El Mercurio
Según la enseñanza que se quiere potenciar, es la melodía, el estilo y el instrumento que se debe elegir. Los violines y su sonido de alta frecuencia estimulan la concentración, por ejemplo.
Pamela Elgueda Tapia
Camila mueve la batuta siguiendo los contornos de las notas de una partitura de escucha, mientras tararea una melodía del Minueto 1 de Mozart. Sus compañeros de prekínder, en el Jardín infantil musical Don Osito, la siguen moviendo sus manos como si fueran directores de orquesta. La concentración es total.
Así comienzan las clases en ese centro de educación inicial. Música y movimiento para "despertar las neuronas", nombre del programa educativo creado por la directora del jardín, Claudia Donoso. Una actividad basada en las neurociencias y sus investigaciones, esas que muestran que la música no sólo aviva las emociones: también potencia los aprendizajes cognitivo, afectivo y motor.
El profesor de música y magíster en Educación Egidio Contreras lleva años investigando esa relación. De ese trabajo nació su propuesta "Potenciación Creativa", aplicada por establecimientos de 90 ciudades latinoamericanas, varias chilenas entre ellas.
De la teoría y la aplicación de esta iniciativa en el aula trató la charla que el profesor Contreras hizo en la "IV Jornada Internacional Estilos de Aprendizaje: educación y neurociencias", organizada por la Facultad de Medicina de la Universidad de Chile.
Lo que él propone no es sólo que los niños escuchen una pieza musical determinada para potenciar un aprendizaje específico. "Una manera innovadora de conseguirlo es el desarrollo intencionado de experiencias multisensoriales con el fenómeno sonoro en el aula", explica. Eso significa que los niños deben, simultáneamente, poner en juego su audición, movimiento, visión, memoria corporal, visual y auditiva.
Eso es lo que hacen en el jardín infantil Don Osito. Los niños cantan una pegajosa canción llamada "Despertando las neuronas", la que interpretan haciendo una ronda y siguiendo las instrucciones de la letra: aplauden, saltan y tocan sus hombros, entre otras acciones.
Cuerdas y vientos
Cuando se decide utilizar la música como potenciador del aprendizaje, hay que determinar qué es lo que se quiere lograr, porque de eso depende el tipo de música, la clase de instrumento, así como la velocidad y frecuencia de la melodía que se utilizará. "Si queremos desarrollar la atención sostenida del niño, lo mejor es usar instrumentos de cuerda como los violines, que estimulan de manera más directa un determinado patrón de ondas cerebrales relacionadas con la concentración", explica el profesor Contreras.
Así como violines y guitarras potencian lo cognitivo, la percusión (tambores y bombos) hace lo suyo con los aprendizajes motores, mientras que los instrumentos de viento se vinculan con los aprendizajes afectivos.
"Los sonidos de alta frecuencia (más agudos) son los que más se relacionan con beneficios pedagógicos. Uno de sus efectos neurofisiológicos más reconocidos es la estimulación de una zona del oído interno diseñada para convertirlos en energía nerviosa disponible para numerosas funciones cerebrales", dice Contreras.
Esa energía nerviosa, agrega, aumenta los índices de carga eléctrica de áreas de la neurocorteza cerebral relacionadas con la concentración, memoria de corto y largo plazo y con funciones de razonamiento superior, como abstracción, síntesis y análisis.
"Cuando se trata de niños preescolares, la música que se usa debe ser de melodías ordenadas, que tengan una secuencia clara, como el Minueto 1 de Mozart. Y si se trata de música infantil, hay que poner atención a las letras, a que sean claras y favorezcan el lenguaje", agrega Claudia Donoso, quien dirige el magíster de Neurociencias Aplicadas en Educación Infantil de la Universidad Finis Terrae.
Las partituras de escucha que ella utiliza fueron creadas por Egidio Contreras. "Son una suerte de mapa de símbolos que representan los cambios de la melodía y que los niños pueden seguir con movimientos corporales", explica el profesor. "Los niños siguen con sus dedos líneas y dibujos que calzan con exactitud con las melodías que escuchan y mientras permanecen en ese proceso, se puede observar un natural estado de atención sostenida", añade.
Así pasa en las salas del jardín Don Osito. "Nuestros niños son creativos, pero también organizados. Porque la música es lenguaje, es apreciación y también expresión. Aborda al ser humano en una dimensión global, holística", concluye Claudia Donoso.
Calidad más que cantidad
El profesor Egidio Contreras explica que cuando se trata de la estimulación a través de la música, importa más la calidad de la pieza que se usa que la cantidad de tiempo que se aplica. "Básicamente se busca desafiar sistemáticamente al oído, para que escuche más y mejor, por ello empleamos estilos musicales seleccionados que suponen un grado adicional de dificultad para escuchar", explica.
Por eso se usa la música clásica, porque los niños y adolescentes la escuchan muy poco debido a que la encuentran "fome".
Ahí, entonces, lo que hace la potenciación creativa es crear un puente entre esa música nutritiva y un oído no entrenado.
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