domingo, octubre 16, 2016

Bob Dylan: El cancionero personal más grande de Norteamérica

El Mercurio

Articulador de tradiciones musicales como el blues, el folk y el country, su obra trasciende el poder de las letras para ser el gran puente narrativo de los últimos cincuenta años.  

John Pareles, crítico musical de The New York Times 

¿Por qué se demoraron tanto?
Esa es la única pregunta que hay que hacerle al comité que finalmente escogió a Bob Dylan como Premio Nobel de Literatura 2016.

No es que un nuevo trabajo finalmente logró lo que parecía imposible. Dylan ha sido reconocido por todo quien ame las letras -sin mencionar a la música- desde los sesenta, cuando al poco tiempo de haber aparecido recibió un adjetivo para denominar su propia escuela literaria y musical: Dylanesco. Su último disco con canciones originales fue "Tempest" de 2012, y luego de eso ha estado rindiéndole tributo al Gran Cancionero Norteamericano anterior al pop y al rock, como ha sido su disco de covers de Sinatra.

Sin embargo, no hay cuestionamientos de que él mismo ha creado, por su propia cuenta, un cancionero americano grandioso: un e pluribus unum ("de muchos, uno") lleno de momentos de alto vuelo y a la vez hogareño, narrativo e imaginativo, erudito y terrenal, romántico y cortante, devoto e iconoclasta, acusador y oracular, personal y universal, compasivo e implacable. Su ejemplo ha enseñado a escritores de todo tipo -no solo a poetas o novelistas- sobre estrategias de escritura con gran claridad y libre asociación, poniendo énfasis en la brevedad telegráfica o estados de ánimo ambiguos.

Un obstáculo para el reconocimiento de la calidad literaria de Dylan -aunque finalmente le dieron el Pulitzer en 2008 y el premio de la Academia Americana de las Artes y las Letras en 2013, y ahora el Nobel-, ha sido que él es un compositor, por lo que sus palabras se escuchan mejor con su música. Otro problema es que su voluminosa obra incluye algunas escorias desechables. Ambos postulados son absolutamente ciertos, ¿y qué?

El material bueno de Dylan, en toda su abundancia, es igual de envidiado que el de muchos escritores que solo trabajan sobre el papel. Tal como cualquier figura literaria que haya emergido en el siglo XX, él ha escrito palabras que han resonado en todas partes: citado por revolucionarios y presidentes, vociferado por manifestantes, estudiado por eruditos y llevado al corazón en un sinnúmero de momentos privados.

Al igual que tantos poetas amados por la academia como Ezra Pound o T.S. Elliot, Dylan se ha colocado a sí mismo en un continuo literario donde se concentran las alusiones y los significados se amplían. Pero hace medio siglo, donde los guardias de la cultura diligentemente ponían límites entre lo que era el alto y bajo conocimiento, Bob Dylan no solo sacó sus alusiones de la literatura occidental, pero también del blues y las noticias, alegremente golpeando sus cabezas juntas. En "Stuck Inside of Mobile With the Memphis Blues Again" puso a Shakespeare en un callejón. Él apuntó directo hacia algunas de sus fuentes: Woody Guthrie, Robert Johnson, Arthur Rimbaud, la Biblia, los Beats, y sobre todos, los escritores anónimos y los narradores del folclore que contaban las historias que ellos habían escuchado. Él juntó y citó a muchos otros, transformándose en un pionero posmoderno y, eventualmente, en algo como una suerte de internet conformada por un solo hombre. Dylan se transformaría casi de forma instantánea en una fuente de aforismos y alusiones, un escritor que otros escritores usarían para escribir, hasta que, generaciones después, sus innovaciones llegaría a ser parte de la herencia estadounidense.

Es un lugar común -pero uno verdadero-que existe una línea de Dylan para cada ocasión, y otro lugar común es que una frase de alguna de sus canciones puede describir una situación décadas después de que fue escrita: A través de los años, sus enigmas se han transformado en profecías. En el intertanto, el hecho de que sus palabras estén escritas para ser cantadas, que son emanaciones físicas de aire, tono y articulación, usualmente le agrega una disciplina adicional: la edición rigurosa que está impuesta en la tradición oral. Aquí no hay espacio para los paréntesis, pies de página o explicaciones, pero sí hay rimas. Líneas como esta, sacada de "Isis", combinan el tono de las cintas de film noir con el rigor de las pruebas matemáticas:

"She said, 'Where ya been?'. I said, 'No place special'. She said, 'You look different'. I said, 'Well, not quite'. She said, 'You been gone'. I said, 'That's only natural'. She said, 'You gonna stay?'. I said, 'Yeah, I jes' might'".
("Me dijo, '¿Dónde has estado?' Yo le dije, 'En ningún lugar especial'. Me dijo, 'Te ves diferente'. Yo le dije 'Bueno, no tanto'. Me dijo, 'Tú te has ido'. Yo le dije, 'Eso es solo natural'. Me dijo, '¿Vas a quedarte?' Yo le dije: 'Sí, quizás lo haga').

Las canciones de Dylan adquieren mayor kilometraje y más significados con cada inflexión que les da sobre el escenario de su tour que nunca acaba. Él puede afilarles sus púas, desentrañar sus emociones mixtas e infundirles pasión e ironía, constantemente rescatándolas de su propia familiaridad, constantemente recargando su reputación, como si ya no hubiese ganado todo. Pero con todo lo que ha escrito, toda canción debe ser fuerte, casi monumental, para merecerse un lugar en uno de sus shows.

El sitial de Dylan en la literatura -la forma como dibujó a partir de la música folclórica y su conservacionismo colectivo su propio cambio de paradigma personal- estaba claro antes de que el establishment literario se dignara a reconocerlo. El Nobel no tiene por qué certificar a Dylan; medio siglo de literatura ya ha hecho eso. De todas formas, mejor tarde que nunca.

 Dylan desde Chile
Eduardo Gatti
Cantautor y miembro fundador de Blops
"A Dylan lo escuché por primera vez a los 16 años. Y, para mí, fue como una revelación. Él me hizo darme cuenta que se podían hacer buenas letras, que no solamente tuvieran sentido para uno, sino que también para la gente. A los 20 años, cuando yo compuse 'Los momentos', obviamente, había algo de eso: la influencia de letras que reflejaran algo real".
Canción favorita:
"A hard rain's a-gonna fall".
Disco favorito: "'The freewheelin' Bob Dylan' (1963). Creo que es el álbum más redondito".

Gonzalo Planet
Bajista de Matorral
"Dylan generó una escuela de cantautoría rica y diversa tremendamente influyente para varias generaciones, y quizá el rumbo que tomaron los Beatles a mediados de los años 60 no habría sido el mismo sin el impacto que les causó su obra".
Canción favorita: "'The times they are a-changin'' logra sintetizar una era de cambios clave del siglo XX".
Disco favorito:  "'Highway 61 revisited' (1965). Un disco memorable por el arrojo de ampliar la tradición folk hacia la electricidad".

Juan Mateo O'Brien
Cantante y fundador de Los Vidrios Quebrados
"Yo estaba en París, en 1964, cuando leo que Jean-Paul Sartre y Simone De Beauvoir estaban postulando a un tal Bob Dylan al Premio Nobel de Literatura por sus letras. Yo nunca había lo escuchado y, como venía de vuelta a Chile por Nueva York, paré en ese lugar y me compré 'The freewheelin' Bob Dylan'. Lo que siempre me ha influenciado es su idea de que la persona que canta a un público tiene una responsabilidad respecto a ese público y a lo que dice. Eso viene de Dylan: escribir cosas que tengan contenido y sentido, aunque sean cosas de amor, pero hacerlas con cariño y seriedad".
Canción favorita: "Mr.Tambourine man".
Disco favorito: "Blonde on blonde" (1966).

Patricio Manns
Músico, novelista, ensayista y poeta
"Con 'Blowin' in the wind' cambia radicalmente la estructura de las canciones populares. Dylan muestra un acendrado compromiso con el hombre, contrariamente a las canciones estadounidenses, con excepción de algunas canciones de jazz como 'Strange fruit'".
Canción favorita: "'Blowin' in the wind".
Disco favorito: "Nunca recuerdo los discos por su nombre, solo canciones".


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