El Mercurio
Como cualquier persona, las estrellas no están eximidas de sucumbir ante la fatalidad. Pero algunos, como Lou Reed y su reciente trasplante de hígado, tienen la suerte de sobrevivir.
Andrés Panes
Nadie se enteró en tiempo real, porque el asunto fue manejado con suma discreción, pero el icónico rockero estadounidense Lou Reed estuvo a punto de perder la vida. Lo salvó un trasplante de hígado del que recién se supo este fin semana. En una entrevista publicada el sábado pasado en "The Times", la artista Laurie Anderson, esposa del músico, dio a conocer el final feliz de una historia que podría haber terminado con el ex Velvet Underground bajo tierra.
"Estoy más fuerte y más grande que nunca", declaró Reed en su página oficial. "Soy un milagro de la medicina moderna, la física y la química". El autor de "Walk on the wild side" atribuye su recuperación, en parte, a la rutina de tai chi que practica desde hace treinta años. La noticia de su grave enfermedad, en todo caso, no fue una sorpresa: las especulaciones sobre su salud surgieron a comienzos de año, después de que canceló una seguidilla de conciertos.
Similar fue el caso de un íntimo amigo y colaborador de Lou Reed, el retornado David Bowie. Un aura de absoluto secretismo rodeó al "Duque blanco" durante los últimos años. Se especuló incluso con su muerte, luego del ataque al corazón que sufrió en 2007 y que, según las fotos de los paparazzi que se lo encontraron por las calles de Nueva York, lo tuvo a muy mal traer.
El susto que pasaron ambos veteranos no se compara, eso sí, con ninguna de las experiencias límite que recopila el anecdotario de los músicos que engañaron a la muerte. Algunos lo hicieron de forma literal. Dave Gahan, el cantante de Depeche Mode; Phil Anselmo, ex vocalista de Pantera y actual miembro de Down, y Nikki Sixx, bajista de Mötley Crüe, tienen algo en común: los tres estuvieron clínicamente muertos durante varios minutos al inducirse sobredosis de heroína.
Otro amigo de las drogas, Ozzy Osbourne, conmocionó a sus seguidores cuando se supo que pasó ocho días en coma, a fines de 2003. Pero el motivo, en aquella ocasión, no tuvo que ver con su consumo de psicotrópicos, sino con algo más mundano. Un accidente en motocicleta lo dejó malherido, con ocho costillas y una vértebra del cuello fracturadas. Casi queda fuera de circulación para siempre.
Bryan Ferry, en cambio, estuvo a punto de fallecer en circunstancias extraordinarias. La voz de Roxy Music iba con su familia en un vuelo hacia Nairobi, Kenia, cuando un pasajero intentó secuestrar el avión. Después de controlar el incidente, los miembros de la tripulación le informaron al cantante de "More than this" y al resto de los viajeros que habían estado a punto de estrellarse. ¿Quién tiene la vida comprada?
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