Más de 800 instrumentos musicales que fueron cultivados en nuestro territorio antes de la llegada de Colón conforman el catastro que José Pérez de Arce subió a la web.
Romina de la Sotta Donoso
La desconocida riqueza musical de nuestro pasado precolombino empieza a revelarse gracias al Archivo Organológico de Instrumentos Prehispánicos de Chile, catastro realizado por el musicólogo José Pérez de Arce, que ahora está disponible en la web (joseperezdearcea.cl) gracias a un Fondo de la Música.
Rico en bocetos, anotaciones manuscritas y fotografías, el archivo contiene fichas de más de 800 instrumentos que el investigador recopiló entre 1970 y 1990, en colecciones particulares y museos de Chile y el exterior.
La mayoría de los instrumentos son flautas, hasta de 2 mil años de antigüedad. "Las hay de pan, rectas, traversas, globulares y muchísimas variedades. Y hay muchísimos idiófonos: campanillas, cencerros, sonajeros, marakas y cascabeles. En el Norte Grande se han conservado instrumentos de caña, madera, hueso y cuero, materiales que se han perdido desde el Norte Chico hacia el sur, por razones climáticas. Afortunadamente, las culturas que habitaron las zonas australes se especializaron en flautas de piedra, numerosas y únicas en su especie".
-¿Identificó instrumentos ya extintos?
"Sí. La antara (flauta de pan) de piedra existió desde Atacama hasta La Araucanía en tiempos prehispánicos. Conocemos algo de su función en Atacama, ligada al sacrificio humano y al consumo de plantas psicotrópicas en contextos chamánicos. También desaparecieron los cascabeles de nueces naturales".
-¿Cuánta información de una cultura puede entregarnos un instrumento musical?
"Mucha. Por ejemplo, una flauta de piedra encontrada en la cercanía de San Felipe, que está en el Museo Precolombino, nos habla de una excelencia artesanal que sobrepasa todo lo conocido en la zona y que se logró antes de la llegada del inca. Esa excelencia está al servicio de un sonido que sólo puede ser emitido cuando se conocen ciertas técnicas de tañido que aún están vigentes en los bailes chinos. Al observar la flauta no se ven ornamentos notables, formas caprichosas o alardes de virtuosismo artesanal. Se ve un objeto muy simple. El examen de esa flauta es la puerta de entrada para descubrir cómo mirar la cultura que le dio origen".
El principal ejemplo de instrumento prehispánico que sigue vigente es la flauta de los bailes chinos. "Su larga historia muestra cómo un sonido puede perdurar por cientos de siglos y pasar por una decena de culturas distintas, manteniendo su característica", apunta Pérez de Arce. Ese "sonido rajado", cuenta, "se origina en la cultura paracas, al sur de Perú, hace unos 1.500 años, en unas antaras de cerámica que luego de muchos siglos desaparecen para dar origen a otras antaras de piedra que la civilización Tiwanaku expande como parte de su ideología religiosa, y que muchos siglos más tarde da origen a la 'pifilka' más al sur, que es la actual flauta de chino".
Los bailes chinos, vigentes entre el Aconcagua y Copiapó, le dan un uso ritual. "No son un simple acompañamiento musical, sino un elemento articulador de una experiencia colectiva que va desde señalar la identidad sonora de las diferentes comunidades que se reúnen en la fiesta hasta las experiencias individuales y colectivas de trance, que cada chino percibe como algo que sobrepasa lo posible de relatar", detalla el investigador.
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