El Mercurio
Posee el triple de registros que el mayor órgano acústico del país.
Fue fabricado especialmente para la acústica del Templo Mayor del Campus Oriente UC, en el extranjero y con tecnología desarrollada en los últimos cinco años.
Romina de la Sotta Donoso
"Que un templo no cuente con órgano es como que le falte el alma, pues es el instrumento oficial de la Iglesia", dice Alejandro Reyes, docente del Instituto de Música UC.
Alma que retornó ayer al Templo Mayor del Campus Oriente de la Universidad Católica, con el concierto inaugural de su nuevo órgano digital.
"Este instrumento puede replicar perfectamente un órgano grande de catedral, y a un 2% de su costo. Muchas iglesias están optando por este sistema en Estados Unidos y Europa del Este, porque quieren el sonido de un gran órgano, pero no van a invertir cientos de millones de pesos en un instrumento acústico", dice el musicólogo José Manuel Izquierdo, académico del Instituto de Música UC.
Pesa una tonelada: el mueble de madera, la mitad; y sus ocho cajas de seis parlantes cada uno, la otra mitad.
"Tiene el triple de registros que el órgano de la Catedral de Santiago", apunta Izquierdo. Posee 80 registros, lo que equivale a seis mil tubos. El musicólogo aclara que fue diseñado especialmente para la acústica del recinto: "Lo fabricó el taller Magnus Organy, en Polonia, que tiene organeros, informáticos, electrónicos y acústicos. Esta tecnología no estaba disponible hace cinco años".
Reyes destaca que este órgano tiene una ventaja bastante particular respecto de sus pares tradicionales: "Cada órgano acústico que existe fue concebido de acuerdo a la estética de una época, y esa es la única literatura que puede tocar. Pero la tecnología actual permite samplear , es decir, capturar en una memoria electrónica el sonido real de un instrumento acústico. Gracias a eso podemos reunir en este órgano digital varios órganos de diferentes estéticas".
Específicamente, un órgano romántico francés, uno romántico inglés y uno barroco alemán-holandés. "El sonido de cada tubo fue grabado, de forma independiente, desde un órgano real", aclara Izquierdo y enfatiza que "aquí hay un gran potencial patrimonial. Podríamos hacer registros de los sonidos de tubos de órganos coloniales de Perú y Bolivia, y después replicarlos cuando se interprete repertorio histórico".
La otra ventaja es su ductilidad en cuanto al temperamento. Lo explica el musicólogo: "Uno puede tocar Frescobaldi y cambiarse a Messiaen en tres segundos, con un solo botón de reafinamiento. En un órgano acústico esa afinación demoraría un mes".
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