Unas 150 mil personas, entre bailarines, peregrinos y visitantes, se reúnen en Andacollo en sus dos fiestas anuales. Desde 2019 que no se han podido realizar. ALEJANDRO PIZARRO UBILLA |
El Mercurio
Original del arquitecto italiano Eusebio Chelli, comenzó a construirse en 1873, pero nunca ha sido sometida a una conservación científica. La experiencia con el incendio de San Francisco de Ancud ha alineado a la comunidad en la urgencia por una prevención.
IÑIGO DÍAZ
Es difícil imaginar las dimensiones del fenómeno si uno no está ahí para testimoniarlo. En Andacollo, localidad frente a las costas de Tongoy y Guanaqueros, a unos 65 kilómetros hacia el interior de Coquimbo, viven 12 mil personas. Pero en ocasión de las festividades marianas en su santuario consagrado a la Virgen del Rosario, esa población flotante se multiplica por doce.
“Se congregan más de 150 mil personas durante la fiesta chica, en octubre, y la fiesta grande, que coincide con la Navidad. Estamos hablando de 140 grupos de bailes religiosos, que reúnen a cinco mil miembros y sus familias, además de todos los peregrinos que llegan desde la región y el país”, dice el párroco de Andacollo, el padre claretiano polaco Adam Bartyzol.
La concentración de devotos en lugares como Andacollo se repite en otras festividades: La Tirana, Lo Vásquez, San Sebastián de Yumbel y Caguach, en Chiloé. “Pero tanto esta fiesta chilota como las de Andacollo reúnen un elemento más que considerar: se realizan en templos de madera. Existe un alto riesgo de incendio si no se protegen debidamente”, señala el bombero experto en patrimonio Damián Farías.
Como encargado de Emergencias de la Fundación ProCultura, Farías fue parte de un plan de prevención de incendios para las 16 iglesias chilotas con denominación de Patrimonio de la Humanidad por la Unesco.
“Este plan es absolutamente replicable en la gran basílica de Andacollo, que estamos observando ahora”, añade Farías. Un informe realizado por la Superintendencia de Electricidad y Combustibles en septiembre de 2019 activó las alertas en el norte: el Santuario de Andacollo —formado por el templo mayor, la parroquia, la casa y el liceo parroquial— se encuentra en alto grado de vulnerabilidad.
Nunca desde que se inauguró su construcción en 1893, como proyecto del arquitecto italiano Eusebio Chelli (autor de abundantes iglesias, entre ellas la Recoleta Dominica, de 140 años), la basílica ha sido sometida a un estudio de conservación científico, con fondos y recursos humanos destinados. “Solo se han realizado arreglos informales, por voluntad de uno y otro, la comunidad, la misma parroquia. Este es un requerimiento a nivel país, que debería tomarse públicamente considerando su estatus de Monumento Histórico”, señala el arquitecto Raúl Irarrázabal, en un primer diagnóstico, como parte de ProCultura.
Cero posibilidad
Según advierte, el riesgo principal lo representa la falta de mantención en los sistemas eléctricos, que datan de hace unos 40 años. Testigo del día a día en la basílica, el párroco añade: “Son condiciones bastante malas. Se requiere urgente el cambio de esa instalación”. También se considera una escasa conservación de la materialidad pese a su solidez estructural, y el ataque de xilófagos en las maderas.
Pero a ello debe sumarse lo principal: el gran flujo de personas que visitan Andacollo en las citadas festividades. “En el interior caben 10 mil personas de pie”, asegura el padre Bartyzol, respecto de la planta en el templo mayor, unos 2.200 m2. “Un peligro aquí es el tema de las velas. Antes, los peregrinos las dejaban allí, pero ahora se construyó una gruta en el exterior, donde se depositan esos miles y miles de velas. Hoy está prohibido ingresar al templo portando las velas”, indica.
“Por su condición de santuario, Andacollo no es una iglesia común en Chile. Y sus atributos arquitectónicos son sobresalientes: es la más grande construida en madera, más que la Catedral de Castro. Su estructura en pino Oregón y un volumen en la nave central llega hasta los 25 metros de altura, inusual para un edificio en madera”, apunta Irarrázabal.
Un levantamiento realizado por la Facultad de Arquitectura y Urbanismo de la U. de Chile en 2009 es la base para los estudios actuales allí. La basílica tiene una cúpula octogonal que se empina por los 45 metros de altura y un frontis coronado por dos torres de 53 metros. Su nave central tiene forma de bóveda de cañón corrido, y otras dos laterales compuestas por una sucesión de arcos. En el transepto se emplazan dos capillas laterales.
El objetivo de los representantes religiosos, la comunidad andacollina y los consultores que están participando en el proyecto es advertir a las autoridades sobre una urgencia. Un diagnóstico crítico —dicen— puede tomar dos años. Y un proyecto de restauración y conservación, otros dos. “Entretanto, el riesgo sigue latente. De ocurrir una tragedia, esta es una iglesia en la que no habría ninguna posibilidad de reconstruirla”, sentencia el arquitecto.
Andacollo es el segundo santuario mariano más antiguo de América Latina, después de Guadalupe de México. “Y la imagen de la Virgen que se conserva aquí llegó desde los talleres de talla de Lima en 1676, 142 años antes que la Virgen del Carmen. Debería ser la Patrona de Chile”, dimensiona el párroco Adam Bartyzol.
La nave central de la basílica , con más de 2.000 m2, conserva valiosa ornamentación en madera e imágenes religiosas. RAÚL IRARRÁZABAL |
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