Un equipo de especialistas diseñó un modelo interactivo de concierto para estudiantes con excelentes resultados.
Romina de la Sotta Donoso
Quinientos niños en uniforme repletan el Aula Magna de la Usach. Algunos son pequeños, pero la mayoría es de séptimo o más grande. Se apagan las luces y parte la Quinta Sinfonía de Beethoven. La sorpresa se instala en todos los rostros. Algunos se muerden los labios y siguen el ritmo con la cabeza. Pero todos atienden lo que pasa en el escenario.
Tras unos minutos, Nicolas Rauss, director de la Orquesta Usach, les habla: "En el año 1700, en Alemania, en una piecita sombría, el señor Bach tocaba música tan profunda que era casi religiosa". Y lo demuestra con una selección del Concierto para oboe.
Así parten los conciertos educativos de la Orquesta Usach, que reciben a 3 mil asistentes cada año, especialmente de colegios con alto índice de vulnerabilidad, en forma gratuita. Justo hoy y mañana hay funciones (Facebook.com/orquesta.usach).
Se trata de un modelo único. Gran parte de los conciertos educativos en Chile son solo repeticiones para colegios, sin explicaciones ni programas de mano, de modo que los niños llegan sin saber qué escucharán y se van igual.
En la Usach no sucede eso. Entre las piezas que toca la orquesta, Rauss va identificando las familias instrumentales, con ejemplos que divierten al público, como la música del juego "Mario Bross" o "La guerra de las galaxias". Son interpretadas selecciones de Mozart y Schumann, y también de "La pregunta sin respuesta", de Ives, y las "Danzas Rumanas", de Bartók. El encore es un arreglo de la cueca "La rosa con el clavel".
En los interludios, prueban si alguien reconoce al autor de la música de "El Chavo del 8". Y también hacen ejercicios impresionantes. Un ejemplo: mediante puntos y rayas, el director guía a los estudiantes en un motivo rítmico, que todo el teatro sigue con las palmas. Y luego, sin previo aviso, a las palmas se suma la orquesta en el ostinato de la Segunda Sinfonía de Schumann.
Ver con los dedos
Al final del concierto, se invita a los niños a subir al escenario. "Muchos de los músicos son profesores y por eso saben que los niños aprenden así, que tienen ojos en los dedos", aclara Felipe Ramírez, coordinador del proyecto. "Incorporamos la mediación artística para que la actividad no termine siendo acarreo de estudiantes. Queremos generar ideas en los profesores que les permitan motivar a sus alumnos", agrega.
El proyecto es cofinanciado por la Usach y un fondo concursable de Fomento al Arte en la Educación del Consejo de la Cultura. Esos recursos les permiten contratar a profesionales de la Red de Mediación Artística, Asoma. "Los mediadores preparan a estudiantes de pedagogía de la Usach, quienes luego actúan como monitores con los profesores. También están a cargo de los workshops con los profesores", explica Pérez.
Considerando que la gran mayoría de los niños -y profesores- no ha escuchado nunca música clásica en vivo, se diseña un guion temático y una guía impresa, con información, un mapa de la ubicación de los instrumentos y códigos QR para seguir explorando.
"Buscamos ir a la veta sensible del joven oyente, agradarlo y conmoverlo, con un género musical que no es precisamente aquél que más conoce", apunta Nicolas Rauss, director de la Orquesta Usach. Por eso se centran en la fuerza expresiva de la música, y no en la factura técnica o su historia. "Queremos abrir sus mentes. Ampliar su visión del mundo", cierra.
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