrar. Pero el cerebro no se calla".

Caminar, a pesar de que sus nuevas zapatillas son para correr. La única manera que Ana Tijoux ha encontrado para evitar los tropiezos.

"En Chile hay que esperar el bautizo de un artista externo. Somos un país colonizado, esperando que llegue el conquistador a decirnos lo que tiene valor".

"Tengo un par de mandas si me gano el Grammy, pero si no, hay que tomárselo con calma, porque el asunto es el próximo disco. Eso es lo que me preocupa". Su vida en discos"Vida Salvaje" (1998), Makiza: Su sello lírico -rimas que navegan entre la crítica política, la introspección poética y una profunda humanidad-, su cuidada producción musical (Cenzi y Dj Squat) y una voz femenina sedosa y humeante, fue lo que convirtió a este cassette autoproducido, en un clásico del hip hop underground nacional.

"Aerolíneas Makiza" (1999): En 1997 Tiro de Gracia vendió 150 mil copias con su disco debut, y todos los sellos se lanzaron a buscar la próxima banda de rap que repetiría el éxito. Makiza lo hizo gracias a dos éxitos que plasman el humanismo -"La rosa de los vientos"- y el contenido político -"En paro"- que definió a la banda. Un clásico.

"Casino Royale" (2005): Justo cuando la carrera de Makiza comenzaba a cruzar fronteras, Tijoux decidió dejar la banda y volver a Francia. Cinco años después volverían a reunirse para este disco. Uno que sonaba bien, pero en el que se notaba que la magia se había perdido.

"Kaos" (2007): La rimadora decidió lanzar este disco de manera independiente."Fue un suicidio pop. Tenía la necesidad de matarme de manera lúdica. Fue como 'voy a matar a mi ícono y vayánse todos a la mierda. Y ¿saben qué? Yo también'", dice sobre un disco despreciado por la crítica y el público rapero debido a sus canciones románticas.

"1977" (2009): "Al hacer este disco estaba súper perdida, tenía pena y frustración. Hacerlo fue una necesidad de reafirmarme, de asumirme y decir: esta soy yo. Por eso tiene mi año de nacimiento, por eso las letras, por eso me tatué el título. Más que una biografía, '1977' es un disco de autodefinición". Bases de rap clásico, rimas elegantes y la aprobación a nivel mundial. Un disco de rap puro.



Por Marcelo Ibáñez Campos.

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