El Mercurio
No es novedad que, para las grandes disqueras, la música clásica ya no es un mercado apetecible. Hoy está en manos de sellos especializados e independientes, que recurren a distintas estrategias para mantener al público cautivo y sobrevivir en un mercado cada vez más difícil para los discos compactos. Catálogos novedosos, precios atractivos e innovaciones tecnológicas son algunas de las apuestas de las disqueras. Aunque el futuro, para los expertos, está en el streaming .
Camila Ortiz Miranda
Hubo un tiempo en que las grandes compañías disqueras dominaban el mercado musical. Desde música popular a clásica, los sellos contaban con nutridísimos catálogos y amplias redes de distribución. Pero la masificación de internet, los embates de la piratería y el significativo declive en las ventas de CD golpearon a la industria de una forma que nadie habría imaginado en los 90. De estar en la cima pasaron a vivir una seria crisis que los obligó a reinventarse para mantener algo de su antigua gloria.
Para esto decidieron enfocarse en lo que vende: las grandes figuras de la música pop, cediendo espacios en otros géneros. Eso fue lo que pasó con la música clásica, un campo donde los grandes sellos se retiraron casi por completo, solo reeditando, de vez en cuando, uno que otro producto de sus catálogos.
El abandono en el que quedó la industria disquera de música clásica dejó un espacio para los sellos más pequeños o especializados, dedicados exclusivamente a la música clásica y, en algunos casos, a unos pocos estilos dentro de ella (como música de cámara o nuevos compositores). De esta forma, sellos como Naxos -el líder indiscutido, a estas alturas-, Kairos en Austria, Wergo en Alemania o Alia Vox en España, entre otros, comenzaron a ocupar, con diversos grados de éxito, el espacio dejado por Warner, Sony y Universal. Y otros sellos, como la tradicional Deutsche Grammophon (disquera de más de un siglo de antigüedad que se fusionó con el grupo Universal en 1998) y Decca, redujeron considerablemente la edición de nuevos discos, privilegiando a los artistas más reconocidos (como Luciano Pavarotti) y los crossover , es decir, artistas líricos interpretando canciones populares y viceversa.
"Yo diría que, desde los años 90 en adelante, sellos con una historia tremenda empezaron a vender sus divisiones de música clásica para enfocarse en otros géneros o en lo que resultara más rentable", señala Santiago Vera Rivera, académico y dueño del sello nacional SVR, a través del cual edita y distribuye trabajos de artistas clásicos nacionales y latinoamericanos.
Y lo que en algún momento se vio como una crisis significó una buena oportunidad para el emprendimiento de sellos más pequeños, e incluso para que los mismos artistas comenzaran a autoeditar sus discos, como es el caso de la Sinfónica de Londres, la de Chicago y la London Sinfonietta.
Vanessa Moss, vicepresidenta de operaciones de la Orquesta Sinfónica de Chicago -y quien supervisa al sello de la orquesta, CSO Resounds-, explica que la motivación por emprender su propio camino se debe a que, "en primer lugar, las compañías disqueras estaban grabando cada vez menos en Estados Unidos, y aún menos a las orquestas locales. Y, por otra parte, existe un deseo permanente por editar y comercializar nuestros discos, ya que esta es la principal manera a través de la cual gente de todas partes del mundo puede escuchar y conocer la calidad de nuestra orquesta", señala Moss. Y agrega: "Al mismo tiempo, aunque contar con los recursos técnicos y los equipos adecuados es fundamental, no es un mercado al que sea difícil entrar, por lo que creo que, sobre todo para las orquestas, es definitivamente posible tomar este camino y con una inversión relativamente modesta".
Distintas formas para mantenerse vigentes
Si las grandes disqueras dejaron de lado el mercado de la música clásica fue por una razón, y muy simple: a pesar de que exista una gran cantidad de artistas talentosos a los que grabar y un grupo fijo de compradores de discos de música clásica, lo cierto es que sigue tratándose de un mercado bastante reducido. Por lo mismo, quienes se aventuren en este negocio deben preocuparse, además de producir contenidos de calidad, de ofrecer un trabajo novedoso y de mantenerse al tanto de las tendencias de la industria.
"Claramente la música clásica nunca ha sido un éxito, excepto casos contados. Es por eso que los sellos pequeños apuestan a menos volúmenes de venta en beneficio de la variedad y novedad. Exploran repertorios no conocidos, rescatan otros y estrenan nueva música", señala José Oplustil, productor musical y programador de Radio Beethoven.
De similar opinión es Santiago Vera Rivera, quien suma más de 26 años de experiencia con su sello SVR. "Se trata de un mercado complejo, en el que es difícil ganar plata. SVR, por ejemplo, es un sello familiar. Yo no vivo de él, sería imposible hacerlo, por lo que en ese sentido es un alivio que no tenga un sentido comercial, sino que es un esfuerzo por dar a conocer la música docta local", señala.
Para Vanessa Moss, si bien la autoedición tiene múltiples ventajas, las ganancias económicas no son una de ellas. "Aunque indudablemente tenemos algunos álbumes que han demostrado rentabilidad, nosotros vemos esto como una inversión para la organización y el prestigio de la orquesta, como una forma de llegar a distintos públicos. Y si bien vemos que existe un mercado para nosotros, en realidad los beneficios de tener nuestro propio sello van más por el tema de la libertad para decidir los repertorios, equipos y plazos que por el lado económico", explica.
Quizás la más notable excepción sea Naxos, sello multinacional que desde 1987 se dedica a la producción y distribución de discos de música clásica y del mundo. Creada sin grandes ambiciones, con el tiempo se ha convertido en una de las principales casas disqueras de música clásica, con sedes en Asia, Europa y Norteamérica. Gracias a un modelo que comenzó vendiendo discos baratos -de no más de 4 dólares, es decir, unos dos mil pesos- y de artistas desconocidos cuando nadie más lo hacía, hoy proveen servicios de producción, edición y distribución de cedés alrededor de todo el mundo. Además, cuentan con una fuerte presencia virtual, con una radio y un catálogo de MP3 online , un servicio de suscripciones (Naxos Music Library, a través de la cual se puede acceder a más de 90.000 álbumes por un pago que va desde los 20 dólares mensuales) y hasta aplicaciones para celulares.
"Hoy ya no es posible sobrevivir solo a través de la venta de CD", señala Klaus Heymann, fundador y director de Naxos. "Afortunadamente, tenemos todas estas otras fuentes de ingresos que nos hacen una empresa rentable todavía, como iTunes, Pandora, nuestra Naxos Music Library o la distribución de otros sellos... pero si solo nos dedicáramos a la producción de discos, no podríamos continuar", explica.
El futuro se llama streaming
De todas formas, salvo el caso de Naxos, la venta de discos físicos sigue siendo la mayor fuente de ingresos para la mayoría de los sellos, aunque experimenta un lento pero sostenido declive en los últimos años. La piratería ha sido sindicada como una de las mayores culpables, pero, en realidad, un problema mucho más serio es la distribución y el poco espacio que las tiendas están dándole al género.
"Aunque un artista pueda financiar la grabación de su álbum, ya sea de forma independiente o gracias a algún fondo estatal, se encuentra con que después no tiene cómo venderlo: somos pocos los que nos dedicamos a la distribución y en las tiendas de discos hay cada vez menos espacio para la música clásica", señala Vera Rivera.
En Chile, por ejemplo, son pocas alternativas para la compra de discos de música clásica, destacando un puñado de tiendas como TodoClásico (ubicada en el Pueblo del Inglés, y con fuerte en las últimas novedades) y las preferidas por los melómanos, Kind of Blue (Merced 323) y Sonidos (Portal Lyon).
Una tecnología que prometía cambiar radicalmente la forma de vender discos y, de paso, solucionar el problema de la distribución, era el MP3. Pero este, aun cuando tiene la ventaja de llegar a todo el mundo saltándose la intervención de los distribuidores y las tiendas, no ha logrado solucionar el problema y, por el contrario, está desapareciendo. "Las descargas, si bien son más rentables ya que implican menos costos de producción, y además permiten que personas desde cualquier parte del mundo puedan acceder a ellas, ya no están creciendo. Desde hace algún tiempo que están estancadas, y eso se debe a que hay tantas maneras de escuchar música hoy en día que ya no hay que comprarla. Está Spotify, iRadio, Pandora, o el mismo YouTube -que aunque se supone que es un servicio de video, la mayoría de quienes entran a él lo hacen para escuchar música-, a través de los cuales se puede escuchar cualquier obra sin tener que descargarla y gratis, además", señala Heymann.
Un fenómeno similar es el que ha observado Vanessa Moss, de la Sinfónica de Chicago. "No manejamos datos exactos, pero en el último tiempo hemos visto que el streaming (es decir, la reproducción online de contenidos) ha tenido un crecimiento impresionante. Y aunque el 85% de nuestras ventas corresponde todavía a discos compactos, nos parece que hay un grupo importante de consumidores que están prefiriendo el streaming ", señala.
Un camino similar han tomado otras orquestas y óperas alrededor del mundo, como la Filarmónica de Berlín y el Met de Nueva York, que ya han empezado a ofrecer sus conciertos y audios a través de servicios online de primer nivel que -por un pago que va desde los 13 dólares mensuales hacia arriba- permite acceder a un contenido de excelente calidad desde la comodidad del hogar.
Una idea que también han adoptado las disqueras como Naxos, la que se ha convertido en una de las líderes del fenómeno gracias a su Naxos Music Library. "Después de iTunes, somos el segundo servicio de música online de mayor éxito. Es ahí donde estamos enfocando nuestros esfuerzos y también desde donde estamos obteniendo los mayores ingresos", ilustra su fundador, Klaus Heymann.
Klaus Heymann, fundador de Naxos, relata la historia y apuestas de su sello
La historia de Naxos comienza en Hong Kong, en 1987, cuando el empresario alemán Klaus Heymann decidió lanzar un sello de música clásica que fuera barato. Pero se tropezó con una gran dificultad para encontrar a alguien que estuviera dispuesto a distribuir un sello económico, por lo que comenzó su propia red de distribución que lo llevaría a convertirse en una de las multinacionales más grandes del mercado.
-¿Cómo ha cambiado la industria durante estos 26 años?
"Cuando empezamos, en 1987, partimos como un sello económico ya que no teníamos artistas famosos en nuestros catálogos que pudiéramos vender a precios más altos. Obviamente, cuando partimos éramos exclusivamente un negocio físico, que vendía sólo CD. Ahora, 26 años después, la parte física es cada vez menor, mientras que la mayor parte de los ingresos los genera internet.
-Ustedes fueron pioneros.
"Partimos en 1996, cuando subimos la totalidad de los catálogos de Naxos y Marco Polo (subdivisión de Naxos). Fuimos los primeros en hacerlo y en realidad era una herramienta de márketing, ya que, como en ese entonces era gratis, quería que la gente pudiera escuchar nuestros discos online para que luego los compraran en su formato físico. Mucho después, en 2002, comenzamos con nuestra biblioteca musical, que era un servicio pagado, un año antes que Apple lanzara iTunes".
-Usted ha dicho que ya no es rentable producir nuevos discos. ¿Por qué lo siguen haciendo?
"Es una buena pregunta. En el fondo queremos llenar los vacíos de nuestro catálogo, para lo cual buscamos piezas que no hayan sido grabadas antes o que ahora, con la nueva tecnología de la que disponemos, podamos mejorar. Antiguamente solo grabábamos cada pieza una sola vez, pero parte de nuestro material ya tiene 26 años, y ahora que tenemos acceso a mejores orquestas hemos empezado a regrabar parte de nuestro catálogo. Además, muchos de nuestros artistas tienen exclusividad con Naxos, por lo que tenemos que mantenerlos ocupados".
-Y hay un mercado para esto.
"Existe un mercado limitado, pero en realidad ya no generamos ingresos a través de estas nuevas producciones. Somos una empresa exitosa gracias a lo que generan obras antiguas de nuestro gran catálogo de discos físicos y la distribución de otros sellos (hoy distribuimos incluso a Warner Classics, Virgin y Sony), además de lo que producen nuestros servicios online , pero ya no ganamos plata editando nuevo material.
-Usted sostiene que en internet está el futuro, pero a la vez es muy crítico de servicios de streaming gratuitos ¿Por qué?
"Hay una gran diferencia entre los servicios de streaming gratuitos y los pagados. Por ejemplo, nuestra Naxos Music Library es muy exitosa, pero se trata de un servicio muy especializado de música clásica, más que nada dirigido a colegios y universidades y que es bastante más caro que la versión pagada de Spotify, por ejemplo. El gran problema es que la gente siente que ya no tiene que pagar por la música, ya que hay tantas formas de obtenerla gratuitamente. Entonces, ¿cómo podemos generar ingresos si es que el consumidor ya no paga? Por supuesto que todos estos proveedores gratuitos sí nos pagan a nosotros, pero son modelos de negocios que tienen que empezar a cobrar, o cobrar más caro, o si no están destinados al fracaso. Esta cultura de lo gratuito está dañando a la industria musical".
-¿Comparte la opinión de que quien escucha música en MP3 u online es menos serio que el coleccionista, que prefiere comprar el disco físico?
"Creo que tanto el coleccionista como el principiante escuchan online por curiosidad y para descubrir nuevas obras. Yo, por ejemplo, la mayor parte de lo que escucho lo hago a través de internet porque es mucho más fácil. La Naxos Music Library tiene más de 90 mil álbumes disponibles, así que si yo o mi esposa (la violinista japonesa Takako Nishizaki) buscamos algo, siempre lo hacemos a través de internet, ya que obviamente no tenemos 90 mil discos en la casa. Ahora bien, por supuesto que el sonido del MP3 no es tan bueno como el del CD, pero actualmente existen otros formatos como flac u otras alternativas en alta resolución que suenan igual de bien".
Compilados, los líderes indiscutidos
Quienes conocen la industria disquera distinguen dos tipos de compradores. Están los melómanos u oyentes expertos, aquellos que buscan un catálogo novedoso que incluya rarezas, piezas difíciles de encontrar o nuevos compositores e intérpretes. Se trata de coleccionistas que conocen muy bien el ambiente y que exigen ciertos estándares de calidad.
Pero también están los oyentes casuales, un grupo no menor de aficionados a la música clásica que buscan expandir sus conocimientos. Ellos son los que agotan los álbumes compilados del tipo "Lo mejor de Mozart o "Beethoven para meditar", los que, no por casualidad, constituyen las obras más vendidas en música clásica.
En iTunes, 9 de los 10 álbumes más exitosos corresponden a compilados de ópera o grandes compositores, mientras que en Naxos se observa un fenómeno similar. "Además de los de compositores de música contemporánea como Philip Glass o John Adams, nuestros discos más vendidos corresponden a compilados como 'Las 50 mejores obras de música clásica', el que por lo demás es el único disco de música clásica en el top 20 de Japón. Este tipo de obras se vende particularmente bien online , y están orientadas no al coleccionista, sino que al principiante. El experto más bien busca nuevo material o las cosas que le faltan para completar su colección", explica Klaus Heymann, de Naxos.
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