El Mercurio
Acaba de publicarse "El sonido de Los Beatles", la versión en español de "Here, there and everywhere", los recuerdos del ingeniero adolescente que se convirtió en el coproductor de discos tan influyentes como "Revolver" y "Sgt Peppers".
J.C. Ramírez Figueroa
John Lennon estaba muy enojado. Aunque lo intentara, no podía sacar adelante "How do you do it", una dulzona canción compuesta por Mitch Murray y que sería el debut discográfico de Los Beatles.
Tras interrumpir la canción, miró hacia la cabina de grabación y le dijo a George Martin, sin anestesia: "Perdona, pero esta canción nos parece una mierda". El joven asistente de grabación Geoff Emerick miró con espanto a su jefe, mientras Lennon suavizaba: "Bueno, tampoco está tan mal, pero no es lo que queremos hacer".
En 1962, Los Beatles eran unos infiltrados en el estudio 2 de la EMI en Londres. Cuatro roqueros que no le hacían asco al pop melódico, el r&b y las armonías vocales. Pero que no querían quedar como "blanditos" en su primer single.
Además, venían de la provinciana Liverpool. Detalle que para Emerick ya era una rareza. Tenía apenas quince años, cuando entró a trabajar a lo que posteriormente se conocería universalmente como Abbey Road.
"George Martin parecía levemente divertido", recuerda en uno de los primeros capítulos de "El sonido de Los Beatles", sus flamantes memorias. "Te diré lo que vamos a hacer, John", le contestó. "Cuando puedan escribir una canción tan buena como ésta, la grabaré".
Y aunque la historia de la banda parezca tan perfecta como el guión de una película hollywoodense, cuando le mostraron "Love me do" como respuesta, les salió bastante mal. Problemas de ritmo, evidente falta de ensayo y una pésima interpretación. A las 21:30 horas, los jefes de Emerick dieron por terminada la sesión ante el espanto de George Martin.
Sin embargo, Emerick, cuando volvió a su casa, presintió que el alegón Lennon y su banda tenían "algo nuevo". Y decidió esa misma noche trabajar con ellos.
El secreto mejor guardado de Inglaterra
"A pesar de las interminables reflexiones sobre la música pop de los años sesenta, la contribución de los ingenieros de sonido aun no se valora lo suficiente", escribe Elvis Costello en el prólogo. Para él, los sonidos de los estudios de grabación actuales "salen de cajitas que no hacen más que imitar las innovaciones sonoras del pasado".
Geoff Emerick -"un hombre alto, amable y con voz de trueno"- le parece el ejemplo máximo de este olvido histórico. A pesar de ser el auténtico coproductor de "Revolver" y "Sgt Peppers Lonely Hearts Club Band", considerados en cualquier listado como uno de los cinco álbumes más importantes de la historia del rock, puede seguir caminando tranquilo por la calle, porque no aparece en ningún documental o reportaje sobre la banda.
Costello nos recuerda que los Beatles fueron contratados para el subsello de comedia de la Emi, Parlophone y George Martin jamás había grabado un disco de pop. Un clasismo londinense que incluso hacía que el pobre Emerick tuviera que vestirse según el protocolo del sello: traje oscuro y delantal cuando estuviese grabando. Aunque se muriera por imitar a Paul y sus trajes "mod".
Al leer el libro, y por más que el autor se baje el perfil, resulta claro que desde la fallida versión de "Love me do" hasta cuando Paul le pidió "trucos" para que el bajo de "Paperback writer" sonara distinto, Emerick aprendió todo lo que podía hacer con el sonido en una época donde la prioridad era lanzar discos simplemente como salchichas.
Los milagros de Emerick
Si en las primeras páginas el autor apenas se entromete en las grabaciones, ya en la época de "A hard day´s night" (1964) deseaba hacer su aporte al sonido de la banda. Algo que comenzó a lograr en 1966. Lo primero fue conectar la señal de bajo de MacCartney a un altavoz grande que "podría responder mejor a las frecuencias graves que un pequeño micrófono". Sus jefes lo miraron como si estuviera loco, pero fue tal su insistencia, que lo dejaron. Eso explica que desde esa fecha, el instrumento de Paul comenzara a escucharse tan potente en las grabaciones del estudio.
Después coordinó los efectos y el coro de invitados de "Yellow Submarine", entre ellos, Mick Jagger, Brian Jones y Marianne Faithfull. Y reconoce que había mucha marihuana, aunque Martin jamás se daría cuenta. Lennon incluso le pidió grabarlo mientras cantaba bajo una cubeta con agua. Emerick tomó una botella con agua, envolvió un micrófono, lo metió, e hizo a Lennon cantar al lado.
Envalentonado, ayudó en el montaje de "Strawberry fields forever", que en rigor son varias tomas a distintas velocidades; la orquestación de "A day in the life", el concepto de pegar las canciones en "Sgt Pepper" (¡y grabado en apenas cuatro pistas!), o coordinar los archivos sonoros de los animales que van apareciendo en "Good morning, good morning". También puso micrófonos en lugares extraños de la batería de Ringo, violando las convenciones de la Emi.
Cuenta sobre su política de hacer sonar los pianos de forma diferente, poniendo micrófonos en distintos lugares del instrumento. O cómo comenzó a quedarse trabajando de madrugada, aplicando distintas técnicas que en esos años eran totalmente novedosas. O Los Beatles tocando en vivo buena parte del "medley" incluido en la cara b de "Abbey Road".
De primera mano
Paralelamente nos vamos enterando de las rencillas internas del grupo. Por un lado está el autoritario MacCartney desechando las canciones de Harrison (hasta que se rebeló para componer grandes piezas). Por otro, Lennon trayendo a Yoko Ono acompañada de una cama, para sorpresa del personal del estudio. Ringo, por su lado, "renunció" un par de veces.
Aunque por momentos Emerick inclina la balanza hacia MacCartney, a quien llega a considerar líder natural de la banda, el relato es ameno y bien documentado. Quizá porque hay un equilibrio entre su memoria y los datos duros incluidos en un puñado de libros que documentan el día a día de Los Beatles en el estudio. Más tarde trabajaría en los discos solistas de Paul.
"Tal vez me haya ganado una reputación como 'ingeniero', pero el término siempre me pareció erróneo, porque nunca tuve gran habilidad técnica. Mi puesto en Abbey Road era 'ingeniero de balance', y así es como yo percibía mi tarea. Era la persona que equilibraba la música".
Pero más allá de la modestia, que puede ser tan impostada como la arrogancia, el tipo estuvo en el laboratorio donde se hacía la música masiva más innovadora del siglo pasado. Algo que concluyó con el solo de batería y guitarras que daba paso a una canción llamada precisamente "The end", de la que escribe: "Supongo que existe la posibilidad de que mientras interpretaban, él solo se dieran cuenta de que nunca iban a volver a tocar juntos; tal vez vieran aquel momento como una conmovedora despedida", escribió.
Memorias de su ingeniero de grabación. Geoff Emerick en colaboración con Howard Massey. Título original: "Here, there and everywhere: my life recording the music of The Beatles". Editorial Indicios. 2011.
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