Bío Bío
por Pamela Urbina Alvial
“Tengo un cuarto de sangre japonesa”, así se declara el pianista chileno, Michio Nishihara Toro, quien esta tarde realizará un concierto de piano en el Cine Arte Alameda.
- Michio, ¿dónde nació usted?
- Nací en Concepción porque mi padre estaba estudiando cuando nací, pero toda mi familia es del norte, de Antofagasta. Mi abuelo era japonés.
- ¿Cuáles fueron sus orígenes en el piano?
- Comencé a estudiar piano a los nueve años en el Conservatorio Regional de Antofagasta. Me inscribieron sin razón especial, como inscriben a muchos niños para hacer una actividad extraprogramática. Antes de estudiar piano yo estaba en la escuela básica, en un taller de folclor, el profesor Pedro Aros nos hizo clases de guitarra, un día se puso a tocar guitarra clásica y me gustó, entonces empezó a enseñarme en mi casa. Luego me cambié de colegio y dejé ese taller.
En mi casa no teníamos piano y no somos una familia de tradiciones musicales. A mí me llamó la atención el piano cuando llegaron a mis manos dos discos de música clásica. Empecé a escucharla y ahí empezó el delirio. No es lo mismo tocar piano que ser músico. Una cosa es estar metido en el cuento musical y otra teclear el piano. Lo que te atrapa es escuchar un concierto.
Nishihara estuvo en su ciudad natal desde los nueve a catorce años, luego viajó a Santiago y continúo sus estudios con el maestro Óscar Gacitúa. A los 20 viajó a Polonia. Recuerda que surgió una beca porque en esa época recién se iniciaron las relaciones diplomáticas.
Confiesa que le apasiona la escuela rusa, la polaca y sus compositores, más bien la escuela pianística. Los eslavos poseen grandes pianistas. Posteriormente estuvo dos años y medio en Moscú, hasta el 2000.
- ¿Cuántas veces viene a Chile?
- Por lo menos una vez al año. Cuando llegué a Moscú estuve dos años y medio sin venir.
- ¿Qué es lo mejor de ser pianista?
- Lo mejor de ser pianista es hacer lo que más te apasiona. Si es lejos lo que más quieres no piensas en los costos, no hay un premio ni una gratificación extra que valide el trabajo que tienes que invertir para convertirse en un concertista. Es válido para cualquier actividad, lo más rico es dedicarse a lo que más le gusta.
Por ejemplo, los futbolistas, si les va bien ganan mucha plata, tienen mucha suerte con las mujeres, son populares; esos son los premios adicionales, pero el buen futbolista real es que tiene la vocación, como Messi, Maradona o Pelé, lo hicieron por la pasión de la actividad. En la cancha es tema adrenalínico es mucho más importante y gratificante que otras cosas.
- ¿Qué pianista chileno admira?
(Demora en contestar). No me planteo si es chileno, a mí no me interesa por ser chileno. Por ejemplo, si quiero leer un buen libro no me importa si es peruano o no. Hay un sentido de ser chileno y es importante, pero si uno habla de la música y escuchas una música ecuatoriana te gusta por lo que es, no porque sea o no chilena.
No vas a ser fanático de la música chilena sólo por eso, es ridículo. El talento es universal, sale en todos lados. Además chilenos no hay muchos. Admiro a un gran pianista que fue mi maestro, Óscar Gacitúa, pero no porque fue chileno. Admiro a Claudio Arrau, por supuesto, pero tampoco porque sea compatriota, claro que tiene relevancia.
Por ejemplo hay un gran pianista canadiense, uno de los más grandes de la historia que fue Glenn Guould, y su profesor era chileno, ¿te das cuenta?, ser chileno tiene la connotación de la excepción. El elemento chileno viene a ser un poco “freak”.
Siempre se hablaba de la humildad de Arrau y yo creo que no era así. Era un chileno provinciano (Chillán), y un poco para adentro, pero yo no creo que una persona que trabaje toda su vida para hacer valer su talento frente a todo el mundo y surgir para llegar a la cima, no creo que pueda ser humilde. Tiene la absoluta convicción de su talento. Esa persona no puede ser humilde.
- ¿Usted es humilde?
- (Piensa) No, no soy humilde. No me interesa apocarme, no me interesa pasar piola o hacerme pasar peor de lo que soy, uno quiere ser lo que es y tratar de mejorar. ¿Por qué voy a ser humilde? Creo que hay mucha adoración y culto a la modestia y a la humildad en contraposición a la soberbia, creo que es una deformación. Tampoco soy soberbio. Yo no tengo que andar de rodillas por la vida pidiendo perdón por existir. Si tengo un concierto para 200 personas y tengo que salir al escenario y creer que lo voy a tocar en el piano sea lo suficientemente valioso para que ellos vayan, escuchen y paguen por eso. Tengo que creer en eso. ¿Cómo voy a ser humilde? Tengo que creer en el valor de lo que hago, estar convencido, sino no podría resultar.
- Usted sólo realiza conciertos de música clásica, ¿no ha considerado hacer conciertos de música popular?
- Mira, cuando estuve en el colegio tuve un profesor de música que me decía que tenía que conocer el jazz, el blues, la música popular, los acordes, yo era chico y pensé que tenía razón. Y después dije ¿por qué él no toca Bach? ¿porque él no conoce a Mozart o Chopin? ¿por qué siempre uno tiene que ser el raro y ellos no? Yo creo que cada persona tiene que tocar lo que le guste y lo que quiere.
La gente tiende a pensar que el universo sonoro del músico es lo que toca y no es así, el músico se nutre de muchas cosas. Yo toco música clásica porque es mi profesión, me entrené para ello y es la música que me gusta, es lo que más me excita y motiva. Soy un pianista clásico. Además, hay una infinidad de música clásica en piano que es fascinante, no se limita a un repertorio de dos horas. Todo es grandioso, es una forma de no delimitarse, al contrario, de profundizar en algo, ser algo de verdad.
- ¿Quiénes son sus compositores favoritos?
- Me gusta mucho Chopin. En los conciertos me gusta mucho tocar los románticos: Schuman, Chopin, Liszt, Beethoven. Compositores impresionistas como Debussy; música española como Albéniz y compositores rusos.
- Usted ha realizado algunos conciertos en el Cine Arte Alameda, sin embargo, el público de ese lugar no es esencialmente el que asiste a un concierto de música clásica, ¿cómo fue la recepción?
- Es primera vez que se hace un concierto. El último concierto estaba lleno, prácticamente. Yo creo que hay un tema de inercia, los artistas, los creadores y el público, tienen a especializarse y focalizarse en ciertos segmentos, todos tienen un perfil. Entonces la gente va a ciertos lugares por ciertas razones, no necesariamente por los contenidos. La gente engancha con ciertos conceptos y se identifica con algo. El público y los creadores tienen que encontrarse, no es fácil convencer a la gente. Un ejemplo extremo es que la gente del circo Los Tachuelas no irá al Teatro Municipal y viceversa, se ha subestimado al público. Lo que yo sí sé es que en todas las comunas hay gente sensible y hay que llegar a ella.
- ¿Cree usted que si no hubiese salido de Chile a especializarse a Europa, habría tenido una carrera promisoria?
- Yo creo que si me hubiese quedado en Chile me habría perdido. Me fui en 1992, hace 21 años, pero hoy no es así. En esa época había que salir, eran pocas opciones las que teníamos. Ahora no es tan seguro que alguien se quede y se pierda. Ahora hay más información, más acceso.
- ¿Cuál es su apreciación del rol del Estado en las políticas culturales?
- Yo creo que no tiene ninguna importancia. Lo importante es la gente. Lo que mueve la vida y el arte es el entusiasmo y acá hay gran cantidad de eso, la gente joven tiene sed de los conciertos, de conversar. La plata no hace la cultura ni el arte, se necesita gente con energía para hacer cosas. Creo que la riqueza de Chile está en las personas. Nosotros tenemos una ventaja frente a Europa. Uno puede hacer conciertos en Calama o en Pudahuel y hay mucha más energía.
Cuando sigan entregando fondos y más plata y la gente se acostumbre a todo va a ocurrir lo mismo que en Europa, se van a convertir en una estatua de sal. Si van a la ópera no la van a disfrutar. ¡Claro, vamos a un concierto y vamos a pasarlo bien! Chile tiene esa ventaja y no creo que lo institucional tiene mucha importancia, pero es un tema bastante complejo. No estoy tan seguro que metiendo más recursos va a mejorar en la sustancia. Tiene que ser inculcado como un estilo de vida.
- ¿Qué música escucha?
- De todo. Me encanta Raphael, Leo Quinteros, Felipe Cadenasso, Armando Manzanero. Me gusta Eduardo Gatti, Caetano Veloso, Pink Floyd, Violeta Parra. Incluso el reggaeton, porque hay canciones bien hechas, tienen buen ritmo. Lo que pasa es que es pudoroso confesarlo, pero a todo el mundo le gusta.
La mayor parte de la música popular es bastante mala, lo que perdura de esa música es la buena. Eso pasó con la música clásica, hace 200 años, había mucha música y nos quedaron unos 15 compositores, los mejores. Entonces en 100 años más dirán que la música popular es fantástica, van a quedar John Lennon, Armando Manzanero, etc.
- ¿Se siente chileno?
- Absolutamente.
- ¿Qué extraña de Chile?
- Nada. (ríe) Lo que sí extraño son las parrilladas. Nada más. La verdad es que no soy muy sentimental.
Información de contacto:
Página web: www.nishiharatoro.com
Facebook: http://www.facebook.com/pianistnishiharatoro?fref=ts
Twitter: @NishiharaToro
Pianista chileno, nacido en Concepcion en 1972. Comenzó sus estudios de piano en Antofagasta con los profesores Mario Baeza y Jorge Maldonado, para luego perfeccionarse en Santiago con el recordado Maestro Óscar Gacitúa. Seguidamente completa su educación formal con estudios superiores en la Academia de Musica de Bydgoszcz en Polonia, donde estudia con prof. Wieslawa Ronowska y prof. Katarzyna Popowa-Zydron (“Master of Fine Arts” en 1997); culminando con estudios de post-grado en el Conservatorio Tchaikovsky de Moscú, donde estudia por más de dos años con el gran maestro ruso, prof. Victor Merzhanov.
Ha realizado su carrera como concertista en Europa y Sudamerica, con apariciones en importantes salas de Inglaterra, Alemania, Francia, Polonia, Rusia, Espana, Argentina y Chile.
Cabe destacar sus presentaciones en el Royal Festival Hall y St. Martin in the Fields en Londres, Teatro Colón de Buenos Aires, Palacio Real de Varsovia, Instituto Internacional de Madrid, Sala Philomuses en Paris, Museo de Arte Contemporáneo en Estrasburgo, Filarmónica de Breslau, Filarmonica de Lublin, Auditorio de Granada, Sala George Enescu de Bucarest, Sala Witold Lutoslawski de la Radio Nacional Polaca (S1), Sociedad Chopin de Varsovia, Centro de Arte y Technologia “Manggha” en Cracovia, Maly Saal del Conservatorio de Moscu, Academia Franz Liszt en Budapest, Meistersaal en Berlin, Sociedad Rachmaninov de Rusia, Filarmonica de Bydgoszcz, Rachmaninov Saal en Moscu, Sala del Ayuntamiento en Gdansk, Museo Leighton House en Londres, Pavillon Josephine en Estrasburgo, Auditorio Eutherpe en Leon.
Ha grabado tanto para radio como en registros discográficos. Tiene a su haber dos CDs editados; el primero con obras de Beethoven y Chopin, siendo el segundo “Clasicos del Siglo XX”, con obras de Faure, Granados, Debussy, Mompou, Szymanowski y Scriabin.
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