El Parque Cultural de Valparaíso reconstruye en forma multidimensional la personalidad artística de este compositor.
Romina de la Sotta Donoso
El Parque Cultural de Valparaíso (PCdV) invita a un homenaje que aborda la multidimensionalidad de un artista fundamental de nuestra historia: Enrique Soro Barriga (1884-1954). "La figura de Soro es muy importante en la historia de la música chilena. Sin embargo, recién en los últimos 20 años se ha ido recuperando su memoria. Por eso me pareció importante no solo mostrar su música, sino también su rol histórico y su contexto", dice Jorge Coulon, director del PCdV.
El encuentro "Enrique Soro de visita en la ciudad" incluye conversatorios con musicólogos, como Luis Merino, Juan Pablo González y Pablo Palacios, y también se está tocando su música de cámara. Ya hubo un concierto del Cuarteto Advis, y a las 11 horas de mañana se realizará una clase didáctica de piano para niños, mientras que a las 19 horas el Quinteto Coda, más un pianista invitado, interpretarán "Lautaro", que no se toca hace 20 años.
Las actividades se completan con una exposición de objetos personales del premio nacional de Música 1948. "Se incluyen partituras en todos los estados posibles; borradores, manuscritos en limpio, manuscritos de copista, autoediciones y ediciones internacionales; programas de conciertos, fotografías, su batuta, una aldaba de 'manito' y cartas", detalla su nieto Roberto Doniez, curador de la muestra.
Hay, además, mediadores, profesores de música capacitados en la historia musical chilena y los oficios que Soro ejerció: pianista, compositor y profesor. "Estamos revalorizando también la música como oficio, no sólo como reflexión intelectual", aclara Coulon.
La carrera de Enrique Soro fue deslumbrante: estudió en el Conservatorio de Milán, estrenó obras en Europa y fue amigo de celebridades, como Puccini y Ravel. Hizo muchas giras por Europa y América, grabó con grandes sellos y firmó un contrato de 50 años con la editora Schirmer. Logros que concretó, además, viviendo en Chile. Había retornado en 1905 y era un influyente profesor: dirigió el Conservatorio Nacional entre 1919 y 1928. Luego fue considerado símbolo del romanticismo, y las nuevas modas lo postergaron.
Solo con el tiempo su filigrana volvió a ser apreciada. Los primeros en volver a programar y grabar sus obras fueron extranjeros residentes en Chile: el pianista letón Armands Abols, la pianista rusa Svetlana Kotova, la chelista polaca Katharina Paslawski. Y luego se sumaron los directores Julian Kuerti y Mika Eichenholz. También han sido claves en el rescate los chilenos Yvanka Milosevic, Alexandros Jusakos y José Luis Domínguez. "Y pronto saldrá un CD con 20 obras de Soro de la pianista María Blanca Mastrantonio. Todo parece ir por buen camino", cierra Doniez.
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