El Mercurio
Un equipo de investigadores recorrió senderos utilizados por 400 años para testimoniar la fe, en un ritual donde lo divino y lo humano son uno.
Romina de la Sotta Donoso
Son devotos de la Virgen, la llaman chinita, y acuden en masa a Andacollo para celebrarla, entre el 23 y el 27 de diciembre. Pero no siempre contaron con la anuencia de la Iglesia: hasta 1922 eran sociedades secretas, y en los años 50 fueron prohibidos en el Valle del Limarí. Porque los bailes de chinos -"servidores", en quechua - establecen una comunicación directa con la divinidad, en un ritual festivo que construyeron al fusionar la herencia musical y dancística indígena y las Sagradas Escrituras e imaginería católica.
Hoy existen 120 compañías que peregrinan cada año al santuario. La más antigua fue fundada en 1584: el Baile Chino Nº 1, "Laureano Barrera", de Andacollo. "Todos los que van a ver a la Virgen lo hacen con fe. Entre más caminan, más bien pagada la manda", asegura el jefe de la cofradía, Hugo Pastén (65), en la investigación audiovisual "La ruta ancestral de los bailes chinos". Esta fue dirigida por Carolina Herrera, portaestandarte del Baile Pescador Chino Nº 10 de Coquimbo y artífice de que esa cofradía haya sido nombrada Tesoro Humano Vivo en 2009.
"Mi bisabuelo fue chino, y mis abuelas, peregrinas de la Virgen de Andacollo. Siempre me imaginaba a los indios y a los antiguos chinos subiendo, a pie y a mula, por cuestas y senderos, para cantar rogativas y tocar las flautas de caña y los tambores, con sus vestiduras brillantes; todo para agradar a la Virgen Morena. Ahora redescubrimos esos senderos ancestrales", dice. Junto al antropólogo Claudio Mercado y los etnomúsicos Rodolfo Medina y Jimmy Campillay, recorrieron las rutas cruzando los valles de Elqui, Limarí y Choapa. Entrevistaron, además, al arqueólogo Gastón Castillo, dos peregrinos y ocho chinos. Gracias a un Fondart Regional, el registro está en un devedé cuyos 200 ejemplares ya se están distribuyendo a las cofradías, centros culturales y colegios de Coquimbo, y a la red Dibam.
Entre otros, son entrevistados Cipriano Galleguillos (90), jefe del Baile Chino Tamayino Nº 2 de Ovalle y Marco Véliz (58), jefe del Baile Pescador Chino Nº 10 de Coquimbo. Dicen que "los chinos, desde hace 500 años, han multiplicado la fe", y que dormir en el suelo sobre cueros solo era parte del sacrificio ofrendado a la Virgen. El verdadero "pago" está en la complejidad de ejecutar la música y bailar al mismo tiempo.
En el devedé también hablan los peregrinos. Emiliano Gallardo (84) dice que lo ha hecho por 77 años, y no piensa dejarlo: "Voy de muy niño, a caballo, porque soy católico. Primero iba con mi mamá, después con amigos, con hijos, y ahora con nietos".
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