domingo, junio 02, 2013

Juan Pablo González: el musicólogo del mundo popular

El Mercurio

Se inició como cantautor en los tiempos duros e integró el grupo Canto Nuevo, de Dióscoro Rojas. Juan Pablo González es conocido hoy como el hombre que condujo el estudio de la música popular en la academia, no sin enfrentarse a un clima hostil creado por escépticos. Su reciente libro "Pensar la música desde América Latina" será editado en Argentina y traducido al portugués e inglés.

IÑIGO DÍAZ

"Desgraciadamente, Sting no nos vio tocar", recuerda el musicólogo Juan Pablo González acerca de un episodio que lo ubica en 1990, con 34 años, en Los Angeles, California, y como integrante de Desborde, conjunto que formaba en esa ciudad junto a un puñado de músicos mexicanos, colombianos, estadounidenses y chicanos.

"Tocamos en el Café Largo, un lugar donde Sting estaba celebrando su cumpleaños esa noche. Después de él seguimos nosotros, pero se fue. Mala suerte: Sting no nos descubrió", dice el académico que en abril lanzó el libro "Pensar la música desde América Latina" (Ediciones Universidad Alberto Hurtado), y que durante este semestre tendrá novedades en Buenos Aires junto a próximas traducciones al portugués e inglés. Es la obra que viene a completar un largo recorrido del musicólogo en los estudios académicos sobre la música popular, como lo hizo en los dos tomos de "Historia social de la música popular en Chile" (con Claudio Rolle y Óscar Ohlsen) o "En busca de la música chilena", con José Miguel Varas.

El nuevo trabajo se instala en el pensamiento teórico de la musicología enfocada hacia las humanidades y ciencias sociales. Consiste en una recolección de textos que el musicólogo ha presentado en congresos en doce ciudades de Latinoamérica, en clases, doctorados, revistas y otras publicaciones.

"Hay que detenerla"

Juan Pablo González (1956) -hoy director del Instituto de Música de la Universidad Alberto Hurtado- es uno de los primeros musicólogos chilenos en incursionar en la investigación de la música popular, históricamente un área abandonada por la academia y reducida a las sobras de la música docta. Pertenece a una camada que se formó con los maestros originales: Samuel Claro Valdés, María Ester Grebe o Luis Merino.

"Pero los que salimos a comienzos de los 80, éramos muy poquitita gente. Y ese era, además, mi problema con la musicología: una actividad fundamentalmente académica y dentro de esa actividad era muy pequeña, y que no lograba salir de la universidad ni entrar en un campo profesional, que no tenía vínculos con los medios. En esos tiempos cuando algún musicólogo escribía un artículo en un suplemento dominical de algún diario, lo escribía con nota al pie de página", dice.

Egresado de la Universidad de Chile, vivió un panorama privilegiado como alumno de una María Ester Grebe recién llegada de su doctorado en antropología de la música en Belfast. Allí también fue ayudante de Samuel Claro, en los tiempos en que el académico realizó sus estudios sobre la cueca. Juan Pablo González fue testigo de las conversaciones entre Claro y el matarife y cantor Fernando González Marabolí.

Luego realizó su primera tesis de grado, investigando la década de 1930 en Chile. "Fue un período muy interesante en cuanto al desarrollo de la industria musical, la masividad, los bailes derivados del jazz, del tango y del folclor, que se transforma aquí en un producto de masas. Fue la primera tesis de musicología que se hacía en este campo", apunta González. En 1986 ganó una beca Fulbright que le permitió realizar un doctorado en la Universidad de California (UCLA). En ella trabajó sobre la década de 1980, investigando fenómenos musicales en Chile y de chilenos en el extranjero, con los casos de Los Jaivas, Inti-Illimani, Quilapayún, Los Prisioneros y Fulano, pero en simultáneo con los de compositores de la academia como Gustavo Becerra, Sergio Ortega, Andrés Alcalde y Eduardo Cáceres.

-¿Cuán difícil ha sido esta defensa de la música popular?
"Hay una frase que siempre recuerdo, del director de coro Mario Baeza: 'Tan talentoso Juan Pablo González. Qué lástima que se dedique a la música popular'. Parecía que fuera un desperdicio. Pero no culpo a Mario Baeza, porque ese era un prejuicio general, y me incluyo. Yo había estudiado a Beethoven y Mozart con Cirilo Vila. Y pasar de Beethoven y Mozart a Gardel y a Lucho Gatica para mí mismo no era fácil".

-¿Por qué la academia dejó de lado esta música?
"Los estudios musicológicos privilegiaban el arte y el patrimonio, representados por la música docta y el folclor. La música popular, que es cosmopolita, quedaba en tierra de nadie. Como es cosmopolita, recibe muchas influencias; entonces se percibe como atentatoria contra el patrimonio. Además tiene una influencia extranjerizante: hay que detenerla. Su soporte no es ni la partitura ni la memoria, sino la grabación, que es una herramienta de la industria. Y la industria tiene fines de lucro; por lo tanto, es música comercial y así pierde todo interés artístico para la academia, que finalmente la ha negado en su discurso".

-¿Eso era un prejuicio localizado o general?
"Los estudios de música popular en el mundo estaban recién instalándose en los 80, por ejemplo en Gran Bretaña. Un musicólogo importante en esta línea es el estadounidense Charles Hamm, que fue formado en la música del siglo XIV, pero terminó escribiendo en el diccionario Grove la entrada de popular music , que comienza en el siglo XVIII con los shows de los ministries songs . Él estudia desde los cantores ambulantes de ese tiempo hasta Bruce Springsteen. Se manda todo ese viaje en el tiempo. Creo que mucha gente de mi generación en Estados Unidos, Inglaterra y otros lugares vivía la misma situación: eran jóvenes a los que les interesaba la música popular, pero no lograban legitimarla en las sociedades de musicología ni en las universidades".

-¿Cuándo ganaron espacios?
"Creo que cuando la antropóloga de la música inglesa Jan Fearley nos contactó con la Asociación Internacional de Estudios de Música Popular (Iaspm). Nos empezamos a unir con colegas de países de la región y hacia 1997 creamos la rama latinoamericana de la Iaspm. Luego creamos la Sociedad Chilena de Estudios de Música Popular: hoy somos unos 70 académicos, desde Arica a Punta Arenas. Pasaron casi 20 años antes de que se formara esta red".

Unos vasos de chicha

-Los músicos tienen grandes egos. ¿Cómo son los de los musicólogos?
"Muy fuertes. A mí me ha significado varias pérdidas, pero el camino está lleno de rosas y de espinas. El musicólogo es como Indiana Jones, una mezcla entre antropólogo e investigador que vive la búsqueda de un tesoro: encontrar un manuscrito, un archivo, algo que no ha sido estudiado. Eso genera algún roce y cautela a veces innecesaria. Pero lo que yo hago está en la calle. Yo no ando protegiendo nada, porque se trata de música popular".

-¿Qué pasa si aparece un musicólogo nuevo en tu área?
"¡Maravilloso!, yo lo promuevo. Yo soy un generalista: trabajo en una amplitud. Con Claudio Rolle tomamos la música chilena en la vida social desde 1890 hasta 1970. Hay gente que trabaja en lo específico. Toman nuestra investigación con Rolle y sacan sus propios trabajos específicos en tango, música y teatro o rock. Eso es excelente. Nuestro discurso en el generalismo es que se necesita tanto la profundidad como la diversidad. Los fenómenos musicales no deben quedar aislados de otros fenómenos: es tango, pero también es bolero. Y los que tocan bolero también tocan rock and roll . Queremos salir de los compartimentos aislados y valoramos mucho que haya gente que trabaje en profundidad, para que se vaya completando el cuadro".

-¿Cuál ha sido tu perfil?
"Yo rompo con la idea del scholar fan , personas que tienen más o menos formación académica pero que básicamente comulgan con cierta música y por eso la estudian. Yo no estudio la música que me gusta. Yo entrevistaba a la Clarita Solovera. Y los Parra, que eran amigos míos, me echaban tallas. Bueno, Clarita Solovera tenía una relación con Violeta Parra que nadie había recogido porque los que estudiaban a Violeta Parra entrevistaban siempre a Ángel, a Isabel, a Nicanor. Yo entrevistaba a la Ester Soré y a toda la línea de la música típica porque tenía una visión musicológica del fenómeno".

-¿Y qué clase de cosas dicen esos artistas?
"Ellos idealizan el pasado, cuentan cosas divertidas, anécdotas. Se instalan en la importancia que tuvieron en sus años de esplendor. Con Luis Aguirre Pinto, si no nos tomábamos unos vasos de chicha, la entrevista no partía. Por suerte grababa, para acordarme. Yo entré a un espacio donde se valora la idea de "historia social", la "pequeña historia" de los franceses o la "historia de los vencidos" de los ingleses, porque en el fondo la gran historia la cuentan los ganadores: los grandes acontecimientos bélicos y políticos. Pero estos personajes son los protagonistas de otra historia, de la música popular, la que se escucha en el día a día".

"PENSAR LA MÚSICA DESDE AMÉRICA LATINA"
Juan Pablo González
Ediciones U. Alberto Hurtado
351 págs.
$12.000

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