Diez clásicos, desde "La caperucita roja" hasta "El flautista de Hamelin", se reobservan y recontextualizan a través de una poética chilena.
IÑIGO DÍAZ
Se llama "El patito feo", pero en este cuento no aparece ningún ave migradora. Solo un niño llamado Patricio, que llegó desde Perú con su abuela, como inmigrante, lo que lo lleva a vivir distintas discriminaciones. "Ocurre tal como en el cuento original (1843, Hans Christian Andersen), en que un 'pato' es separado de su grupo por ser distinto. Aquí también hay un final que da una lección", señala el poeta Eustaquio Pérez, pseudónimo del periodista Lautaro Muñoz.
No es la única relectura de un clásico, porque en su libro Pérez observa diez de estas historia. "Cuentos del mundo en décimas chilenas" (Lom, $12.000), con ilustraciones de Marcelo Escobar, viene a narrar otra vez las historias de "La caperucita roja", "La cenicienta", El gato con botas", La bella durmiente" o "Los tres chanchitos".
La décima espinela es la herramienta del relato, con sus cualidades métricas que incluyen una glosa (estrofa de presentación en cuatro versos), cuatro estrofas de diez versos a ritmo octosílabo, y una décima libre de despedida. "Es interesante ver cómo van rimando los versos: el primero con el cuarto y el quinto, el segundo con el tercero, el sexto con el séptimo y el décimo, y el octavo con el noveno", explica Eustaquio Pérez a los niños lectores.
Esa es la forma. El fondo recurre a otros aspectos, puesto que resitúa también las historias originales en contextos chilenos. Si "El patito feo" transcurre en un colegio de Santiago, entonces "La cenicienta" tiene lugar en La Araucanía, a los pies de un volcán en erupción cuyas cenizas le dieron a una niña su sabiduría.
También "Rapunzel" , retitulada aquí como "La rapera Rap-unsel", la historia de una niña cultora y defensora del ritmo y la poesía urbana, o "El traje nuevo del alcalde", una variación de "El traje nuevo del emperador", donde se ve el contraste entre el político ambicioso de nuestros tiempos y el valor de la democracia.
"La enseñanza a los niños es: tenemos voz y voto. No podemos quedarnos solo en un reclamo válido, sino practicar la participación ciudadana", dice el autor en referencia a las historias colectivas, sin olvidar aspectos de una vida a menor escala, como en "La bella durmiente": no existe ninguna princesa de cristal ni príncipe, sino una mujer que cae en coma después de un golpe en la cabeza producto de un ataque en Corral. "Aquí exponemos el valor del cariño, el amor, la preocupación y el cuidado entre las personas", cierra.
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