El Mercurio
Acaba de ser donado a la Biblioteca Nacional el "Libro Sesto", de María Antonia Palacios. Un compendio de partituras copiadas a fines del siglo XVIII, que el musicólogo Guillermo Marchant encontró, abandonadas, en un convento.
Romina de la Sotta Donoso
El musicólogo Guillermo Marchant (1950-2009) descubrió el "Libro Sesto" de María Antonia Palacios en un convento. "Nuestro encuentro fue casual y providencial; estaba entre escombros y vetustas 'basuras' resultantes de un proceso de 'modernización' en una antigua institución religiosa en Santiago de Chile", apuntó el investigador al respecto. Nunca dijo de qué orden era ese convento, pues no quería herir susceptibilidades eclesiásticas.
El manuscrito consta de 98 folios y reúne decenas de partituras copiadas a fines del siglo XVIII. Este volumen invaluable acaba de ser donado por la familia del musicólogo al Archivo de Música de la Biblioteca Nacional. "Existe bastante material que documenta la música colonial chilena, pero generalmente es vocal. Las piezas del 'Libro Sesto', en cambio, son instrumentales", dice Cecilia Astudillo, jefa de ese Archivo.
El compendio reúne música instrumental para clave, pianoforte, salterio y órgano. La mayoría, indica el musicólogo Luis Merino, fue escrita por compositores ibéricos activos entre 1780 y 1790, como Juan Capistrano Coley, Vicente Joaquín Castillón y Juan de Lanbida. También hay piezas del austro-francés Ignaz Joseph Pleyel y del veneciano Giambattista Grazioli. Incluso está Franz Joseph Haydn, con el primer movimiento de su Sonata en Do Mayor, Hob. XVI: 35.
Merino fue profesor guía de Marchant en la tesis de magíster, que dedicó al "Libro Sesto", y que fue donada junto al manuscrito. "Él era un historiador nato. Quería averiguar quién era María Antonia Palacios, cuyo nombre aparece en la portada. Indagó en el Archivo Histórico del Seminario Pontificio Mayor y en el Archivo Nacional y elaboró la hipótesis de que probablemente era una esclava afroamericana", detalla.
Marchant confirmó la existencia de una esclava de ese nombre, y revisó estudios precedentes que sostienen que en el siglo XVIII se valoraba mucho en Chile a los esclavos con capacidades musicales.
"Rosa Soto, autora de 'Esclavas negras', estudió la vida de María Antonia Palacios y cuenta que en la partida de su compra dice que sus labores no eran domésticas, sino de destreza musical. Ella sabía leer e interpretar piezas religiosas, y además sabía tocar el órgano y el salterio. Hay documentos que dicen que Gertrudis Palacios, su dueña, le habría permitido incluso componer. Guillermo creía que las tres obras anónimas del 'Libro Sesto' eran suyas", asegura Astudillo. "Su hipótesis es verosímil y consistente, pero hay que seguirla investigando", apunta Merino. Algo que será más fácil ahora que el documento ingresó al Archivo de Música.
"Esta donación fue posible gracias a las gestiones de Luis Merino con la familia de Guillermo", destaca Astudillo, y revela que lo primero que harán será someter el manuscrito a un tratamiento de conservación preventiva. "Nos pusimos un año como plazo para digitalizarlo, y queremos que al menos algunas de sus páginas estén disponibles en Memoria Chilena", concluye.
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