El músico, que se presenta hoy junto a su banda en el Teatro Caupolicán, habla de su historia de redención y de cómo vive su religiosidad en el mundo del rock.
José Vásquez
A fines de febrero pasado, en Buin, Brian Welch (46) se apoderó del micrófono con firmeza para gritar repetidas veces y con convicción: "¡Jesucristo, te amo!". El guitarrista de Korn -banda estadounidense que hoy se presenta en el Teatro Caupolicán- fue uno de los invitados a Enciende Chile, un multitudinario encuentro cristiano al que llegó a contar su testimonio de redención. "Se sentía el calor muy fuerte, quizás por los incendios que habían tenido", recuerda el músico sobre la cita espiritual en la que compartió con unos 2.500 jóvenes que asistieron a las charlas y talleres de la cita en esa comuna de la Región Metropolitana.
Ahí "Head" -como se apoda al artista- subió al escenario para relatar su vida sobre el carrusel de las drogas y el rock and roll, un camino que, según dice, se volvió tormentoso y donde de pronto los excesos le pasaron la cuenta tumbándolo en el suelo. Un período negro del que -agradece- solo pudo escapar con la ayuda de Dios. "Fue una época en la que estaba perdido", resume, antes de su próximo regreso a Santiago, esta vez con Korn para presentar "The serenity of suffering" (2016), uno de los álbumes más celebrados de la banda en la última década.
-Usted estuvo alejado de Korn por ocho años. ¿Sentía que debía dejar la banda para recuperar su vida?
"En ese momento era lo mejor que podía hacer. Korn era una fiesta sin fin. Pasaba por momentos en los que siempre estaba drogado. Con el tiempo me di cuenta de que no controlaba mi vida".
-¿Qué cambió en usted para decidir que podía volver a tocar en Korn?
"El gran cambio es que ahora soy un tipo agradecido. Encontré la paz en mi vida con Dios y la forma en que puedo disfrutar ser parte de la banda y tocar para nuestros fans. Ya no peleo esa guerra que tenía conmigo mismo. Nunca más".
-Usted ganó esa guerra.
"Oh, sí, yo acabé con ella".
-¿Cómo escapa de las tentaciones del rock?
"A veces la marihuana y otras drogas pasan frente a mí, pero entonces siempre recuerdo todo lo que me tocó vivir. Me alejé de las tentaciones acercándome a Dios y concentrándome en la música y en los fans".
-¿Se ha sentido incómodo en la comunidad metalera al ser ahora un hombre religioso?
"Hay muchos símbolos en el mundo del metal y la gente dice todo tipo de cosas, pero ¿sabes? No me ofenden. Amo a todos, no juzgo a nadie. Todas las personas tienen el derecho a elegir lo que quieran en esta vida. Todos merecen tener libre albedrío y la posibilidad de elegir".
-Korn volvió a sonar potente con su regreso. ¿Es una coincidencia?
"Creo que eso tiene que ver con las guitarras. Reencontrarme con 'Munky' y grabar este 'The serenity of suffering' nos hizo sentir muy orgullosos como músicos, porque logramos lo que queríamos como guitarristas. Es un disco muy pesado, que se siente como el viejo Korn, pero al mismo tiempo no deja de ser moderno, por su sonido".
-Las letras de Korn hablan desde el dolor. ¿No le complica en esta nueva etapa?
"Desde el comienzo hasta ahora, las letras del grupo siempre hablan de nuestros problemas, que padecemos como todo el mundo. Siento que este último disco nos lleva a encontrar la paz cuando todo se está yendo al infierno y puede ser de gran ayuda para quienes lo escuchen para aplacar su dolor".
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