miércoles, julio 20, 2022

Plácido Domingo: “Las ovaciones en los momentos difíciles tienen un valor más especial”

 

Plácido Domingo se presentará el 16 de octubre en el Movistar Arena de Santiago. El programa incluirá selecciones de ópera, zarzuela y opereta (Puntoticket.cl). Efe/Teatro Real


El Mercurio


El legendario artista regresa tras la polémica por las acusaciones de acoso sexual de hace tres años, un paso clave en su intento de normalizar su carrera artística.

Alberto Ojeda El Cultural / Derechos Exclusivos

La vuelta de Plácido Domingo (Madrid, 1941) al Teatro Real, aun siendo en el Universal Music Festival, es un acontecimiento. Artístico, por su longevidad de plusmarquista canoro inasequible a las asechanzas que tumban a compañeros mucho más jóvenes que él (ahí están las crisis de Jonas Kaufmann y Javier Camarena). Y, claro, mediático, por la ciclópea polémica que suscitaron las denuncias de acoso sexual destapadas en 2019, un estallido que le puso en la picota pública (no en el banquillo de los acusados) y que originó un efecto dominó de cancelaciones de recitales y participaciones en producciones operísticas. Más severo, eso sí, en Estados Unidos, de donde manó originalmente el dedo acusador, que en Europa, donde ha conseguido poco a poco encaramarse a algunos de los escenarios más postineros.


En su esfuerzo doble por restaurar la normalidad, que ha de imponerse en su caso a su viacrucis particular y al zarpazo vírico global, estar en las tablas del coliseo madrileño es para él un paso clave. Una reafirmación que ha de sancionar (o no) el público. Para la ocasión no podría tener mejor partenaire, la soprano búlgara Sonya Yoncheva, un prodigio vocal y puro esplendor en las tablas. Antes del envite crucial, Domingo, que responde a El Cultural por cuestionario (la errática campaña inicial de defensa le hace hoy rumiar y medir cada coma), reflexiona de puntillas sobre su hundimiento emocional y profesional, sus expectativas para el próximo curso, la situación de su voz de barítono y una potencial retirada.


La entrevista se realizó antes del concierto, que ocurrió el fin de semana recién pasado y terminó en una ovación del público, según indicó la prensa. Eso sí, la invitación fue a un evento que no es parte de la programación oficial del teatro y en el concierto no hubo autoridades de la institución.


—Para un madrileño castizo como usted, volver al Real no es volver a cualquier teatro. ¿Qué significa estar de nuevo en él?


“Para mí es algo maravilloso. Tengo muchas ganas de que llegue este concierto y, por otro lado, también algo de nervios, porque hace un rato que no me presento ante el público del Real después de casi 23 años de hacerlo muy a menudo”.


—¿Sigue sintiendo nervios antes de una cita importante, entonces?


“¡Siempre! Esto, aunque pasen los años, muchos, nunca se desvanece. Pero son nervios buenos, vecinos de la emoción. A menudo ayudan a dar aún más de uno mismo”.


—Usted ha sido el número uno de los tenores durante muchos años, alguien que ha pulverizado todos los récords. ¿A quién (o quiénes) pondría hoy en esa posición?


“Hay muchos compañeros tenores que tienen unas cualidades increíbles y estoy feliz de poder cantar con ellos. Sobre todo ahora que, cantando como barítono, puedo interpretar papeles de padre o rival de muchos de ellos. Les tengo y siempre les tendré un respeto y un cariño especial a todos los cantantes de esa tesitura de tenor”.


—Por cierto, ¿cuándo y por qué decidió mudarse a la cuerda de barítono?


“Pensé que estaba terminando mi carrera interpretando al Doge Simon Boccanegra, pero después de cantar el papel me sentí tan cómodo tanto vocal como escénicamente que quise incursionar en otros papeles baritonales. Así que me dediqué, según mis posibilidades vocales, a papeles de barítono de increíble belleza y profundidad, especialmente de Verdi: son roles llenos de humanidad y me llegan muy profundamente”.


—Ochenta y un años y sigue arriba, sobre las tablas. ¿Cuál diría que es el secreto de su longevidad artística, aparte de las condiciones físicas genéticas?


“Ningún secreto, solo mucha ilusión por lo que hago y muchas ganas de vivir los momentos bonitos que la vida nos ofrece todos los días”.


—Ya tiene apalabrados conciertos para la temporada próxima en Italia, México, Hungría, Bolivia, Sevilla, Alemania, Bélgica… ¿Qué espera de ese curso que le aguarda tras el verano, después de tantas tempestades, polémicas y traumas?


“Las controversias siempre han existido; si no es por una razón, será por otra. Esto es parte de nuestra sociedad y no necesariamente es negativo si nos obliga a reflexionar. Pero lo que espero sinceramente es la paz para todos los que hoy sufren. Y también espero mucho que la pandemia, aunque no desaparezca, pueda ser menos cruel”.


—¿Echa en falta más citas en España?


“La verdad que a finales de este año, si Dios quiere, habré estado en Marbella, Jerez, Sevilla y dos veces en Madrid. Y ya hay otras invitaciones para el año entrante que se anunciarán pronto”.


—¿Cómo percibe su relación con el público en la actualidad? ¿Es ahora cuando más valora las ovaciones?


“Es el público el que decreta tu éxito desde el primer día y las ovaciones siempre me llenan el corazón, pero sin duda, en algunos de los momentos más difíciles de la vida han tenido un sabor más especial que nunca”.


—¿Le dedica alguna vez algún pensamiento a la idea de retirarse y llevar otro tipo de vida, más calmada, sin viajes ni aeropuertos cada dos por tres? ¿O eso es un horizonte que le parece aburridísimo?


“En realidad, estoy acostumbrado a llevar simplemente esta vida, es decir que para mí es normal y me gusta pensar que después de un compromiso viene otro y otro más... Es una forma de proyectarme continuamente hacia delante. Pero claro que solo podré continuar mientras que el cuerpo y la voz aguanten, no un día más ni un día menos”.

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