Actuará con los Solistas de Tel Aviv en CorpArtes.
El mundialmente famoso músico israelí tocará un Concierto de Haydn y obras de Tchaikovsky y Bruch, el 12 de septiembre. Aquí habla de música, de las enseñanzas de Rostropovich y Piatigorsky, sus maestros, y de su vida.
Romina de la Sotta Donoso
Nació en Letonia, pero su pasaporte lo identificaba como judío. Y por eso asumió la nacionalidad israelí cuando se fue de la Unión Soviética. Solo tenía 23 años, pero había pasado por mucho. Aunque era alumno de Rostropovich, una de las verdaderas leyendas musicales del siglo XX, los servicios de seguridad lo acechaban, pues su hermana se había escapado a Israel.
Lo arrestaron por contrabando cuando intentó comprar una grabadora -para registrar las clases de su maestro-. Estuvo unos meses en prisión y luego lo sentenciaron a mezclar cemento por 14 meses. Lo peor fue que tuvo prohibido el chelo. "Aunque esa época soviética fue muy difícil y peligrosa, y de que no toqué el chelo en dos años, me ayudó a madurar como ser humano. No lo lamento, para nada; incluso estoy agradecido por haber vivido esas experiencias. Creo que siempre se puede encontrar algo positivo en cualquier situación", dice Maisky desde Bruselas, donde vive.
Su fama mundial es más que justificada: es artista exclusivo de Deutsche Grammophon desde hace 30 años, tiene más de 50 discos y ha ganado decenas de premios. Ha trabajado con todos los grandes: Bernstein, Maazel, Muti, Levine y Barenboim, entre muchos. También, con todas las orquestas de las grandes ligas.
Ahora, Mischa Maisky actuará el 12 de septiembre junto a los Solistas de Tel Aviv y con la dirección de Barak Tal, en el Centro de las Artes 660 (www.corpartes.cl, desde $13 mil). El programa incluye la Sinfonía N° 1 de Beethoven y la Sinfonía N° 1 "Clásica" de Prokofiev.
El músico adelanta su participación como solista: "Tocaremos 'Nocturne', de Tchaikovsky, y 'Kol Nidrei', de Bruch, que es una plegaria. Van muy bien juntas y muestran el aspecto lírico del chelo. Y después, el Concierto para chelo en Do Mayor de Haydn, que es uno de los mayores Conciertos clásicos para el instrumento".
Maisky también es un referente de la música de cámara, con notables entregas en el formato de dúo de chelo y piano, con figuras como Sergio Tiempo, Nelson Freire, Radu Lupu y Martha Argerich. "Soy muy afortunado por poder tocar con todos estos grandes músicos. La música de cámara es importante entre mis actividades, aunque la considero más bien un pasatiempo, la hago más por placer, pues no te pagan casi nada (ríe)".
-Usted es el único chelista que estudió con Rostropovich y con Piatigorsky, y con ambos estableció una relación tipo padre-hijo. ¿Qué legado, humano y musical, le dejaron?
"Si tuviera tiempo y talento, escribiría un gran libro sobre estas experiencias. Rostropovich y Piatigorsky eran muy diferentes y compararlos sería tan absurdo como comparar a Bach y Mozart. Pero tenían un enfoque similar del quehacer musical y de la enseñanza: nunca hablaban de la técnica del chelo, pues creían que lo más importante para un joven músico era tener una idea clara de qué quiere hacer. Si lo sabe, encontrará su propia manera. Los dos me pidieron que nunca olvidara que un chelo, o cualquier otro instrumento, no es más que un vehículo para lograr nuestro objetivo final, que es la música. Y que la música siempre debe ser lo más importante; eso significa que debes usar tu técnica para expresar la música y no usar la música para mostrar cuán bien tocas tu instrumento".
Maisky es de relaciones largas y de expresivos afectos. "Estoy trabajando en dos discos, para dedicárselos a mis hijos menores, Mateo, que tiene tres años y medio, y Mila, que tiene ocho meses", cuenta. Y lo mismo ha hecho con cada uno de sus cuatro hijos mayores.
Para él, la música no es perfección, sino comunicación. "Sé que yo podría tocar con mucha más precisión, si esto fuera lo más importante para mí. Pero no lo es. Para mí, lo importante son los elementos emocionales de la música. Creo que la conexión entre el artista y la audiencia no se da solamente desde el instrumento a los oídos, o de una mente a otra, por medio de las ideas musicales; sino que de corazón a corazón. Y eso marca la diferencia entre un músico muy bueno y un artista".
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