El Mercurio
Su meta es llevar a la Sinfónica de Chile a un nuevo nivel artístico . Maestro de grandes directores del mundo, ex director de la Filarmónica de Moscú, Leonid Grin le imprimirá su sello a la orquesta. Muy cercano a Shostakovich, su propia historia se une a la de Rusia y a la de su música. Su experiencia se traduce en un amplio y novedoso programa 2014, con piezas del Barroco a Schnittke.
CECILIA VALDÉS URRUTIA
La primera vez que llegó a ensayar con la Sinfónica de Chile se encontró con un silencio rotundo, debido al enorme respeto que le tenían. "Leonid Grin (66 años) nos increpó con ironía: ¡Por qué tanto silencio, si no soy Putin!", recuerda el cellista Juan Goic. El director ruso sabía muy bien sobre lo que ironizaba. Durante la época soviética se sufrió la descalificación y persecución de compositores y músicos. Y cuando él se fue de allí, grandes compositores como Schnittke y el director Rozhdestvensky acudieron a despedirse de él, arriesgando sus vidas.
Discípulo de maestros como Leo Ginzburg y Kirill Kondrashin, Grin fue director asociado de la Filarmónica de Moscú. Y fue muy cercano a Shostakovich. Se le considera el gran intérprete de sus sinfonías.
En Estados Unidos trabajó 10 años estrechamente con Leonard Bernstein. Y entre su mejor escuela se cuenta también la experiencia con Herbert von Karajan y Sergiu Celibidache. Su trayectoria incluye direcciones de orquesta y de ópera en más de 33 países. Y en la actualidad sus famosas Master Class cuenta entre sus alumnos a Paavo Järvi, director de la Orquesta de París.
"Deben sentir que la música es respetada"
En el teatro ex Baquedano presenciamos parte de un ensayo de Leonid Grin de la Quinta Sinfonía de Prokofiev. El maestro, con sumo cuidado y paciencia, iba marcando al grupo de cuerdas: entonaba las melodía, daba indicaciones, se levantaba, observaba cada detalle. "Mi verdadera pasión es la gente -nos confesó después-, si no hubiera sido músico habría estudiado psicología".
"Hace años esperábamos que volviera y pudiera ser el director", nos cuentan músicos de la Sinfónica". En los 90, en sus primeras visitas, dejó una excelente impresión. Y el año pasado hizo memorables conciertos de Prokofiev, Shostakovich, Borodin y Stravinsky, aplaudidos por la crítica y el público.
Leonid Grin, como director titular de la Sinfónica de Chile, es ahora el máximo responsable de la nueva línea editorial que tomará la orquesta en el período 2013-2015, cuyo repertorio para el próximo año va desde el Barroco hasta la música contemporánea.
Inaugurará además con la Sinfónica el nuevo teatro de Corp Artes. Y harán un concierto extraordinario en el Municipal de Santiago, con obras de Stravinsky, Haydn y Beethoven.
- ¿Cuáles serán sus prioridades para la Orquesta Sinfónica?
"Una gran prioridad como director titular es lograr que tenga un nuevo teatro de conciertos, con las condiciones que se merece. Es esencial para que esta orquesta pueda dar y demostrar su capacidad. Porque los músicos no solo logran un buen resultado con un buen trabajo, sino muy especialmente cuando sienten que la música es respetada del todo".
"Cuando fui director de la Orquesta de Finlandia, tenían un mal teatro y la orquesta alcanzaba un sonido mediocre. Insistí en la necesidad de uno nuevo y a los dos años se logró. Llegaron a tocar allí la Filarmónica de Berlín, la de Londres y otras, y los músicos finlandeses empezaron a interpretar con un gran entusiasmo. La orquesta dio un salto en calidad. Al año interpretaron y grabaron lo mejor de Prokofiev y hoy todo el público de Europa del Norte viaja especialmente a Finlandia para asistir a su temporada de conciertos. Las entradas están completamente vendidas".
-Usted señaló entre sus metas "fortalecer las secciones de la Sinfónica y lograr un mejor sonido. ¿Cómo piensa trabajarlo?
"Parte por escoger un repertorio que le permita ir creciendo a la orquesta. Porque la tendencia es interpretar las grandes composiciones de autores como Mahler. Pero también son muy importantes Haydn, Mozart, Beethoven, que son un trabajo más de laboratorio y de sonido. Para mí es fundamental, durante los ensayos, ir fortaleciendo por secciones la orquesta: los vientos, las maderas, los bronces. Por ejemplo, para interpretar a Bruckner los bronces son más delicados y hay que trabajarlos más. Así se va dando énfasis a las secciones de la orquesta para llevarla a un nivel más alto".
-Una de las características de la próxima temporada de conciertos es la amplitud del repertorio. ¿Qué criterios empleó para esta línea más ecléctica en tiempos y estilos?
"Uno de ellos es que en Santiago están acostumbrados a Bach, Beethoven y Tchaikovsky, pero mi opinión es que el director debe ofrecer distintas orientaciones y estilos, ojalá en un mismo programa. Y una de las cosas más hermosas de un director es dar a conocer composiciones desconocidas para la orquesta y el público. Es esencial para la orquesta interpretar y conocer diferentes estilos de música. En la misma música romántica, por ejemplo, hay una diferencia profunda entre un Tchaikovsky y Sibelius".
-Y entre los compositores más desconocidos para nosotros, ¿quién destaca?
"El danés Carl Nielsen. Es un compositor clásico muy conocido en Europa central y dudo que aquí se haya tocado. Presentaremos la gran Segunda Sinfonía".
-¿Qué nos puede decir del genial y desconcertante compositor ruso contemporáneo Alfred Schnittke, que abre la temporada 2014 con un concierto para viola?
"Es un enorme compositor y aquí es muy poco conocido. Tocaremos una pieza muy irónica que se llama "Moz+ art a lo Haydn", en un programa en que también se interpretará a Mozart y Haydn. La idea es combinar lo clásico con lo más contemporáneo en una misma función. Schnittke es una puesta al día de Shostakovich. Estudió con él. Y si Shostakovich viviera, es probable que hubiera terminando tocando como él, quien fue además un gran amigo hasta mi partida de la URSS".
-¿Usted se fue de Rusia por razones políticas?
"Sí. No podía soportar continuar viviendo bajo un régimen de hipocresías. Quería que mis dos hijos crecieran en un ambiente de libertad donde pudieran decir lo que pensaban y hacer lo que decían".
-El régimen soviético criticó fuertemente a Schnittke y calificó de excéntrica su Sinfonía N° 1
"Sí, pero es absolutamente errado. Schnittke trajo nuevas formas a la creación artística y para esa sinfonía escribió una cadencia silenciosa: el gesto reemplaza al sonido".
-Otra obra de Schnittke, en cambio, Concerto grosso para 2 violines, tiene varios géneros musicales.
"Sí, ¡es muy ágil y novedosa! Tiene partes de jazz. Recuerdo que cuando empecé a dirigir el Conservatorio en Rusia, el día en que se reunía el comité central del Partido Comunista aprovechábamos de hacer un concierto de Schnittke. El director Gennady Rozhdestvensky fue pionero en su música".
La escuela rusa, el ser ruso...
-Usted trabajó mucho tiempo con Leonard Bernstein, ¿cuál fue su principal enseñanza?
"Sin desmerecer la cantidad de encargos para la Filarmónica de Viena o la Filarmónica de Nueva York, lo que más destaco es su increíble talento como psicólogo. Lo conocí apenas emigré de Rusia a Estados Unidos. Llegué con una serie de complejos y él fue quien más me ayudó a ser como soy y continuar el trabajo musical que había empezado en Rusia con maestros, como los directores Leo Ginzburg y Kirill Kondrashin".
-Usted dió su primer concierto de piano a los ocho años.
"Sí. También estudié violín, me ayudó mucho a desarrollar el repertorio y mi oído. Dejé de tocar violín temprano, pero sigo con el piano. Siempre busco grandes sonoridades".
"Tuve la suerte de recibir desde niño una educación musical gratuita muy completa. Un recuerdo memorable fue cuando una prima me llevó al primer concierto que escuché de la Sinfónica rusa. Tenía siete años. Fue un concierto de Tchaikovsky y me acuerdo de que lloré durante una semana. No entendía cómo se podía lograr eso tan maravilloso. Hoy percibo cómo me afectó ese concierto en mi vida. En la música estaba lo que tenía que hacer y decir".
-¿Cuáles son sus compositores preferidos?
"Los que están más profundamente enraizados en la psicología humana: Bach, Brahms, Schubert, Tchaikovsky, Mahler, por supuesto ¡Shostakovich! Son músicos que expresan el dolor humano. Para mí, la música es mi vida, mi condición, mi familia. Y difundir todo lo aprendido es lo que me mueve".
-El ser ruso, su espíritu, ¿cómo lo determina?
"Mi origen ruso me marca absolutamente. La música es mi lenguaje y ese lenguaje surge de la vida cotidiana. Yo nací justo después de la Segunda Guerra Mundial, habían muerto millones de personas y antes otros varios millones durante el régimen de Stalin. Luego de su muerte, comenzó lentamente un despertar en la URSS hacia el descubrimiento de lo bueno y de la verdad. La música fue un componente esencial en ese proceso".
-¿Qué obras rusas tienen más significación para usted?
"La musica de Tchaikovsky, por supuesto, y ahí está la ópera 'Eugene Oneguin', 'La dama de Pique', la IV y la V sinfonías. De Rajmaninov me quedó con las Danzas Sinfónicas (II y III). Escojo todas las sinfonías de Shostakovich y el Prokofiev monumental de la 'La Guerra y la Paz'. ¡Y Schnittke!
-Usted fue también muy cercano a Shostakovich
"Es con quien me siento más cercano en lo musical. Tuve el privilegio de estar siete días con él, durante la preparación del estreno de la Sinfonía N14, que fue dirigida por Rudolf Barshay".
-¿Y cómo ve el auge de la música rusa y de nuevos intérpretes? ¿Hay una tendencia ?
"No es ninguna sorpresa que haya tan buenos intérpretes y músicos rusos hoy. Conociendo desde el interior la escuela rusa puedo asegurar que el nivel y desarollo viene de antes. Yo mismo tengo varios alumnos rusos en la Master Class, que son directores en importantes teatros de Europa. En Chile quiero seguir con estas clases y ampliarlas a Sudamérica, para que vengan de Brasil, Argentina, Colombia. ¡Pero trabajar en ello con la Sinfónica!".
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