viernes, julio 22, 2011

Manuel García: "La clave es dejarse utilizar por la música"



La Hora

Esta noche el cantautor chileno debuta en solitario en el Teatro Caupolicán. Será un show dividido en tres partes donde repasará su historia solista y homenajeará a otros artistas.

Por María Paz Mateluna V.

Manuel García marchó muchas veces cuando era estudiante de música de la Universidad de Tarapacá. Hay fotos de aquello, pero están perdidas. Ahora ha vuelto a marchar y ha cantado apoyando a los estudiantes. "Canté desde Chillán hasta Ancud, en las tomas. En Santiago también, conversando y apoyando con un grano de arena. La educación es la piedra angular pero son varios los problemas que se manifiestan. Los cabros dan la pelea con creatividad y dignidad, dicen las cosas de frente y en forma clara", apunta enfático.

Seguramente algún mensaje parecido dirá esta noche en su concierto en el teatro Caupolicán, un concierto que él califica de "hito" en su carrera que, como solista, comenzó hace seis años.

"Ocupar un teatro grande tiene que ver con lo que uno quiere mostrar. El público está, lo comprobamos el año pasado cuando hicimos dos Teletón, pero no se trata de llenarlo por que sí: tengo un espectáculo que se ha ido desarrollando y que necesita un teatro grande, para cantar todos juntos, hay una necesidad de puesta en escena, que todo tenga un sentido", explica el ariqueño se ha ganado un lugar en Santiago y en el resto del país. "Trato de ser sorpresivo, cada vez que saco un disco creo que me lo van a tirar por la cabeza y resulta lo contrario. El viejo comunista era un anti single porque duraba seis minutos, no tiene estribillo pegajoso, y ha sido uno de mis éxitos.

El de hoy será un concierto dividido en tres bloques a los que incluso les ha puesto nombre: el primero es el crooner danzable, con canciones como Alfil, La danza de las libélulas, El reproche, que tienen la característica de ser bailables "para tomar la cintura de la chica". Esta parte es con orquesta, con 14 músicos, un segmento más "James Brown que Bob Dylan".

El segundo es folk y la guitarra será protagonista. Manuel estará sentado en una silla y tocará temas como Tanto creo en ti, La pena vuela, y homenajes como Pienso en ti, de Fernando Ubiergo. El tercer bloque abre con un homenaje a Mecánica Popular -su antigua banda- con cuatro temas, y más homenajes que conectan generacionalmente con la actualidad: Por la ventana, de Gepe, y La locomotora, de Café Tacuba. En cada bloque habrá temas inéditos además. Serán una 40 canciones.

-Tú tienes tres discos en solitario, ¿podrías reseñar cada uno por sus características más sobresalientes?

-Pánico (2005) fue un disco que resumió gran parte de mi carrera, porque pensé hacerlo cuando tenía 14 años y descubrí la música que tenía que ver con nuestras raíces, como la Viola, Silvio, Atahualpa, el Pato Manns. Fui haciendo y luego de la experiencia con Mecánica llegó el momento de grabarlas. Es una colección de mis canciones, las antologa de alguna manera desde mi adolescencia hasta mis 30 años, con un touch rockero e influencias de Los Tres, Paul McCartney, The Beatles, Caen lunas, por ejemplo, la escribí a los 19 años inspirada en los diarios del Che, esos tiempo eran álgidos como los de ahora, se había caído el Muro de Berlín recién.

"Témpera (2008) es un disco crudo con el quise desafiar el aura que se creó en torno a mi y el artista social comprometido, casi con lineamientos políticos. Generé una dialéctica de contrapeso con una actitud más punkie, me puse corbata andina, bototos y pantalones ajustados, pensando en que finalmente después de tanta vuelta de tanta concertación y desconcertación, había algo importante desde el punto de vista del descrédito de la gente joven en torno a la política", explica.

"La canción Témpera generó la tesis del disco, ir de frente, tocar la guitarra de otra manera. Privilegié cosas diferentes a nivel musical, lo desnudé, omití aquello que el oído ya escucha, el típico arreglo no estaba, y era primera vez que grababa folclor (Pañuelí y Los colores) me formé en el folclor pero nunca había grabado nada. Era cercano, la canción Piedras aparece montada con guitarra eléctrica, bombo y pandero, la aspiración de Témpera era arriesgada, ser pulcro en los tiempos, los pulsos y la respiración y crudo e instintivo en lo formal".

"Y en S/T estaba la necesidad de generar un puente entre mis mundos musicales, tomando en cuenta la confianza con la que el público tomaba mi música puse otra jugada más, elementos acústicos y rocanroleros, del pop y de la canción romántica, casi al borde la cursilería popular, con baladas clásicas, influencias de Camilo Sesto o Los Platter, una banda como Hot chocolate que me gustaba de niño pero que es muy poco conocida, el tema Vida mía es de ese tipo.

-Estudiaste guitarra clásica con Luis Orlandini, ¿verdad?

-Fui su peor alumno pero aprendí bastante de técnica. El hecho de verlo tocar ya era aprender. Fui un privilegiado, aún me encuentro con compañeros de la U y me voy nutriendo de ideas y conceptos nuevos con respecto a la guitarra, que es un instrumente muy delicado y está siempre en desarrollo, siempre hay algo que tomar y aprender. Cuando la tocas con los recursos que se tienen, buscando en lo clásico y en lo popular, nace un nuevo armado que tiene que ver con tu propia técnica. Frente a la guitarra me siento pequeño porque es un instrumento infinito. Siempre he pensado cruzar alguno de mis trabajos con ese mundo de la guitarra que está desarrollada en su máxima expresión.

-Y tu influencia musical más íntima ¿de dónde viene?

-La tradición de la lectura y la palabra escrita estaban afianzadas, por lo que creo tuve una especie de acondicionamiento a lo Pavlov. Mi padre era guitarrero aficionado, mi tío Fernando y mi tío Juan son músicos populares bastante buenos; y por parte de mi madre estaba el hábito de escribir, ella escribe poco pero bien, y tiene un hermano poeta, que es mi tío Rodolfo. Y a los 13, 14 años yo me encontré con cuadernos de poesía de su autoría, un material maravilloso. Partí cantando con mi papá, era su coro oficial en las reuniones familiares, era un hit El gato que está triste y azul, de Roberto Carlos, o alguna canción de Serrat, de los Ángeles Negros.

-¿Qué es lo importante después de estos años en la capital?

-Que la belleza sea lo más importante y que la versatilidad artística esté bien colocada. Yo no me las puedo todas, elijo bien los materiales y reconozco mis limitaciones como ejecutante. Juego con elementos antiguos y me fijo en artistas chilenos nuevos, estoy atento a su sonido, a su rítmica, su onda, se trata de juntar las piezas. Creo que la clave es ser agradecido de la música y dejarse utilizar por ella, no decir: voy a hacer música, que la música te haga a ti.

-¿Y Arica?

-Hace cinco años los muchachos más jóvenes comenzaron a pedirme en concierto. Pero en un minuto sentí que el mundo se olvidaba de mi, fundaba una banda en Santiago y en Arica nadie lo sabía, no les interesaba, nadie te echaba una mano, tú ibas y contabas y eran grillos de vuelta, esas cosas me hicieron alejarme pero a la vez comencé a evocarla en las canciones, otra paradoja, porque esos paisajes comenzaron a ser parte de los santiaguinos, que tenían que ver con el mar y el desierto, que no tenían que ver con las situaciones que ocurren en la ciudad, les dieron un valor, los asociaron a sus vidas y volvieron real lo que para ellos era abstracto.

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