La Tercera
Hace 10 años no habían más de tres locales en Santiago, entre ellos Kind of Blue, y uno que otro en el persa Biobío.
por Valentina Pozo
Más de 800 personas llegaron al Café del Patio el sábado pasado. Ahí se desarrolló todo el día la Segunda Feria del Vinilo, organizada por la Cooperativa del Vinilo (CDV) con el propósito de que sus miembros vendan sus objetos sin intermediarios. Para eso crearon la cooperativa en abril de este año los coleccionistas y empresarios del rubro, Alvaro Acuña, Marco Villarroel y Alfredo Cabrera.
Era la segunda planificada en menos de un mes (la primera fue en Plaza Ñuñoa) y la concurrencia superó a la de la primera feria. “Pagamos propaganda en radios, además de publicitarlo en Facebook. Sabemos que hay muchos interesados hoy, por eso vamos detrás de estos eventos”, cuenta Acuña.
El vinilo se ha vuelto popular. Ha conquistado al público capitalino por la calidad de su sonido, por su estética y, también, por el interés de ciertos sectores hacia los objetos “vintage” (del recuerdo). “Lo otro que le llama la atención es el valor agregado que traen los discos. Estos vienen con diseños especiales y más fotografías. Hay un trabajo más artístico detrás de estos”, explica Víctor Vega, dueño de la tienda de música Sonar, del Paseo Las Palmas.
Hace 10 años solo existían un par de estas tiendas y no solo dedicada a los vinilos. En Santiago estaba Kind of Blue (en Merced ) y en algunos galpones del persa Biobío, había un par de personas que ofrecían vinilos del pasado. Hoy, sin embargo, los locales llegan a 30, repartidos principalmente en Providencia y Santiago. Uno de los últimos en abrir fue Flashback, hace cerca de ocho meses, en las Torres de Tajamar y en Santiago Centro, antes de ella La Tienda Nacional, en calle Merced, comenzó a vender vinilos en noviembre de 2012.
Y no son solo espacios físicos: el comercio del vinilo ha proliferado en internet también, siendo Needle Vinilos la que más suena entre los seguidores de esta tendencia.
También hay particulares que encargan sus discos por Amazon. “Algunos encargan 20 y se quedan con tres. El resto los venden en el mercado santiaguino”, cuenta Alfredo Cabrera de la CDV.
Reivención del comercio
Desde que fue creada en el Paseo Las Palmas, Triangle era una tienda de juegos y películas, pero hace tres años, sumaron vinilos a su oferta.
Cerca de ahí, en tanto, y solo hace un año, abrió Mano de Gato, una peluquería que en su interior vende este tipo de discos y solo de artistas nacionales como Astro y Protistas. “Quería agregarle un valor a mi tienda y como noté la afición por los vinilos, los sumé”, afirma la dueña, Viviana Hormazábal.
“De a poco han desplazado al CD y a las descargas de Mp3 por la calidad de su sonido. Solo en un vinilo podrás escuchar más fidedignamente la voz de un cantante. Es un sonido análogo, que no está distorsionado digitalmente”, afirma Acuña.
Reunión en las calles
Una cosa llevó a la otra. El aumento del interés por estas piezas llevó a que en 2011 aparecieran las primeras ferias donde se ponían a disposición de los seguidores una mayor variedad y se podían conseguir mejores precios. Conocidas alcanzaron a ser las de Providencia, Ñuñoa y las que se realizaban en bares como El Desmadre.
Sin embargo, solo en 2012 estos encuentros tomaron fuerza. Solo este año ya se han hecho 10. Para junio, incluso, hay otra más, organizada por Feria Vinilo Libre, en el centro El Cerro, ubicada en Bombero Núñez. “Lo bueno de estas es que puedes encontrar joyitas. Yo, por ejemplo, llevé mi disco el sábado pasado a la del Café del Patio. Se trata del primer concierto que realizaron los Beatles en Estados Unidos en 1964 y que cuesta $ 300. 000”, dice Mauricio Carrasco, dueño la tienda Dicap, ubicada en el Biobío.
Otra de las que están detrás de estos eventos, es Coke Records.
“El perfil de gente que llega a las ferias sonprofesionales jóvenes, tiene buena situación. Porque un disco de Jamiroquai cuesta $ 25.000 y los interesados no van por uno, sino por varios. También hay colecciones como la de Sargent Pepper, de The Beatles, llega a los $ 89.000”, indica Cabrera, quien también es dueño de la tienda Vinilos Primitivos, del Persa de de Los Reyes.
En algunos de estos encuentros, organizados en espacios públicos también se pueden comprar tornamesas (entre $ 130.000 y $ 250.000) y otros accesorios como portavinilos y kids especiales de limpieza para estos aparatos que prometen quedarse por un buen rato.
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