miércoles, enero 12, 2011

Jorge Gonzalez en el Caupolicán





No fui a este concierto, pero tuvimos a un corresponsal que anotó los temas y se fue feliz y contento par la casa después de haberle dado la mano a don Jorge.
Diga lo que se diga Jorge González es un excelente músico, tal vez no tiene la misma elasticidad vocal de sus comienzos, pero se defiende con creces cuando se planta arriba de un escenario.
Tal vez hubiera sido mejor un recital un fin de semana, con lo cual varios viejitos como nosotros y que usamos el transantiago, nos hubieramos arriesgado a partir con los ojos cerrados donde nos llamará el maestro, y así haber cubierto con generosidad los espacios de este tradicional recinto.
El concierto comenzó a las 21.20 hrs, y el repertorio fue el sgte.

Con la banda:
La voz de los 80
Brigada de Negro
Latinoamérica es un pueblo al sur de Estados Unidos
Eve-Evelyn
Sexo
¿Quién mató a Marilyn?
Paramar
No necesitamos banderas
Mentalidad televisiva
Nunca quedas mal con nadie

Solo:
Tren al sur
Necesito poder respirar
Corazones Rojos
El Baile de los que sobran

Con la Banda:
We are sudamerican Rockers
Por que no se van?

Acá les dejo con dos comentarios, publicado por el mismo holding: El mercurio y Emol
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Jorge González:
El baile del que sigue
El Mercurio

MARCELO CONTRERAS
Alguien subestimó la convocatoria de Jorge González, el músico de rock más trascendente en la historia de Chile, porque anoche tuvieron que abrir finalmente la galería del teatro Caupolicán porque ya no cabía más gente en la platea. Público que, tal como hace casi diez años cuando la alineación original de Los Prisioneros se reunió para dos conciertos históricos en el Estadio Nacional sin promocionar las citas, cruzaba todas las edades. Desde aquellos que descubrieron a la banda por tocatas en campus universitarios y radios como la desaparecida Galaxia hace un cuarto de siglo, luego la generación que no alcanzó a verlos en vivo en su primera etapa, pero memorizaron conscientes las canciones del trío de San Miguel, hasta niños de hoy que acompañando a sus padres corearon entusiastas "La voz de los 80", el motivo de esta gira con la que el artista regresó a Chile para interpretarlo de manera íntegra, y en el mismo orden en que fue editado el casete debut de Los Prisioneros, en 1984.

Si alguna duda cabe sobre la efectividad y vigencia de un álbum como aquel, tan enmarcado en una época que sigue arrastrando ecos y lecturas, el imparable coro que acompañó cada canción fue la mejor respuesta. Cuando tocar con actitud y sonido low-fi es parte de las opciones estéticas de este tiempo abierto y diversificado del rock, la banda que acompaña a González en esta pasada -Gonzalo Yáñez en guitarra, Jorge del Campo en bajo y el ascendente Pedro Piedra en batería-, asumió casi con vocación arqueológica recrear los tintes de garaje de aquella obra parida a los pies de The Clash.

Probablemente Los Prisioneros sonaron más pulcros y modernos en el Nacional en 2001. Pero anoche "La voz de los 80" se escuchó muy parecida al disco, con la misma energía contagiosa y la garganta de González emulando sin problemas los tonos que grabó terminando su adolescencia. Una delicia para los amantes de las rendiciones ajustadas.

Como suele ser su estilo, González una vez más atacó a la prensa tradicional, habló de la dictadura y pintó al Presidente como un forajido que anda por la vida con antifaz y una bolsa con el signo peso. Es el traje y el discurso de roquero que cree decir verdades, pero que en otros períodos exhibía más lucidez y filo certero, y no tan sólo resentimiento trasnochado. Tanto ataque a los medios provocaba alguna interferencia cuando los lienzos de la estación televisiva que más ha crecido en el último tiempo -la misma de la que era dueño el actual Mandatario-, colgaban en distintos puntos del Caupolicán, mientras la página web del canal destacó durante días el concierto.

Da un poco lo mismo. La contradicción es parte de la esencia de los genios del rock y Jorge González -lo dice la historia, su trascendencia artística y la convocatoria que siempre arrastra-, es parte de esa galería de personajes que con una guitarra, melodía y pluma bendita, se instala como la voz de una generación.


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Jorge González suspende el tiempo para recrear "La voz de los 80"
Por Sebastián Cerda
emol

Sin asomos de nostalgia ni ochenterismos, y ante un Caupolicán encendido, el músico demostró que las canciones que compuso para el primer álbum de Los Prisioneros hoy suenan tan frescas y potentes como hace 26 años.

SANTIAGO.- Hay algo de paradójico en cada presentación de Jorge González en Chile. Aunque en lo formal se pueda hablar de reencuentro, y aunque la ansiedad generada evidencie que se está frente a uno, el término no deja de resultar algo incómodo y fuera de lugar.

Porque es difícil usar la etiqueta del reencuentro cuando se trata de canciones que nunca se han ido, y que pese a sus 26 años de vida discográfica no dejan de sonar frescas, vigentes y pertinentes. Eso es lo que sucede con los temas de La voz de los 80, el disco que González grabó con Los Prisioneros en 1984, y que esta noche recreó ante cerca de dos mil personas en el Teatro Caupolicán (habilitado sólo en su parte inferior).

Pero a diferencia de temporadas anteriores, y tal como ya había mostrado en El Abrazo, esta vez el músico no se paró en el escenario solo con su guitarra, sino respaldado por un trío que integraban Gonzalo Yáñez (guitarra), Pedro Piedra (batería) y Jorge del Campo (bajo).

Prácticamente sin innovaciones (salvo la guitarra más distorsionada de Yáñez en relación con la de Narea), la formación de todos modos logró dotar aun de más frescura a los temas originales, que fueron interpretados en el mismo orden con que se editaron en 1984.

Así, la primera parte comenzó con "La voz de los 80" (tras los dardos de rigor a la prensa y a la clase gobernante del país) y culminó con "Nunca quedas mal con nadie", en un recorrido en el que González —micrófono en mano— mostró sus mejores dotes como frontman y la condición intacta de su técnica vocal innata (un registro amplio que, pese a su falta de educación, nunca destiñe).

Entre medio, las críticas de aderezo, que entre otros tuvieron como destinatarios a Sebastián Piñera (nuevamente la frase "si robas en la calle vas a la cárcel, pero si robas en serio te hacen presidente"), y a Miguel Tapia y Claudio Narea ("ellos están acá no porque piensen que se van a asegurar su vejez con la reunión de Los Prisioneros", dijo sobre su actual banda de acompañamiento, en clara alusión a sus ex compañeros).

Para la segunda parte, González volvió a evidenciar su poder simbólico y el enorme tamaño de las raíces que crecen bajo sus canciones. Nuevamente solo con su guitarra, el músico desenfundó temas como "Tren al sur", "Necesito poder respirar" (con estrofas de "Creep", de Radiohead) y "El baile de los que sobran", en versiones que tuvieron al arrollador coro del público como uno de sus elementos centrales.

Cerca de 90 minutos después de salir a escena, el ex Prisionero se despidió con "Por qué no se van", en la que los apellidos González y Tapia son reemplazados por "González ni Ríos". Podría parecer una travesura más en quien gusta de bromear a través de sutiles cambios en los versos de sus temas, pero esta vez el retoque tiene legitimidad. En 2011, a 26 años del disco recreado y habiendo circulado la suficiente agua bajo su puente y el de Los Prisioneros, Jorge González Ríos volvió a dejar en claro el carácter institucional de su nombre, y que hay una parte de la historia musical —aunque muchos sigan en desacuerdo— que sólo a él le pertenece.

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