En los últimos dos años, el servicio ha presenciado la mayor alza de cantantes y vendedores, pese a que el Gobierno advirtió riesgos en la seguridad por esta situación.
Manuel Valencia
Viajar en metro ya dejó de ser la experiencia que era hace solo cinco años. Muchos de los que optaban por viajar subterráneamente por Santiago aprovechaban el paso del tren entre una estación y otra para avanzar en la lectura de un libro o conversar por celular. Sin embargo, ese paréntesis de silencio en una ciudad cada vez más inundada de ruido ha comenzado a ser absorbido por la proliferación de cantantes y vendedores callejeros que a diario invaden los vagones del tren con instrumentos, micrófonos y amplificadores.
En total, según cifras del sindicato de cantores populares (que está en reformulación), son más de mil los artistas callejeros que cantan en alguno de los 108 trenes y 186 estaciones de la red.
"Llegan y prenden el amplificador y cantan música que, al menos a mí, me carga. Se ha vuelto insoportable", dice Claudia Astorga, quien viaja en el metro entre Manuel Montt y Universidad de Chile todos los días. Cuenta que ya no logra viajar sin el ruido de los músicos.
"Se suben vendedores, y hasta bailarinas de caño me ha tocado ver. El metro ha bajado mucho el nivel", añade Pablo Fernández, que por su trabajo usa el servicio hasta cinco veces al día.
Plan de control
El incremento de cantantes en los trenes también preocupa al Metro. En mayo pasado, la empresa estatal anunció un plan para fiscalizar y terminar con la práctica y, a la vez, como una válvula de escape, permitir las manifestaciones artísticas en espacios controlados. Para esto, lanzó el concurso "música a un metro", que permitió escoger a 60 cantantes, tras un proceso de selección que fue televisado.
Estos artistas comenzaron a cantar en escenarios autorizados desde la semana pasada. Cuatro ya se han retirado.
En tanto, en los trenes, lejos de reducirse, la cantidad de músicos sigue aumentando, lo que muestra que el programa de fiscalización aún no cumple los objetivos anunciados por el Metro, de terminar con esta práctica.
"El plan que tenemos implementado es permanente y operacionalmente es más intenso en algunas semanas que en otras. Es muy relevante lo que el pasajero haga. Si no hubiese un incentivo económico, no tendríamos músicos dentro del tren. Ellos suben porque hay un incentivo, que es la entrega de dinero", explica María Irene Soto, gerenta de asuntos corporativos y de sostenibilidad del Metro.
La ejecutiva reafirma la postura de la empresa respecto de los problemas de seguridad que puede implicar el uso de los trenes por parte de los cantantes. "La gente no busca comprar en el metro, sino trasladarse. Es un transporte que además en la hora punta está aumentado en términos de densidad. A eso se agrega que el comercio ambulante o los músicos no generan valor a la experiencia de los pasajeros. Y hay además un tema de seguridad, porque es muy distinto subirse con una mochila que con un bajo o una guitarra".
Para los cantantes, esta crítica no tiene fundamentos. Anjélica Tarifeño, representante de los músicos que actúan en los trenes, dice que se le ofreció a la empresa que pudiera permitirse cantar y utilizar un arnés sujeto a los pasamanos. Sin embargo, la firma desestimó la idea.
"Estamos sufriendo una persecución. Hemos tenido compañeros presos, nos quitan los instrumentos, y la gente nos apoya. Del total de personas, el 90% apoya. Y para no molestar hemos tomado la iniciativa de preguntar si a alguien le molesta, y ahí nos bajamos", explica.
Felipe Moreira, representante de los cerca de 60 músicos autorizados por Metro para cantar en estaciones, dice que en el servicio se da la posibilidad de posicionar a nuevos artistas. "El Metro está decidido a los músicos de los trenes sí o sí, pero el cómo sacarlos le ha costado. Creo que se debería liberar un vagón por tren para los cantantes, porque en ese espacio se puede cautivar a un público que no va pasando, como en las estaciones", afirma.
Multas
Los cantantes deben pagar sobre $100 mil para recuperar sus instrumentos cuando los carabineros los requisan. Alsacia recurre a Contraloría por retiro de servicio
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