Dirigidos por Rubén Orellana, ya han ido de gira a España y a Ecuador. Actúan en las comunidades mapuches y también en la ciudad de Temuco. Esta es una historia de esfuerzo que ya está dando frutos artísticos.
Romina de la Sotta Donoso
El año pasado dieron diez conciertos, en sitios como la Catedral de Temuco y también en hogares de ancianos y del Sename. En octubre, además, recorrieron España, invitados al Festival Corearte de Barcelona, y gracias al apoyo de una subvención presidencial. También así financiaron en 2014 una gira por Ecuador, a solo siete meses de haber nacido.
El coro Niños Cantores de La Araucanía es un proyecto hecho a pulso, que hoy se financia gracias a auspiciadores -entre empresas y municipios- y que cubre sus gastos operativos con una pequeña cuota de cada integrante. Pero su fundador y director, Rubén Orellana Catalán (1971), trabaja ad honorem . "Esto lo hago como voluntario y por amor. Inicié este proyecto porque vivimos en Temuco, tengo tres hijos, y pensé en el desarrollo cultural de ellos", comenta Orellana.
"Me han pedido que me vaya a Valdivia y a Puerto Varas, pero Dios me trajo para acá. Han tildado de embajadores de paz a los Niños Cantores de La Araucanía y es así, ellos sólo entregan amor en cada concierto. Más allá de las problemáticas históricas de la región, debemos velar por los niños", agrega el director.
Hoy el coro lo integran 30 niños y jóvenes de entre 8 y 20 años, y el 40% de ellos son mapuches. Pero actualmente están haciendo audiciones para que crezca. "Este año queremos llegar a cien niños, para que haya tres niveles. Y vamos a trabajar con una profesora de Teatro y otra de Danza. Tengo grandes ambiciones; sueño que en cinco años tengamos una escuela de canto, con varios profesores, y una pequeña orquesta para poder cantar con músicos en vivo y no con una pista grabada, como ahora", apunta Orellana.
El coro ya domina el Gloria de Vivaldi y "The Lord Bless You and Keep You", de Rutter, además de piezas de Bach y Fauré. Sin embargo, el núcleo de su repertorio son las obras de raíz mapuche que integran instrumentos originarios, y que les compone especialmente Cecil González, autor premiado en decenas de festivales, incluyendo el de Viña del Mar.
"Practicamos tres horas a la semana. Hay niños que viajan dos horas desde Puerto Saavedra, y este año se integrarán otros niños de Pucón, Vilcún y Pitrufquén. Todos los niños del coro se quieren mucho, sean de donde sean sus familias. Cuando hacemos un concierto los que son de fuera se alojan donde sus compañeros", destaca Orellana.
El director subraya la influencia de Mario Baeza, a quien conoció a los 17 años. Entonces, empezó a cantar. "Además, él me daba clases de dirección coral, así que en 1991, cuando yo empecé a sostener un coro de una iglesia en San Bernardo, fui aplicando todo lo que él me enseñaba. Estuve 18 años con ese coro. Siempre he sido amateur , pero me he ido capacitando con distintos maestros y en el programa Crecer Cantando", dice.
Ilusión y desencanto
Rubén Orellana reside en Temuco desde 2009, y allá trabaja con los coros de dos colegios, lo que le da sustento económico a su familia.
En un momento llegó a tener siete coros de niños, pero se cansó de la indeterminación de los sostenedores en momentos clave, como las giras. Llegó un punto, recuerda, en que decidió hacer algo al respecto. "Les dije a los papás que iba a crear un proyecto independiente y que quien creyera en mí me podía seguir. Me siguieron 30 niños y una semana después dimos nuestro primer Concierto de Navidad. Así nacieron los Niños Cantores de La Araucanía", comenta.
Siendo persistente con todo potencial auspiciador, consiguió apoyo del Hotel Enjoy de Pucón y de varios municipios. Hoy, por ejemplo, el Servicio de Salud Araucanía Sur y el Casino y Hotel Dreams de Temuco les dan espacio para las prácticas e incluso apoyo logístico.
"Para mí es una bendición poder trabajar en la región más pobre de Chile y transmitir el arte a los niños y sus familias. Ahora mismo en Semana Santa vamos a visitar comunidades mapuches en cinco comunas", cierra Orellana.
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