El Mercurio
Con 56 años de vigencia, la Retaguardia Jazz Band será protagonista en la reinauguración del tradicional espacio, la próxima semana. Así, terminan cuatro años de itinerancia obligada debido al terremoto de 2010.
IÑIGO DÍAZ
En una explicación histórica, se supone que el concepto de "retaguardia" representaba la música que estos jóvenes aspirantes a jazzistas habían escogido tocar en sus inicios, en 1958. Un disco del grupo Retaguardia Jazz Band de 1975, editado por el sello Asfona, se titula, de hecho, "El jazz de la retaguardia": la música que está atrás en el tiempo, el jazz tradicional de los años 20 y 30.
Pero el trombonista Patricio Santibáñez, integrante del noneto desde 1983, se apresura a dar otra versión: "Este era un grupo escuela con músicos no profesionales. Tocaban por oído, y por ese tiempo casi nunca tenían conciertos, pero acudían habitualmente al Club de Jazz en su sede de calle Mac Iver. Domingo Santa Cruz les dijo: 'ustedes siempre están ahí, a la expectativa para tocar, en la retaguardia'. Él bautizó al grupo, y en 1960 se integró como tubista".
Han trascurrido 56 años desde la formación del grupo decano del jazz chileno, que hoy solo cuenta con el pianista Antonio Campusano entre sus miembros originales. También han transcurrido 71 años de la fundación del Club de Jazz en un segundo piso en calle Santo Domingo 1081, y otros cuatro años desde que el terremoto de 2010 destruyó la casa de Macul, donde el club vivió más de tres décadas.
Pero la larga itinerancia obligada que debió realizar para sobrevivir terminará este 28 y 29 de marzo con los primeros conciertos en la nueva sede del club, la remodelada Casa Maroto, de 1920, perteneciente a Mall Plaza Egaña. Allí, la Retaguardia Jazz Band será protagonista. "Ellos ha sido siempre músicos comprometidos con el club. Nacieron y vivieron todo este tiempo aquí. Son números claves en la reinauguración", señala Felipe Harrison, directivo del club.
Eso sí, esta semana comenzó a operar el restaurante adjunto al club llamado La Fabbrica. "La recuperación de la Casa Maroto fue un proyecto enorme. Toda la decoración está en el lenguaje del jazz. Tenemos un expendedor de cervezas con forma de saxo alto y una carta de tragos dedicados a leyendas del jazz, donde destacan el Benny Goodman, el Cab Calloway y el Charlie Parker", cuenta Jerome Reynes, creador del restaurante.
El Club de Jazz comenzará una marcha blanca que se extenderá por seis meses, de modo que por ese lapso la programación estará limitada a viernes y sábados. La reinauguración oficial está prevista para fines de abril. Por ahora se respetarán los precios de la antigua casa de Ñuñoa: $4.000 y $3.000.
"Serán conciertos de ajuste a la nueva sede, al espacio, la programación y la tecnología de sonido que instalaremos", dice Edgardo Cruz, presidente del club. "Pero el gran valor agregado de este nuevo espacio no es solo la música, sino también la labor educativa, con las salas de clases, salas de ensayo y talleres de lutería en el segundo piso. No creo que exista otro club de jazz así en el mundo. Ni Blue Note, ni Ronnie Scott's, ni ninguno", concluye Harrison.
En todos los escenarios
De los cuatro fundadores del club en 1943, sobrevive solo uno. El baterista antofagastino Lucho Córdova tiene hoy 92 años y es el único músico que ha tocado en las seis sedes históricas.
"Ensayábamos con el grupo Chicagoans en el Barros Arana, con quince amigos que nos iban a escuchar, pero cuando nos tuvimos que ir de allí decidimos arrendar los sábados un taller en calle Santo Domingo. Todos los amigos pusieron plata. Luego se corrió la voz y empezaron a llegar los grandes músicos profesionales: Huaso Aránguiz, Mario Escobar, Hernán Prado. Ahí el club agarró vuelo", recuerda.
A comienzos de los 50 la sede se movió a calle Merced, frente al cine Sao Paulo, y hacia fines de la década la mudanza lo llevó a Mac Iver. "Ahí estuvo todos los años 60. Yo tocaba con cada grupo que aparecía, y así seguí después en las sedes de Lota y la gran casa de California", dice Córdova. En 1979, apareció la casona de José Pedro Alessandri, en lo que fue la más larga edad del club. Luego del terremoto, la casa fue vendida y demolida.
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