Surruido
Rodrigo Burgos
Música Libre ha sido una noticia feliz para varios, un bienvenido cierre de año. El disco de versiones de Silvio Rodríguez que Los Bunkers han editado recientemente, revitaliza la obra del cantautor cubano desde la mirada del rock. Mauricio Durán, guitarrista y compositor del grupo, conversa con Surruido acerca del álbum, Silvio Rodríguez, su música y poética, y otras yerbas.
¿Cuál es la relación que tienen con la obra de Silvio Rodríguez?
Todos tenemos acercamientos diferentes. En el caso mío y de mi hermano, empezamos a escucharlo hacia el año ochenta, bueno yo, porque Francisco aún no nacía. Por intermedio de un cassette, que se llamaba Días y flores, de unas ex compañeras de mi mamá de la universidad; además, mi papá trabajaba en la planta de Huachipato y la siderúrgica tiene un centro cultural donde podía estudiar guitarra, piano, allí él hizo un año de guitarra popular y nueve de guitarra clásica. El profesor de guitarra popular le enseñó Silvio Rodríguez. Entonces, desde que éramos chicos, él ponía los discos en la casa, y escuchábamos su música. Es más, yo aprendí a tocar guitarra con Silvio antes que con los Beatles, por ejemplo.
O sea tu aprendizaje musical de base fue absolutamente latinoamericano
Sí, tocaba a la Violeta, nos conseguíamos canciones por aquí, por allá, en cancioneros. Después, a eso de los doce años me empecé a interesar por el rock. Silvio fue el pilar fundamental, después el sello Alerce comenzó a editar su música de manera más formal en Chile, y aunque los cinco nos hemos acercado a su obra desde distintos puntos de vista, jamás habíamos tocado una canción suya en la sala de ensayo. Claro, habíamos intentado tocar I Can’t explain, pero nada de Silvio, hasta de Violeta Parra, pero jamás de Silvio. Sí recuerdo que junto a Francisco, mientras trabajábamos en Canción de Lejos o La Culpa utilizábamos a Silvio como referencia musical; en Canción de Lejos, en una canción buscábamos un sonido de teclado y decíamos ah, sí, podríamos hacerlo como Silvio, ¿me entiendes?
Una referencia puntual…
Claro. En la casa seguíamos tocando Silvio pero nunca como grupo. Y en noviembre del año pasado, mientras ensayábamos, Francisco comenzó a tocar un tema de Silvio y de repente se metió toda la banda… y guau a mí me sonó como Blur; al día siguiente dijimos oye podríamos probar ésta y así se empezó a gestar la idea de hacer un disco con sus canciones. Discutimos bastante acerca del porqué hacerlo, de cómo hacerlo, qué es lo que buscábamos; era un disco que no estaba hecho, lo que es extraño, teniendo en cuenta su importancia a nivel latinoamericano ninguna banda de la región lo cita como influencia. Entonces, nosotros teníamos que hacerlo y allí involucramos al Meme –Emmanuel Del Real, miembro de Café Tacuba-, que ya había estado con nosotros escuchando alguno de nuestros temas, maquetas, en fin.
¿Cuál era la razón?
Sí, por una parte vivimos procesos extraños, como grupo, como familia. Nos dijimos que sería muy bueno para la banda distenderse con un proyecto de este tipo; démonos un festín, hay hartas canciones; como decir, aquí tienen la carne lista, cocínenla, sin preocuparse de producirla, trozarla. Llevamos diez años, nos hemos sacado la cresta haciendo discos propios y esto podría implicar entonces un desafío en otros términos. Hablamos con el Meme, quien se entusiasmó harto con la idea.
¿Cuál era el acercamiento de Emmanuel con la música de Silvio Rodríguez?
Muy general , conocía unas canciones y otras no, nunca fue muy seguidor de su trabajo, pero como es músico conoce un poco más que la media.
Esta vez intentamos hacer versiones que no tuvieran mucho que ver con el original; anteriormente, cuando hacíamos un cover, nos apegábamos mucho más al original pero esta vez hicimos las cosas de otro modo; además, Meme no nos hubiera permitido ser más conservadores por su modo de entender la música. Además, en este caso hacer una versión muy cercana a una canción de Silvio Rodríguez y que te quedé mejor que la suya es francamente imposible, hubiera sido un suicidio. Decidimos, entonces, traducirlo a nuestro lenguaje y que alguien al escucharlo diga ah, un nuevo disco de Los Bunkers. Así trabajamos, con total desprejuicio: escuchamos a Silvio y cara e’ palo lo mezclamos con otras cosas, ponte tú, Blondie y así le dimos; ¿Black Sabbath? Black Sabbath… Claro, uno puede decir que Silvio es muy rockero, por su actitud, por sus letras, por su forma de cantarlas, pero otra cosa muy diferente es que sus canciones puedan ser tan pop como las de Blondie. Y nosotros nos dedicamos a comprobar esto.
En la medida que grababan el disco e incorporaban nuevos arreglos, ¿les fue haciendo cada vez más sentido el proceso que estaban desarrollando? Me refiero, por ejemplo, a meter bases, sintetizadores, cosas más propias de la new wave.
Tomas la canción, por ejemplo, Que ya viví, que ya te vas, y le pones un ritmo disco. Quizá si intentaras explicárselo a alguien con palabras te diría que no tiene ni un sentido, pero es este sinsentido aparente el que nos interesaba explotar.
Hace tiempo que no se publican grandes discos de música latinoamericana, considerando inclusive la acepción más tradicional del término. Un disco de Silvio Rodríguez, filtrado por nosotros y producido por Meme, puede ser un súper buen disco de música latinoamericana. Todo fue muy rápido, nuestra decisión, la participación del Meme. Cada vez estoy más convencido de que las canciones se Silvio superan varias tradiciones que lo han amarrado: primero, su contexto histórico, social y político donde fueron compuestas, la calificación estética que puedes darles como trova. Una canción de Silvio Rodríguez es mucho más que eso, sus temas son bastante más universales. Toma una canción como El Día Feliz que está Llegando, su lectura se nos iba dando muy naturalmente; nos decíamos, mira, si es como Roger McGuinn, un tema de folk rock neto que podría ser de Tom Petty. En otras como El Necio, escuchas los arreglos originales de guitarra que son muy rockeros, por lo que en varios casos él, Silvio, nos fue sugiriendo qué hacer, qué dirección seguir. Fue un deleite. Hubo otros temas que dejamos afuera precisamente porque nos adelantábamos a la canción y el proceso no fue tan natural. En esto fue fundamental el Meme, por ejemplo hay una canción que nos gustaba muchísimo De la ausencia y de ti, y al mostrársela a Meme no le pareció gran cosa, nos decía veamos otro. Junto con él hicimos el proceso de selección; Meme tiene una relación muy física con la música, se mueve constantemente, salta, se le sale la música por los brazos, así que sabíamos de inmediato si una canción le gustaba porque reaccionaba moviéndose.
En su álbum anterior, Barrio Estación, ustedes se encargaron de la producción, ¿por qué decidieron ahora volver a trabajar con un productor externo?
Estábamos cansados de discutir todo entre los cinco, independiente de que quien compone siempre tiene más peso sobre la decisión final. Y lo otro es que necesitábamos alguien de afuera que conociera a la banda, que supiera cómo tocamos pero que nos pudiera orientar hacia otra parte. Meme nos ayudó a comprender mucho mejor nuestro sonido, no cambiándolo sino ampliándolo hacia varios lados. Teníamos una confianza plena en él, de lo contrario nada hubiera funcionado. Tiene un oído y un sentido rítmico muy desarrollado, quizá por ser mexicano y la música que hace con su banda: nosotros somos más pegados en el cuatro cuartos. Para él, el ritmo tiene que ser clavado, en su lugar, no un poco a destiempo o apurado; nada, ta, ta, ta…
¿Cómo fue grabar en México?
Queríamos volver a grabar en vivo, el 80% del disco está grabado así y esto te exige llegar con muchos ensayos en el cuerpo. Tuvimos que escoger estudio entre uno muy grande, donde grababan orquestas de boleros y eso, y un segundo un poco más pequeño pero con equipos del año de la pera, y nos inclinamos por éste. Dejamos la batería en la sala junto con nosotros y sacamos los amplificadores, uno en el baño, otro en el living y grabamos todos muy juntos. Todos los micrófonos y máquinas eran de la década del treinta, del cuarenta, del cincuenta, a tubos, debías esperar diez minutos para que se calentaran; eran añejos, hermosos. Esto se nota en la pastosidad de la grabación. Por formación uno busca cierto sonido y los micrófonos eran capaces de captar ciertos sonidos y nos decíamos, cresta, siempre he querido sonar así.
¿La gran cantidad de bases y sonidos insertados, los arreglos en suma, pasaban por decisiones de ustedes o por la participación de Del Real?
Pasó por ambos. Lo invitamos precisamente porque podía aportar en ese sentido: en los ritmos, en los sonidos. Y estábamos claro en que no queríamos sonar vintage sino más modernos, para qué querríamos sonar como Vida de Perros si ya lo hicimos. Siempre vamos a escuchar los mismos discos, siempre preferiremos uno de The Jam a uno de Interpol, pero esto es lo que hacemos en nuestra casa.
El sello de la banda aún permanecería
Exactamente.
Cuéntame acerca de la reacción de Silvio Rodríguez al momento de escuchar el disco o las maquetas que ustedes le enviaron…
Queríamos avisarle que estábamos haciendo un trabajo sobre su obra. Y sus asesores nos contaron sí, adelante, no hay problema, algo así como hagan la huea que quieran, ja, ja. Dos semanas después nos llego un correo de la hermana de Silvio que es su representante diciéndonos que querían escuchar el disco. Les enviamos una premezcla del álbum, pasaron un par de meses y ahí le tomamos un poco el peso al asunto: ¿y si no le gusta? Bueno, ya estaba hecho, pero lo hacía todo menos agradable. Y poco después nos respondió dándonos las gracias por lo que hicimos, agradeciendo que hubiéramos respetado lo esencial de las canciones, que le había encantado el repertorio elegido y que, algo súper raro, en su momento pensó que muchas canciones de aquéllas merecían arreglos más rockeros.
¿Cómo se gestó la incorporación de Manuel García en el álbum?
Cuando vinimos a Chile en febrero de este año, nos juntamos en casa de un amigo en común con Manuel y nos pusimos a tocar algunas canciones de Silvio. En abril, Manuel fue a México a tocar al Vive Latino y nosotros teníamos un par de temas que no habíamos terminado aún, uno de éstos era Al Final de este viaje. Hablamos con Manuel, lo invitamos y le dijimos oye, estamos haciendo esto, te interesa hacer algo, nos dio su opinión; empezamos a tocar la canción en vivo, con Manuel en la voz, hicimos tres tomas y quedó listo. Era demasiado evidente que su interpretación había sido muy emotiva.
Presumo que la invitación a Manuel pasa también por su relación con la música de Silvio Rodríguez
Claro, él es uno de los pocos músicos con quien podemos hablar de Silvio y que además siente tanta pasión como nosotros por su música. Él fue muy generoso, ya que uno observa en sus discos que intenta alejarse de esa filiación con Silvio, sin embargo, por nosotros volvió a algo que podría significar un estigma para él.
¿Cuál es la estimación que se tiene en México sobre la obra de Silvio Rodríguez?
Es mucho más segmentada. El público rockero no se mete mucho ahí ya que lo consideran un artista de trova; aquí en Chile es más transversal, lo puede escuchar tu papá, tus amigos. Y en México hay fans ortodoxos tanto de trova como de rock, de hecho éstos son mucho peores. Los seguidores de la trova ven a Silvio como un ícono, una animita de carácter político, todo muy solemne y por eso nos dijimos, ya está, tenemos que lograr que este proyecto le caiga mal a éstos y que los otros lo encuentren peor.
Corrían un gran riesgo con esta apuesta: hacer un disco de versiones de un cantautor controversial y con un giro estético importante…
Un tipo del sello, cuando le contamos del proyecto y la invitación a Manuel García, nos preguntó que quién era; le dijimos que era un cantautor chileno. Ah, entonces por qué no invitan a éste, a este otro, nos comentó, pero le dijimos que no porque esos tipos no los conocíamos y su música no nos gustaba en absoluto. Y ahí quedó todo.
¿Fue muy difícil vender el proyecto al sello?
No, para nada. Tuvimos suerte en que el representante del sello era fan de Silvio, así que le encantó la idea de hacer un disco con sus canciones.
¿Cómo percibes que ha sido la reacción de la gente menos proclive a la idea original del disco?
Hubo muchos que arrugaron la nariz en un primer momento, pero creo que al escuchar el álbum se percataron de que estábamos haciendo algo diferente a lo que pudieron pensar.
Al menos en Chile, por los discos de versiones que se han hecho, muchos pensamos que los álbumes de covers son un dique seco, un retroceso en la carrera de un músico, una expresión de falta de ideas.
Claro, y yo probablemente pensé algo similar en algún momento. Tenemos claro que esto no es un disco de versiones, es algo diferente que nos deja la vara muy alta para nuestro próximo disco con canciones propias.
Imagino que eso es por las ideas y arreglos que incorporaron en la gestación del álbum.
Sí, y porque las canciones en su base ya eran muy buenas y esto nos pone presión; necesitamos que lo que llevemos como material a la sala de ensayo tenga esa calidad mínima o que esté cerca al menos.
¿Y la reacción del seguidor acérrimo de Silvio Rodríguez? ¿Te preocupa?
La verdad lo que más me interesa es que este disco pueda ser una entrada al mundo de Silvio para un cabro de quince años que no ha podido conocer su obra por una serie de razones. Son canciones que ya no se hacen, no digo que tengan que hacerse ahora, pero por una extraña razón ya no se hacen composiciones de este tipo.
¿Son canciones que tal vez parezcan un tanto anacrónicas? ¿Qué ya no responden a nuestra contemporaneidad?
No sé, nosotros somos súper anacrónicos, hablamos de Los Beatles todo el día, vivimos en un mundo que no es el real. En nuestro universo Substitute de The Who es una gran canción, y puede haber mucha gente que no la conoce; siempre hemos estado desfasados, viviendo en otra época. El disco demuestra eso: que las canciones están vivitas y coleando y que son muy contingentes. De hecho, cuando salió Piñera tuvimos la confirmación de que éste era el disco que teníamos que hacer. En el disco se puede hallar de todo, lo que uno piensa de su país, de la vida, del amor a cierta edad. Y ésa era la idea que subyacía al disco; que pareciera un álbum propio.
¿Sientes el golpe de llegar a Chile y ver que el país ha cambiado?
Sí. El país está un poco más duro, menos amable. El otro día iba en un taxi y nos pasó por el lado un auto blanco; el chofer del taxi se detuvo y empezó a garabatear al otro conductor. Terminaron de discutir, el chofer de dio vuelta y nos dijo éste es peruano, éste no es dueño del auto. Debe trabajar en un taller mecánico o en una automotora y saca el auto a la hora de almuerzo. Y nosotros nos mirábamos, pensando y este hueón además es racista, qué te pasa.
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