domingo, julio 17, 2011

Familiares y artistas despidieron con aplausos a Antonio Prieto



El Mercurio

Ayer, entre Santiago y Viña del Mar, se realizaron los funerales de uno de los más destacados cantantes chilenos.

Hernán Cisternas y Juan Ignacio Silva

Ayer recibió el último adiós Antonio Prieto, quien nació en Iquique en 1926 y se hizo conocido en España y Latinoamérica gracias a las más de mil canciones que grabó. El intérprete murió el jueves, a las 22 horas, en la Clínica Tabancura, producto de una falla multisistémica.

La jornada comenzó con una misa en la parroquia San Francisco de Sales, hasta donde llegaron familiares y artistas del espectáculo, como la cantante Gloria Simonetti, el director de orquesta Horacio Saavedra, el humorista Ricardo Meruane y el ex animador de TV Enrique Maluenda.
Precisamente, este último inició el acto religioso con un breve discurso, en el que recordó el legado del artista: "Él siempre entregó humor, chistes y amistad a todos los que lo rodeaban. Una lindísima voz que hay que recordar siempre con alegría".

Por parte de la familia habló Teresa Prieto, una de sus hijas, quien recordó su niñez junto a él. "Él decía que el colegio no servía para nada. Un día, yo y mis hermanos le dijimos que no queríamos estudiar más. Y él dijo: 'No estudien'. Pero después, en México, nos aburrimos, y volvimos al colegio", dijo, desatando risas entre los asistentes.

La ceremonia finalizó al son de "La novia", uno de sus temas más célebres. Sus restos fueron trasladados hasta el Cementerio Parque del Mar, en la V Región, donde el intérprete de "Huija" fue enterrado, a las 15:45 horas, para descansar junto a su señora, Teresa Woters, quien falleció hace diez años.

"Estoy impresionado con el cariño de la gente. Ayer me contactó Alberto Cortez para saludarnos, y también han llamado de España, de México y de Italia. Estas muestras de afecto nos han llenado como familia, y es una bonita manera de recordar a mi padre", dijo Guillermo Prieto.

En tanto, Gloria Simonetti señaló que "es un intérprete que no va a ser superado jamás".





Antonio Prieto:
La mentalidad ganadora que en Chile no gusta

Marcelo Contreras

"Lo lamento por Antonio", decía Lucho Gatica muy sonriente y perfectamente engominado el 23 de febrero de 2002, mirando desde un restaurante la bahía de Valparaíso, en la presentación de un box set con su nombre. Era el día después del horroroso homenaje rendido por el Festival de Viña a él y Antonio Prieto. Ladino, Gatica se desentendía de las pifias y burlas que el público lanzó a un número apurado, por cumplir, mal producido. Pero en esas palabras había algo más: septuagenarios ambos, aún afloraba la competencia que sostenían desde 1949, cuando debutaron oficialmente. Una rivalidad entre dos estrellas chilenas de la canción que lo consiguieron todo en el mercado latino, menos el respeto y el reconocimiento absoluto en su tierra. Sin perder la sonrisa, Antonio Prieto lo tenía claro y lo decía: "En el extranjero soy artista y totalmente vigente. Pero en Chile soy un heladero".

Cuando se repite que Antonio Prieto fue un grande, no es una frase de cortesía, menos una condolencia. Es simplemente la verdad. Al crooner y seductor las fronteras le dieron lo mismo, las sorteaba con una sonrisa. ¿Argentina? Tuvo un show con su nombre en los 60 en la televisión trasandina, cuando los vecinos nos llevaban por lo menos diez años de delantera en la pantalla chica. Y eso no sucedió sólo por la calidad de su voz y buena facha, sino porque el personaje artístico de Antonio Prieto no cultivó un carácter precisamente criollo. Su figura y estilo encontraba sitio en las antípodas del chileno apocado, de palabra torpe, postura desgarbada y resentida. Era un ganador en un país donde esa actitud suele provocar un triste movimiento reflejo conocido como chaqueteo.

Con esa envidiable cualidad que tienen para valorar a las figuras descollantes, los argentinos lo consideraban entre los suyos y así lo han repetido al anunciar su muerte, recordar su voz, sus canciones, y destacar su protagonismo durante la era dorada del cine trasandino...
Antonio Prieto fue más que la versión latina de Dean Martin. Cosechó éxito y reconocimiento cuando las distancias eran aún más amplias y un número uno en México o España representaba una verdadera hazaña trasatlántica. Muere también una era en que el pop romántico exigía verdadero talento, elegancia, sofisticación, grandes arreglos, y aún así mantenía una orgullosa categoría popular. Se marcha un buen gusto hoy simplemente desconocido, olvidado por un medio artístico y un público sin memoria.

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