domingo, octubre 16, 2016

Nobel para Bob Dylan: "Cuántas veces debe un hombre levantar la vista..."

El Mercurio

"Los tiempos están cambiando, quizás", dijo Sara Danius, la secretaria de la Academia Sueca, al anunciar al cantautor estadounidense como ganador del galardón. Figura central de la cultura de EE.UU. de los últimos 50 años, Dylan es el primer músico en ganar el Nobel de Literatura.  

ROBERTO CAREAGA C. 

Venía llegando a Nueva York. Tenía 20 años; corría junio de 1961. Convenció al dueño del Cafe Wha? -un bar del Greenwich Village-, y se subió al escenario con una guitarra y una armónica. Tras una canción, Bob Dylan contó en lo que andaba: "He estado viajando por el país, siguiendo las huellas de Woody Guthrie". Era cierto. No solo había llegado literalmente hasta el psiquiátrico donde residía el influyente compositor folk estadounidense para presentarle sus respetos, pues también estaba haciendo canciones que seguían el estilo político y social de Guthrie, como si él también fuera un trovador errante que en un par de líneas pudiera atrapar el sentir de su tiempo. Después vinieron los himnos, la protesta, el rock. Después, Bob Dylan se convirtió en un ícono.

Figura omnipresente de la música popular de los últimos 50 años y la más escurridiza encarnación de la contracultura norteamericana, ayer Dylan volvió a romper los moldes: por "haber creado una expresión poética dentro de la gran tradición de la canción americana", la Academia Sueca le otorgó el Premio Nobel de Literatura 2016. Si el año pasado el galardón ya había esquivado la literatura tradicional al premiar el periodismo de la bielorrusa Svetlana Aleksiévich, ahora prácticamente redefinió los límites de lo literario: el papel y la tinta no son para lo que escribe el poeta Dylan, sino para acompañar una melodía que cantar. "Los tiempos están cambiando, quizás", dijo Sara Danius, la secretaria de la Academia, citando una famosa canción del premiado.

O quizás no han cambiado tanto: "Si miramos para atrás, bien atrás, uno descubre a Homero y Safo, que escribieron textos poéticos o piezas que estaban hechas para ser escuchadas, representadas, a veces acompañadas con música. Y aún hoy los leemos y los disfrutamos. Es lo mismo con Bob Dylan: puede ser leído, y debe ser leído", agregó Danius mientras el mundo literario se sobreponía a la sorpresa: a 23 años de premiar al último autor estadounidense, la novelista Toni Morrison, la Academia ignoraba a narradores como Philip Roth o Don DeLillo, y en vez de optar por algún poeta como John Ashbery o Charles Simic, optaba por un rockero.

Pero su peso literario ya parece fuera de discusión, pues desde 2013 es miembro de la American Academy of Arts and Letters. Es el único músico de rock entre ese grupo de autores. Antes, claro, estuvo junto al poeta Allen Ginsberg, un cómplice de los 60 y que en 1996 declaró su admiración por el músico en la primera postulación oficial al Nobel: "Dylan es uno de los más grandes bardos y juglares norteamericanos del siglo XX, y sus palabras han influido en varias generaciones de hombres y mujeres de todo el mundo", dijo.

Volviendo a casa

Nacido 1941 en Duluth, Minnessota, fue bautizado en las tradiciones judías como Robert Allen Zimmerman. Primero se cambiaría el nombre; años después cruzaría al catolicismo. Formado mientras estallaba el rock and roll, Dylan encontró en el folk el soporte para su estilo. Sus primeros shows en Nueva York estaban hechos de un repertorio de clásicos rurales, como también su primer disco ("Bob Dylan", 1962), que solo tiene dos canciones propias. "Cuántas veces debe un hombre levantar la vista / antes de poder ver el cielo", cantaba en su clásico "Blowin in the Wind", que escribió en abril de 1962, aún bajo el influjo de Woody Guthrie.

Según el mismo Dylan, sus raíces son más profundas: "Mis canciones son como cuentos de misterio, de esos que vio Shakespeare al crecer -creo que así de lejos se podría rastrear lo que hago-. Estaban en los márgenes entonces, y creo que están en los márgenes ahora. Y suenan como si hubieran estado en tierra dura".

La lírica de Dylan tiene también ecos literarios: desde el evidente Dylan Thomas, de donde sacó su nombre y una dramática oscuridad, hasta Arthur Rimbaud, pasando por innumerables citas bíblicas. Parte del tono de sus primeros discos proviene de ahí, y le dieron una sustancia al folk político de discos como "The Freewheelin' Bob Dylan" (1963) y "The Times They are a-Changin'" (1964). Pero luego, y mientras cambiaba la guitarra acústica por una eléctrica, su lírica se volvió literariamente más densa, caótica, claramente influida por los poetas beat . En esos días empezó a escribir "Tarántula" -publicada finalmente en 1971-, una novela inconclusa hecha de largas improvisaciones que citaba a William Burroughs y Jack Kerouac.

De ese periodo proviene la canción que hizo que Nicanor Parra lo reverenciara, "Tombstone blues" (1965), que dice: "My father is in the factory and he has no shoes (mi padre está en la fábrica y no tiene zapatos/ my mother is in the alley looking for food (mi madre está en el callejón buscando comida)/ and I'm in the kitchen with the tombstone blues (y yo estoy en la cocina con los blues de la lápida)". Según dijo Parra el año 2000, "con esos tres versos Dylan se hace acreedor a todo. (...) Es realismo real, con la fábrica, el callejón y la cocina, donde está el niño solo con los thumbs blues".

"Llegué a basar un disco entero en las novelas de Chéjov. La prensa pensó que era autobiográfico", dijo alguna vez Dylan sobre "Blood on the Tracks" (1975), un disco de un hombre sentimentalmente herido que con 34 años ya había hecho y desecho un estilo, adentro y fuera del folk y el rock. Y, también, le había dado la banda sonora a los convulsionados 60. Le quedaba aún la mitad de su carrera. Es cierto que pasó décadas haciendo discos menospreciados por la crítica, pero desde mediados de los 90 ha tenido un renacer musical; y de parar, ni hablar: desde fines de los 80 está embarcado en el Never Ending Tour, una gira literalmente sin fin que ya lleva 3 mil conciertos en todo el mundo. De hecho, esta noche vuelve a tocar en el festival Desert Trip.

Heredero consciente de una tradición musical americana, este año Dylan publicó "Fallen Angels", un disco de versiones de canciones interpretadas por Frank Sinatra. Suspendió su larga exploración en torno al rock, un viaje que cristalizó en "Crónicas. Volumen 1" (2005), una memoria que reveló que era un narrador fino y de una sencillez luminosa. El libro tenía algo más: rastreando sus orígenes musicales en los 60 y sus inicios como compositor, Dylan aparecía buscando una identidad en la tradición. Aún parece seguir en ese tránsito: "No tenía realmente ninguna ambición. Nací muy lejos de donde se supone que soy, y entonces estoy en camino a casa", le dijo a Martin Scorsese en 2005 para el documental "No Direction Home".

Para la Academia Sueca, en ese movimiento creó un lenguaje nuevo; para Raúl Zurita, nos llevó de vuelta al origen de la poesía. "Este es el Nobel más crucial que se ha dado en los últimos 20 años. Su obra desborda la parcelación de los campos de la literatura, para volver a lo antiguo. La poesía nació con el canto, y eso es lo que retoma en toda su magnitud la obra y la poesía de Bob Dylan. Ha reflejado como nadie nuestro tiempo", dice el escritor.

 Paula Miranda Académica de la UC
"Se le ha considerado como alguien que tiene una trayectoria parecida o paralela a Violeta Parra. Ambos son catalizadores de muchos géneros, de las tradiciones más populares y folclóricas, y también de tradiciones de la cultura del espectáculo. Para ellos no hay límites entre lo culto y lo popular, lo oral y lo escrito; el arte es uno solo, y es de la palabra, finalmente".

Sergio Parra Dueño de la librería Metales Pesados
"Creo que es lo mejor que puede pasar. La gente no tiene que salir corriendo a las librerías a buscar un libro de alguien que no conozca, va a prender la radio y ahí va a estar. Es algo que todos conocen, es parte del imaginario cultural de una sociedad... Escucho a Bob Dylan todos los días".

Óscar Hahn Poeta y Premio Nacional de Literatura 2012
"El mérito de la Academia es validar la idea de que hay letras de canciones que son verdaderos poemas y que merecen ser reconocidas como parte de las artes literarias. Me alegra particularmente que la Academia Sueca haya tenido el coraje de premiar a Bob Dylan".

Camilo Marks Crítico literario
"La Academia Sueca está cambiando. El año pasado se lo dieron a una periodista, a una cronista, y ahora a un cantante; entonces, está reconociendo que la cultura popular es también cultura".

Manuel Silva Acevedo Poeta y Premio Nacional de Literatura 2016
"'Blowin in the Wind'... es lo que hacemos los poetas contra viento y marea".

Fernando Ubiergo Cantautor
"Es una señal potente, porque implica una mirada diferente respecto de un arte. Creo que el texto de una canción no es poesía, tiene elementos de esta, pero es palabra oída, no leída, y es un género que no ha sido lo suficientemente reivindicado. Por lo tanto, que le den un premio a Dylan por la lírica de sus canciones es un hecho notable. Hay un mirada a un músico que hace un oficio que jamás fue considerado para ganarse un premio".

Rafael Gumucio Escritor
"A través de él premian a la generación beatnik , que fue su inspiradora y que nunca recibió el premio. Ginsberg, Kerouac, Burroughs, ninguno recibió ningún premio o muy pocos. A través de Bob Dylan, se premia a toda una generación, a toda una forma de hacer poesía".

Hernán Rojas Productor musical
"Muchas de sus canciones son verdaderos himnos. Finalmente, este premio tiene que ver mucho con la misión del Nobel de crear un mundo mejor. Hay valores que son claves acá, como el respeto, la paz, el bienestar, y la paz espiritual y mental de las personas".

Claudio Bertoni Poeta
"Me impresiona que le den el Premio Nobel de Literatura. Lo hallo saludable por un lado, pero puedo pensar en 10 nombres de poetas norteamericanos que realmente se lo merecen más que él. En Chile, la poesía de Parra es simplemente superior. Pensé: si se lo dan a Dylan, cómo no se lo dieron a Ginsberg. Dylan es inexplicable sin Ginsberg".

Juan Pablo González Musicólogo
"Si bien hubiera preferido que nuestro Nicanor Parra finalmente lo hubiera recibido, se trata sin duda de un gran acontecimiento, y no solo para nuestra concepción de la literatura, sino que del propio arte... Fue justamente Dylan, a mediados de los años sesenta, junto a Los Beatles y a los rockeros británicos en general -en quienes influyó-, que empezaron a desarrollar una práctica literario-musical de aspiración artística".

El espejismo del pasado en su viaje al desierto

Era el timbre que le faltaba a la cita de leyendas del rock. El Desert Trip inesperadamente iniciará hoy, en Indio, California, su capítulo final abriendo con la presencia de un Nobel de Literatura. La mística que buscaba un espectáculo que congregó a los íconos vivos más trascendentes de la música popular llegó finalmente de la mano de las letras y no de un sonoro riff de guitarra.
Bob Dylan comenzó esta cumbre justo una semana atrás, mirando hacia su pasado más aplaudido, su rico catálogo de la década del 60, donde sus letras se enriquecieron cuando su camino lo llevó a tropezarse de frente con los poetas beat . El repaso de una prosa determinante dentro de la designación que anunció la Academia Sueca ayer.
El repertorio de la voz de "Like a Rolling Stone" sorprendió en el festival. El arisco cantautor, que en sus últimos discos hizo su propia interpretación de sus canciones favoritas de Frank Sinatra, apareció regalando un set dedicado a su período más clásico. Temas como "Rainy Day Women # 12 & 35", "Don't Think Twice, It's All Right", "Highway 61 Revisited" y "It's All Over Now, Baby Blue", fue la serie con la que sorprendió en el comienzo, no solo por representar una concesión a lo que venía haciendo en vivo en sus últimos años, cuando este cancionero estaba prácticamente borrado, sino que por acercarse a la fidelidad en que fueron concebidas a mediados de los 60. Esto también había sido olvidado, sometiendo sus canciones a un duro filtro, donde estructuras y acordes terminaban entregando una canción completamente diferente.
También su voz apareció más clara en este espejismo del desierto, que devolvió al escenario a un Dylan menos rasposo, aunque igual escondido en la penumbra: sin aceptar fotos durante su show y con apenas algunos instantes en las monumentales pantallas gigantes del festival. Su presencia fue, para la gran mayoría de los 75 mil asistentes que lo vieron -o escucharon-, la noche del viernes pasado, un espectro sonoro de una época irrepetible; un wurlitzer que se activó para tocar lo mejor de su obra y cumplir una tarea que se apagó sin saludo de entrada ni anuncios de despedida -solo abrió su boca para cantar-, cuando recién cumplía con una hora y media de actuación.
Transversal
Bob Dylan también ha sido premiado con más de diez Grammy, el Oscar (2000), el Globo de Oro (2000), el Príncipe de Asturias (2007) y el Pulitzer (2008).

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