La Tercera
El tercer volumen de la serie de la música popular se concentra entre los años 1960 y 1973.
por Marisol García
Irrumpió la juventud como fuerza social y la polarización como dinámica política. El período entre 1960 y 1973 tuvo en Chile una banda sonora tan viva, urgente e influyente como los sucesos sociales que acogió. Medio siglo más tarde, la cercanía que conservan algunas de esas melodías demuestra la importancia de esos años para nuestra industria disquera. Las canciones recopiladas en el nuevo libro Clásicos de la música popular chilena Vol. III. 1960-1973, canciones y baladas se tararean entre potentes recuerdos en blanco y negro y la inevitable nostalgia por un momento de oro para la cantautoría local.
El volumen es el tercero de una serie a cargo de la SCD sobre composiciones chilenas del siglo XX, iniciada con una recopilación de partituras para canciones difundidas en la primera mitad del siglo, y continuada luego con una selección de posteriores melodías de raíz folclórica. Esta vez las partituras corresponden a 56 canciones de vocación radial de la época. Hay muestras de la Nueva Ola (Caprichitos, Difícil), baladas (Amor por ti, Cómo deseo ser tu amor) y ensayos del primer rock local (La muerte de mi hermano).
Aunque la muestra es acotada, alcanza a exponer tendencias. De Ariel Arancibia se incluyen seis composiciones (considerando letra y/o música) y de Jorge Pedreros, cinco; y se repite más de un título hecho famoso por José Alfredo Fuentes, Cecilia, Los Angeles Negros, Buddy Richard, Luis Dimas y los Hermanos Zabaleta. Se trata, en general, de melodías reconocibles incluso por los más jóvenes, que despejan con contudencia las dudas sobre la capacidad de trascendencia de la canción popular.
Ya el repaso por el índice alcanza a distinguir estilos característicos de sensibilidades de época; "expresiones musicales que fueron tan múltiples y contradictorias como imaginativos y sobreestimulados resultaron ser esos años", como explica Desiderio Arenas en uno de los dos textos que incluye el libro. El músico y escritor traza una línea imaginaria desde el canto afroamericano a las manifestaciones derivadas de la importación del pop y el rock durante los 60 y 70.
Más analítico, Juan Pablo González asocia estrechamente en su respectivo texto identidad chilena a canción popular; y así como nuestros bailes han sido básicamente importaciones, el musicólogo destaca la enorme capacidad creativa de nuestros cantautores. De seguro, estas canciones se han cantado mejor de lo que se han bailado. Es el tarareo como rasgo-país.
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