El Mercurio
Una múltiple oferta de actividades nocturnas y culturales está teniendo lugar en la capital. Eso no es novedad, pero sí lo es que una parte de ella se esté concentrando en los primeros días de la semana: de lunes a miércoles. Una tendencia que, según sus protagonistas, recién comienza.
Javier Contreras
Hasta hace dos décadas la vida cultural y nocturna de la capital se restringía al fin de semana. Conciertos, obras de teatro y actividades nocturnas se concentraban en las noches de viernes y sábados. Pero poco a poco ese panorama fue cambiando. Fue durante los 90 cuando se masificó el concepto del "happy hour", ese par de horas después de la oficina donde los tragos estaban a mitad de precio en los entonces muy de moda "pubs", versiones modernas de los añejos bares, más acordes a la pujante situación económica de esa década.
Pero pasadas las 22 horas, el deber llamaba y hordas de oficinistas y ejecutivos emprendían el rumbo de vuelta a casa para tener el tiempo suficiente para reponerse de ese relajo y al día siguiente volver con la mejor cara al lugar de trabajo. A la par, otro concepto nacía: "el viernes chico". Se asimilaba a la noche de los jueves, algo así como una suerte de preámbulo, un adelanto de lo que vendría, un aperitivo de los dos días más esperados de la semana, esas urgentes válvulas de escape de la tensión acumulada durante las extenuantes jornadas laborales.
Pero avanzada la década pasada, de pronto, ya no bastó con la noche del jueves como bonus track del fin de semana. En bares y clubes tomaron nota de que había un público dispuesto a acostarse más tarde los días laborales y apostaron por extender el "viernes chico" al miércoles. Carolina Caselli, dueña del bar El Clan, ubicado en Barrio Bellavista, asegura que algunos clientes comenzaron a preferir ese día a los fines de semana. "Los fines de semana aquí se llena mucho y algunos no podían bailar a gusto. Entonces, venían los miércoles porque no estaba colapsado y se podía disfrutar más", sostiene.
Así, la vida nocturna durante la semana tuvo un nuevo aire, con un público específico que se sentía más cómodo en un ambiente menos congestionado que el de viernes y sábado. Lo de El Clan se replicó en otros bares de la bohemia capitalina y pronto se generó un circuito de tocatas y fiestas que tenía en el miércoles e incluso el martes su puntapié inicial.
Cambio de mentalidad
"Si hay alternativas, la gente va a salir de sus casas", comenta el director teatral Jeremy Rubio, quien actualmente monta la obra "Catalina y el fin" de lunes a miércoles en el Espacio CEAT. Para el actor, la vida cultural de Santiago dejó de regirse por la lógica del "jueves a domingo". "Los teatros son piezas de museo de lunes a miércoles. Estoy convencido de que hay que dar vida a los teatros toda la semana", explica. Y agrega que la gente ha respondido: "Todos los días estamos a sala llena y creo que es por un cambio de mentalidad de la gente, que ha entendido que la cultura no tiene por qué limitarse a los fines de semana".
Algo en lo que coincide Erwin Díaz, dueño de Thelonious, bar dedicado al jazz. "Se ha notado cómo la gente ahora está dispuesta a salir todos los días de la semana si le ofrecen propuestas interesantes". Díaz abre su local de Bellavista de martes a sábado y todas las noches una o dos bandas del género se presentan en vivo. Afirma que la causa de este despertar de la vida cultural y nocturna de Santiago tiene más de una causa. "Chile ha cambiado. La gente se siente más segura al salir de sus casas y eso influye mucho. Además, ya no tiene miedo a gastar y se permite gustos. Me atrevería a decir que estamos recuperando la vida nocturna que murió después del toque de queda", propone.
Insiste que no se trata de salir por salir. "La gente busca algo. Hay días que vienen menos personas porque el grupo que toca no es tan interesante". Algo que reafirma Caselli, de El Clan. "No todos los días son buenos. Una tocata nunca se va a llenar si la banda es mala", explica. Porque, con una explosión en Chile de conciertos y espectáculos internacionales de primer nivel que pueden caer en cualquier día de la semana, las nuevas generaciones de adultos ya no le temen al trasnoche, sea lunes, miércoles o sábado. Como en las grandes metrópolis, Santiago comienza a decir que mientras haya algo que ver, escuchar o bailar, la ciudad puede dejar de dormir.
¿Dónde ir?
Amanda:
El centro de eventos ubicado en Vitacura abre de martes a sábado. Los martes tienen fiestas dirigidas a un público mayor de 25 años y los miércoles realizan conciertos con bandas emergentes y también consagradas.
Subterráneo:
El local de Paseo Orrego Luco abre sus puertas de martes a sábado. Su especialidad es la música negra y, tanto martes como miércoles, realizan tocatas de exponente locales del hip-hop y el funk.
Maestra Vida:
El club de Pío Nono 380 es un clásico de la música tropical chilena. Mientras viernes y sábado son dedicados al baile, de martes a jueves es noche de tocatas: desde Chico Trujillo, Villa Cariño o Banda Conmoción, la regla es hacer mover las caderas.
House Rock:
Los fanáticos de las guitarras tienen su espacio en este bar ubicado en Av. Salvador. Abiertos de martes a sábado, todos los días hay tocatas con bandas jóvenes de la escena local o probados tributos a grandes bandas del rock.
Ópera Catedral:
El bar de José Miguel de la Barra tiene una activa cartelera toda la semana. Los martes son dedicados a la cueca brava y los miércoles a artistas emergentes.
Thelonious:
Lo mejor del jazz nacional tiene su lugar de encuentro en el bar emplazado en Bombero Núñez. De martes a sábado se presenta una banda por noche o incluso dos.
Loreto y El Clan:
Ambos bares de Bellavista realizan tocatas los días miércoles. Mientras el primero está enfocado a un público más indie, el segundo es más diverso.
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