Desde el 30 de noviembre, el Museo Chileno de Arte Precolombino abrirá la muestra "El arte de ser Diaguita". Son 229 piezas que recogen la identidad cultural de esta comunidad del Norte Chico. Una de las tesis centrales es la posibilidad de que los diseños y su organización repliquen principios básicos del arte chamánico.
Maureen Lennon Zaninovic
"Todos hemos crecido sabiendo lo que es la cultura diaguita. Parece que ya la damos por sentada, como que no tenemos nada más que conocer de ella; y de hecho lo que de inmediato se nos viene a la retina es una cerámica tricolor, muy bonita. La gracia de esta exposición es que nos abre un mundo nuevo. Nos muestra el transfondo ritual, religioso y chamánico de esta cultura, que no es conocido".
Son palabras de José Berenguer, curador jefe del Museo Chileno de Arte Precolombino, a propósito de la muestra "El arte de ser Diaguita", que se abrirá en este inmueble colonial de la calle Bandera el próximo 30 de noviembre, con el apoyo de la Minera Escondida, operada por BHP Billiton.
En el material de apoyo que ha preparado cuidadosamente el museo para entregar al visitante, se consigna que la cultura diaguita chilena se desarrolló en el Norte Chico en los fértiles valles de los ríos Huasco, Elqui, Limarí y Choapa. Sus raíces son diversas y pueden rastrearse hasta el siglo X d.C. Fue una sociedad que se asentó principalmente en los valles, con una rica economía agrícola y ganadera, una alfarería de alta calidad y una notable expresividad artística que llegó a su apogeo entre 1300 y 1400 d.C., durante la llamada fase "Diaguita Clásica". Hacia 1470 d.C., los miembros de esta sociedad fueron incorporados al Imperio Incaico y, como aliados estratégicos de los incas, avanzaron hacia el norte y sur de su territorio natal, así como hacia zonas trasandinas.
Carlos Aldunate, director del Museo Chileno de Arte Precolombino, comenta que en muchas ocasiones "el proceso de conquista no fue realizado por los propios incas, sino que estos últimos utilizaron a otros pueblos para conseguir su objetivo. Los incas usaron a los diaguitas para expandir su imperio hacia la zona central de Chile y para llegar a la Argentina".
José Berenguer se explaya sobre los alcances de este episodio histórico. "Los incas, en muchos lugares de América, seleccionaron determinadas culturas, de alguna manera tenían sus favoritos. Pasó en el norte del Ecuador con los cañaris, en la zona de Bolivia con los collas y aquí se fascinaron, se 'volaron', con la cerámica diaguita. Era de tal calidad, que optaron por una fusión entre las técnicas, el colorido y la manufactura de la cerámica diaguita preincaica, con su cerámica. Hicieron una muy buena mezcla. ¿Por qué? Una de las cosas interesantes que surgió en la preparación de esta exposición es que curiosamente los diaguitas, antes de la llegada de los incas aproximadamente en el 1400 d.C., revelaron un interés por un pequeño halcón propio del Norte Chico y pintaron las caras de las figuras de los jarros-pato con un antifaz muy similar al de esta ave que se conoce como cernícalo chileno. Sucede que para los incas el ave real es el halcón peregrino peruano (wamán). Esa puede ser una especulación: problamente esa afinidad entre ambas culturas puede haber sido porque las dos tuvieron elementos heráldicos comunes".
Para Gabriel Cobos Contreras, ex director del Museo Arqueológico de La Serena, a la llegada de los españoles los diaguitas fluctuaban entre los 25 mil y 30 mil individuos, pero que a fines del siglo XVI la reducción había sido dramática. Quedaban entre 1.200 y 1.500 personas.
Sobre este punto, José Berenguer advierte que hay varias tesis. "Unas hablan de etnocidio, otras de que se diluyeron, que se mezclaron con otros y desaparecieron como unidad. La tercera hipótesis es que sobrevivieron algunos de sus elementos en ciertos pueblos. Todas estas son aproximaciones desde la academia y los investigadores aún no han logrado comprobar una continuidad histórica de esta cultura".
"Cada habitante se siente diaguita a su manera"
El director del Museo Chileno de Arte Precolombino explica que para ellos no es importante que exista una continuidad histórica. "El papel de nuestro museo no tiene que ver con afirmar que los actuales diaguitas son o no lo son. Hoy en nuestro país, sobre todo con la llegada de los inmigrantes, el tema de la identidad es un asunto difuso y subjetivo". Carlos Aldunate enfatiza que "si hay gente que se siente diaguita, tiene todo el derecho a considerarse así. Pero, más allá de esta subjetividad, hay un hecho concreto: desde 2006 el Estado chileno reconoció a los diaguitas como un pueblo originario".
El curador jefe complementa "que el cuestionamiento a la identidad lo hemos visto en el paso de la 'modernidad sólida' a la 'modernidad líquida' (según el concepto del filósofo Zigmunt Baumann). Hemos apreciado cómo las identidades étnicas nacionales se han ido diluyendo. Hemos entendido que las nacionalidades, las etnicidades, es decir, la filiación étnica, corresponden a construcciones sociales, y a partir de estos postulados lo primero que hicimos -para darle una forma a esta exposición- fue detectar el tema de la identidad como uno de los aspectos clave, y luego nos fuimos al norte con el encargo de buscar un relato para la muestra" .
Berenguer añade que en diciembre iniciaron esta búsqueda y, entre otros lugares, recorrieron la Ligua, La Serena, Vicuña, el Museo Gabriela Mistral, Ovalle, Salamanca y Limarí. "Y en los pueblos, en las conversaciones con los distintos artesanos y alcaldes, y tras asistir a algunas fiestas, nos dimos cuenta de que el tema era ese: cada habitante del Norte Chico, por decirlo figurativamente, se siente diaguita a su manera. El alcalde pinta las paredes a su manera con motivos diaguitas, las veredas tienen colores típicos: negro, blanco y rojo, los artesanos están imbuidos en este quehacer. La identidad es una práctica estética. Por eso le pusimos a esta muestra el nombre 'El arte de ser Diaguita'. Con ese título englobamos la idea central de esta exhibición: hay múltiples caras de una identidad. ¿Cuántas formas hoy existen de ser chileno?", pregunta Berenguer.
El recorrido de la muestra
"El arte de ser Diaguita" parte con la exhibición de la película "Andacollo" (1959), de Nieves Yancovic y Jorge Di Lauro. El filme rescata la tradición de los bailes chinos (cofradías de músico-danzantes que participan en las fiestas religiosas populares celebradas entre Copiapó y Aconcagua).
La exposición prosigue con la manera de ser diaguita antes de los incas y después, tras la llegada del imperio. Entre otros aspectos, se abordan distintos estilos de esta característica cerámica tricolor y geométrica, las melodías y rituales que acompañaban las ceremonias de esta cultura, el trance chamánico y la modificación de algunos elementos tras la conquista incaica. También, en la sala grande, se exhibirá una animación sobre los patrones de simetría, sobre la base de un estudio en torno a las geometrías chamánicas. A modo de epílogo, la exposición cierra en una pieza con pantallas que proyectarán diversos cortos documentales, entre otros el trabajo del alfarero Ulises López, uno de los más importantes artesanos de la actualidad; y una animación sobre el cuento del jarro-pato.
Geometrías chamánicas y parafernalia ritual
José Berenguer se explaya sobre el mundo chamánico de la cultura diaguita, que es uno de los atractivos de la muestra que presenta más novedades.
A su juicio, el chamán es -fundamentalmente- un mediador, un servidor. "Hace de puente, a través del éxtasis, a través de un trance, entre la comunidad y los seres sobrenaturales. Es un especialista que está en muchas culturas y especialmente en América. En las culturas chilenas hemos detectado la presencia de ellos en San Pedro de Atacama, en los diaguitas, mapuches y fueguinos. Ellos usaban sustancias para entrar en trance y para curar enfermedades y ese elemento chamánico en esta muestra estará muy claro: veremos los instrumentos con que consumían esas sustancias. Estarán las tabletas que eran conchas de ostión, tubos de hueso para respirarlas y también cucharitas para trasvasijar en forma dosificada esta sustancia. Estará todo lo que llamamos una parafernalia ritual", dice Berenguer.
Carlos Aldunate complementa que "el chamán es muy distinto al sacerdote. Los antropólogos dicen algo que me encanta: 'El sacerdote tiene miedo y el chamán no'. El chamán, a diferencia del sacerdote, se transforma en un ser sobrenatural". Añade que no existe certeza sobre el tipo de alucinógenos que consumían. "Tenemos, eso sí, referencias de otros lugares. En San Pedro de Atacama, por ejemplo, aspiraban un polvo extraído de las semillas del árbol Vilca ( Anadenanthera colubrina ). Estamos ante un tema que es muy nuevo: el chamanismo y los alucinógenos en los diaguitas. Recién se está comenzando a estudiar con mayor profundidad".
En el reciente volumen publicado por Editorial Universitaria "Prehistoria en Chile. Desde sus primeros habitantes hasta los incas", se señala que se ha planteado la posibilidad de que los diseños y su organización en la vasija repliquen principios básicos del arte chamánico. Con respecto a los paralelos con el chamanismo, el libro -que entre otros editores tiene a Carlos Aldunate- resalta una serie de diseños diaguitas que manejan una compleja simetría para articular los motivos, registrándose tres o más principios simétricos operando conjuntamente. "Otra característica -según este volumen- es la continuación sin fin o poder autogenerador de los diseños, que los dota de una cualidad notoriamente rítmica. También está presente el principio del horror vacui , el seccionamiento de diseños en campos delimitados, la posibilidad de ser percibidos en positivo y negativo".
El director del Museo Chileno de Arte Precolombino puntualiza a "Artes y Letras": "El horror vacui es muy característico de los estilos precolombinos que no dejan espacios en blanco: llenan y llenan, abarrotan todo de diseño. La gracia que tiene el arte de los diaguitas radica en la maestría de su trazo, los círculos, el armado de un dibujo que no parece tener fin. Para eso hay que llegar a una segmentación y contar con una estructura mental muy única".
"El arte de ser Diaguita"
Lugar: Museo Chileno de Arte Precolombino
Fechas: Desde el 30 de noviembre de 2016 hasta mayo de 2017
Horarios: Martes a domingo, de 10:00 a 18:00 horas
Entradas: $4.500 (general), $ 2.000 (estudiantes y tarjeta Vecino de Santiago), gratis menores de 10 años y escolares en grupos. El primer domingo de mes, entrada gratuita.
Evento especial: El sábado 10 de diciembre, a partir de las 10:00 horas, el Museo Chileno de Arte Precolombino celebrará sus 35 años con distintas actividades, con visitas guiadas, cuentacuentos y danza.
Teresa Olivares: "Ojalá se sientan orgullosos del pueblo diaguita y de su arte"
Teresa Olivares tiene el sello de acreditación de calidad de indígena -entregado por la Conadi- y es miembro de una comunidad diaguita del Río Choapa (Salamanca), conformada por 34 familias. "Nuestra participación en la muestra del Museo Chileno de Arte Precolombino es en base a relatos y entrevistas en los que nuestra comunidad Taucan relata cómo los diaguitas han seguido existiendo de una u otra forma, a través de tradiciones orales, de la agricultura, sus creencias, etc. Nosotros somos la continuación de esta cultura que está viva en estos valles", señala a "Artes y Letras".
Teresa Olivares añade que le gustaría que todos aquellos que vean esta exposición "queden gratamente sorprendidos y se sientan orgullosos del pueblo diaguita, de su arte, sus tradiciones, su cosmovisión, y cómo esta cultura nos habla de un pueblo con un gran respeto por la tierra y el cielo y en armonía con su entorno".
A su juicio, la alfarería diaguita es de una maestría y sabiduría únicas, "contiene un arte sagrado, un lenguaje simbólico que nos habla de los elementos, de mundos por descubrir, de la sanación del cuerpo y la mente; un arte geométrico que despierta nuevos estados mentales y nos dice cómo nuestros antepasados miraban el mundo a su alrededor" .
Esfuerzo público-privado
La exhibición es fruto de un importante esfuerzo colaborativo entre la empresa privada, diversos museos nacionales y extranjeros y el aporte de particulares. En total, el público podrá apreciar poco más de 200 creaciones propias de esa cultura originaria, entre otras piezas de cerámica, textiles, piedra, hueso y metal.
"Una parte importante -cerca del 60%- corresponde a la donación que nos hizo la Fundación Santa Cruz Yaconi, pero también sumamos aportes de otros museos, como el Arqueológico de La Serena, del Limarí, el Nacional de Historia Natural, el Histórico Nacional, el Museo Andino de la Fundación Claro Vial y el Museo Profesor Mariano Gambier de San Juan (Argentina)", complementa Carlos Aldunate, director del Museo Chileno de Arte Precolombino.
Minera Escondida está detrás de esta importante exposición: "Dado que muchas de nuestras operaciones alrededor del mundo están ubicadas en áreas cercanas a comunidades indígenas, en Australia y otros países, también desarrollamos proyectos destinados a reconocer y celebrar el arte y la cultura de los pueblos originarios", comenta a "Artes y Letras" Daniel Malchuk, presidente de BHP Billiton Minerals Americas.
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