sábado, octubre 19, 2013

Revelan la pasión y la intriga tras el Órgano de la Catedral

El Mercurio

Una historia de más de 160 años de tensión entre lo sacro y lo profano. Empeñado en construir una religiosidad más moderna, el arzobispo Rafael Valdivieso no escatimó recursos en reformar la tradición del templo. Pero se encontró con un músico de infinitas habilidades diplomáticas.

Romina de la Sotta Donoso

El musicólogo José Manuel Izquierdo König (1985) está haciendo un doctorado en la Universidad de Cambridge, becado por la Fundación Gates. Hace siete años trabajó como voluntario en la limpieza y reparación del Gran Órgano de la Catedral de Santiago, que entonces llevaba 35 años completamente mudo.

Y ahora rescata la apasionante historia que esconde la llegada, a mediados del siglo XIX, de ese magnífico instrumento inglés, en el libro "El Gran Órgano de la Catedral de Santiago de Chile. Música y modernidad en una ciudad republicana (1840-1860)".

" Deve ser grandioso ", le escribe el arzobispo Rafael Valentín Valdivieso al deán de la Catedral en agosto de 1847, cuando se promulga la adquisición de un órgano para ese templo. Se elige a la Casa Flight & Son de Londres para que fabriquen el instrumento, con un costo total de $13.636.

En abril de 1849 le informan al sacerdote que el órgano ya está montado y sonando en el taller inglés. No pierde el tiempo: en la siguiente edición de la Revista Católica un artículo reza que " la sustitucion del órgano a la orquesta trae, entre otras, la importante ventaja de que no siendo apropiado aquel mas que al templo, los que deben tocarlo no tienen cabida en los salones o en los teatros y por lo mismo no se ven precisados a beber en fuentes enturbiadas por la profanidad ".

La dicotomía entre el teatro y la iglesia se había instalado con la Independencia. "Antes, la Iglesia y el Estado, es decir, el rey y el papa, eran entendidos como un todo, y las celebraciones de la autoridad eran un solo proceso ritual donde la música era el componente simbólico de mayor relevancia", explica Izquierdo. "En la transición de la Colonia a la República se produce un quiebre pues el Estado necesita identificarse con alguna música, y toma la ópera como suya. Por eso construye el Teatro Municipal de Santiago. En la Iglesia, que debe tomar su propio rumbo, surge la idea de modernizar el ritual. Y ahí entra el órgano, que debía ser magnífico", agrega.

Intriga catedralicia

Hacia 1840, la orquesta de la Catedral era la mejor del país. Su director era un maestro de capilla que además componía y arreglaba música para el templo. Tarea nada de sencilla, pues los feligreses tenían altas expectativas de cada "función clásica", y de las innovaciones que se exhibirían en las misas de festivos, los sacramentos de los jueves y miércoles y en las vísperas de Cuaresma. Especial atención concitaban Semana Santa, Navidad, Fiestas Patrias y todo aniversario cívico.
En paralelo, la ópera estaba en franco auge, y en el teatro abundaban oberturas como "La Italiana en Argel" (Rossini) y "La Flauta Mágica" (Mozart).

Por eso, en 1840 la alta sociedad mira con entusiasmo la contratación, como maestro de capilla del famoso cantante lírico Henry Lanza. Sin embargo, sus espectaculares esfuerzos musicales no son apreciados por la Revista Católica, que es tajante en una reseña de 1845: " Quisiéramos elogiar la orquesta; pero ¿como hacerlo cuando hemos visto que el año anterior ejecutó un miserere nuevo, y en el presente toda la música ha sido la misma que se tocaba en el siglo pasado, y que el publico casi tiene de memoria? Verdad es tambien que la opera ha hecho disminuir el numero de los musicos y quiza por esta causa no podrian los restantes ejecutar piezas de mas obra ".

Como provenía de un mundo más glamoroso, Lanza suele sobrepasar el presupuesto asignado a cada ocasión solemne. En vez de negarle los montos, monseñor Valdivieso abre una investigación sobre los excesos, la que concluirá con la expulsión de Lanza en 1846. " Tengo en mi apollo la justicia y la conciencia de no haber faltado a mis obligaciones. A mi se me ha juzgado sin ser oido, y por este motivo se me ha impuesto una pena que no habria tenido lugar en el caso contrario ", dice la dramática carta que le envió al arzobispo, sin efecto alguno.

"Lanza creía que, como músico de la Catedral, dependía del Estado. No vio venir lo que sucedió. Y ha sido muy ninguneado hasta ahora", apunta el musicólogo.

"Valdivieso es un personaje central del siglo XIX y de lo que somos hoy como chilenos, porque nos imprimió una idea de religiosidad que venía con ecos de Europa al comprar este órgano. Él quería una religiosidad más moderna y privada", asegura.

Su objetivo era dejar atrás el modelo colonial de culto, que los liberales acusaban como un " loco misticismo que habla a los sentidos y no al corazón ". En sólo tres años, por ejemplo, la fastuosa Iglesia de la Compañía ofició 252 funciones con música en vivo y velas que ardían entre una y tres horas, práctica que remató en el trágico incendio de 1863.

Valdivieso también quería reducir la adhesión de parte del clero y de la clase dirigente a la "religiosidad popular". Criticaba tanto las loas al Niño Dios de los cantores populares como los " pífanos y otros instrumentos que imitan cantos de ave o gritos de cuadrúpedo ".
Él se encargaría de establecer un nuevo timbre que diferenciara, de una vez por todas, lo sacro de lo profano.

Estrategia parda

El estreno del gran órgano Flight de la Catedral, en 1850, marcó un antes y un después. Tal como pretendía Valdivieso, su llegada estimuló la compra de órganos similares en todo Chile, con las platas del salitre. "Además, otras catedrales de América Latina comenzaron a imitar a la santiaguina", aclara Izquierdo.
No obstante, el gran órgano tuvo detractores desde el primer día. Su principal argumento: " Nuestros hábitos i casi diriamos nuestro culto romano rechazan el órgano solo. Este instrumento es propio del protestantismo ".

Percepción que no desapareció del todo. "Había momentos de órgano solo, pero la mayoría de la música siguió siendo vocal. Es que el órgano solo siempre se consideró muy protestante", dice el musicólogo.
Sucede que el hombre que Valdivieso eligió como maestro de capilla resultó ser también un genial estratega. José Bernardo Alzedo era peruano de nacimiento y pardo -de madre negra y padre blanco-. Sus quince años en el cargo son el punto más alto de producción musical de la Catedral Entre sus obras capitales están su gran Miserere y la Pasión del Viernes Santo, y sus estrenos son numerosos. ¿Cómo consigue tanto sin contar siquiera con una orquesta? Lo primero que hace es solicitar que la Iglesia contrate cantantes propios, con un argumento que sedujo a Valdivieso: para evitar que " voces destinadas al ejercicio de las divinas alabanzas, sirvan de pábulo a las profanidades teatrales ".

Izquierdo aclara que "Alzedo venía de otra cultura, había aprendido en la Colonia, y le toca trabajar en la República. Él quería seguir escribiendo grandes obras para muchos músicos. Sin embargo, cuando se encuentra con este arzobispo ilustrado, se reinventa".

Su habilidad es antológica, en vez de vociferar contra el órgano, dos días antes de que terminen de armarlo, Alzedo le envía a Valdivieso una partitura para órgano, dedicada a él. Es su Victimae Paschalis . Y lo conquista.

"Es curioso, pero algunos de los motetes que compone Alzedo para el órgano no son muy religiosos, sino de corte operático o militar. ¡Hay uno que termina en la misma cadencia que el Himno Nacional!", exclama el musicólogo.

También jugó un rol la mala salud del organista inglés que llega con el instrumento, Henry Howell, y que suele caer enfermo sin avisar. Ante la emergencia, Alzedo arma una orquesta para salir del paso. La práctica se traslada luego a todas las ocasiones solemnes -Corpus Christi, Semana Santa, Navidad y Dieciocho-, para estar seguros de que habrá música.

"Simbólicamente, eso es muy fuerte, y esa tradición quedó hasta el día de hoy, para el Te Deum se lleva orquesta, no se toca el órgano", dice Izquierdo.

Tulio Hempel sucederá primero a Howell y después también a Alzedo. Su trabajo se sumará a sus predecesores en la construcción de un riquísimo Archivo Musical, pero un nuevo acontecimiento deja en 1899 al órgano a la sombra y reduce para siempre la proyección de su sonido: la Catedral de Santiago fue arquitectónicamente modificada. Era el momento de que su fachada fuera magnífica.

 "Es casi más valioso para los ingleses que para nosotros"

El órgano de la Catedral de Santiago fue el último diseñado por Benjamin Flight hijo. "Es casi más valioso para los ingleses que para nosotros, y por eso los especialistas lo han venido a ver y se ha escrito al respecto allá. Es uno de los últimos instrumentos que se construyó en la estética propia de Inglaterra , que es con mucha más madera que otras escuelas, con sonidos más soplados, y con un uso especial de los registros. Después de él, se empezaron a transformar todos los órganos ingleses a una estética más alemana-francesa. Por eso para ellos es casi milagroso que en Chile quede uno", explica José Manuel Izquierdo. Además, sólo en él pueden interpretarse apropiadamente ciertas piezas de Russell, Samuel, Wesley y Mendelssohn.
El órgano Flight capitalino volvió a sonar en 2008 gracias a la dedicación de un grupo de voluntarios, y en 2011 acompañó a la Orquesta Sinfónica en la Sinfonía Nº2 de Mahler. "Actualmente suena en casi un 100%, pero con serios defectos de entonación y falta de tubos", reconoce Izquierdo. "Tiene muchos problemas, pero está en un estado de casi el 90% de originalidad , con sus mecanismos originales y casi todos los tubos puestos. Es totalmente factible recuperar su sonido original, pero necesitas expertos en organería histórica; es un trabajo artesanal caro y lento".


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