El Mercurio
Una decena de investigadores les ponen rostro a las cifras del consumo en este ámbito, en un volumen editado por Pedro Güell y Tomás Peters.
ROMINA DE LA SOTTA DONOSO
En "La trama social de las prácticas culturales. Sociedad y subjetividad en el consumo cultural de los chilenos", volumen editado por Pedro Güell y Tomás Peters, una decena de investigadores les ponen rostro a las cifras reveladas por documentos como "Nosotros los chilenos. Un desafío cultural" (2002), del Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD), y la 2ª Encuesta de Participación y Consumo Cultural (2009), del Consejo de la Cultura (CNCA).
Los propios Güell y Peters, más Rommy Morales, trazan cinco tipografías de consumidores culturales y una Canasta Básica de Consumo Cultural. "Es una respuesta a la realidad del escaso y mal distribuido consumo cultural de los chilenos", dice Güell. Esta herramienta, única en Iberoamérica, evidencia nuestra desigualdad: sólo el 12% de la población alcanza el mínimo de visitas a museos, mientras que en el caso de la televisión, el índice sube a 78%.
Los tres especialistas también abordan la relación entre estratificación social y consumo cultural. "La posición de una persona en la estructura de oportunidades de la sociedad -ingreso, educación y carrera profesional- condiciona su acceso a los bienes culturales", aclara Güell. Además de dinero, se requieren habilidades e intereses. "En países muy desiguales, esta influencia es muy fuerte, y por eso en Chile la desigualdad cultural es muy grande", agrega.
-Entonces, ¿el nivel socioeconómico determina nuestro consumo?
"No de manera absoluta. En el caso de la cultura, la biografía, los grupos de pertenencia, la vida familiar y el interés en los asuntos políticos hacen que algunas personas desarrollen motivaciones y estrategias que les permiten superar las restricciones que les impone su posición social. Neruda o la familia Parra son buenos ejemplos de ello".
-¿Tiene Chile poca movilidad cultural?
"Sí, y es un gran lastre para el país. Se debe a la fuerte segmentación de nuestro sistema educacional, a la comparativamente débil inversión pública en cultura y a la pobreza cultural de los medios de comunicación".
-En el libro aparece la "individuación" como un factor de movilidad cultural...
"Cada vez es más fuerte la presión a la individuación; esto es, el mandato social para crearse un estilo personal singular basado en elecciones propias. Los bienes culturales son un medio muy eficaz para expresar la singularidad y la autonomía de cada uno en asuntos valóricos, de gusto o de opciones estéticas".
-Ustedes identificaron grupos socioeconómicamente bajos con alto consumo cultural...
"Por cierto, pero si lo desagregas, los más pobres tienden a consumir más bienes culturales ofrecidos por los medios de comunicación, especialmente la televisión, por el sistema escolar o las municipalidades. Y los grupos altos consumen bienes más especializados e internacionalizados. Esas experiencias están segmentadas y muchas veces incomunicadas, y por ello en Chile el consumo cultural no cumple plenamente su función de contribuir a la cohesión social".
EL LIBRO
"La trama social de las prácticas culturales. Sociedad y subjetividad en el consumo cultural de los chilenos" (Ediciones Universidad Alberto Hurtado). 260 páginas. $12.000.
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