El Mercurio
Después de tres años, el escenario capitalino presenta un montaje lírico escenificado con aforo completo y la orquesta en el foso. Este jueves se estrena una nueva producción de “Manon”, del compositor francés Jules Massenet, con régie del destacado profesional español Emilio Sagi. De esta manera, el coliseo de Agustinas comienza a dejar atrás un momento complejo que lo obligó a poner en pausa su actividad y luego ofrecer óperas de conciertos.
Maureen Lennon Zaninovic
Fue en medio de los ecos de la violencia y la inseguridad que provocó el “estallido social” cuando el Municipal de Santiago montó su última ópera escenificada: “Fausto” de Charles Gounod, con régie del brasileño André Heller-Lopes (noviembre de 2019). Luego vino la pandemia y, como muchos otros escenarios del mundo, el teatro de Agustinas cerró sus puertas a público. Recién —hacia fines del año pasado— presentó con aforo reducido y en versión de concierto “Don Giovanni”, de Mozart, y en 2022 reincidió en este formato con “La bohème” de Puccini y “La Traviata” de Verdi.
En un momento en que la mayoría de los coliseos desde hace meses han vuelto ofrecer producciones escenificadas, recién este jueves el histórico edificio de Agustinas retomará con “todas las de la ley” el género que le ha dado un sello y reconocimiento a lo largo de más de un siglo de existencia. El esperado regreso será con otro título francés: “Manon” de Jules Massenet (la última vez que se presentó en este teatro fue en 1981).
“Fue un camino largo, más largo de lo que todos pensamos”, reconoce a “Artes y Letras” Carmen Gloria Larenas, directora general del Municipal de Santiago al hablar de la recuperación de la ópera escenificada. La ejecutiva añade que nadie sabía, a principios de 2020, cuánto iba a durar la pandemia y las restricciones tan extensas que después vinieron. “Me acuerdo de una entrevista que dio Peter Gelb, gerente general del Metropolitan Opera House de Nueva York. El dijo que en Estados Unidos iban a reabrir en septiembre de 2021 ¿Por qué dijo eso? Era como si hubiera tenido una bola de cristal. Tuvo toda la razón”, dice. Larenas agrega que en nuestro país —a diferencia de otras capitales— las medidas sanitarias fueron mucho más estrictas. “Costó volver a la presencialidad y cuando planificamos esta temporada, no sabíamos exactamente a qué altura de este año podríamos contar con aforo completo. En materia de ópera diseñamos una programación conservadora con dos títulos de concierto y ahora con ‘Manon' volvemos a las producciones completas y sin limitaciones. La Orquesta Filarmónica de Santiago regresará al foso ya que repusimos las 262 butacas que sacamos de la platea para instalar ahí a los músicos. Ahora el teatro tiene disponible 1.466 localidades”, expresa, y aclara que eso significa que “se abrieron nuevas entradas a la venta, empezando por la parte delantera de la platea y otras ubicaciones que las tuvimos que cerrar por la distancia que exigía el covid-19”.
La ejecutiva rememora que fue difícil producir, desde fines de 2021, ópera en esas condiciones y con tantas limitaciones “y, sin embargo, lo hicimos y con creatividad. Evidentemente el operático no prefiere las óperas en concierto, pero esa es la realidad que nos tocó vivir y nos permitió echar a andar todo de nuevo. Fueron meses de aprendizaje, de buscar además un balance entre los cantantes y los músicos que se ubicaron hasta hace pocos días en un espacio donde no estaban acostumbrados a tocar”, expresa. Larenas repite la palabra realismo y afirma que “uno puede tener muchos sueños, pero no podemos poner en peligro la estabilidad económica del Municipal. Sé que algunos lamentan y nos comparan con el Teatro Colón de Buenos Aires que está pasando por un extraordinario momento artístico. Yo lo veo como algo positivo: ojalá que los melómanos puedan complementar nuestra oferta con las estupendas óperas del Colón”.
Al preguntarle por la decisión de retomar las producciones líricas con “Manon” de Massenet, Carmen Gloria Larenas señala que llegaron a este título tras conversarlo con el destacado profesional español Emilio Sagi, quien fuera director del Teatro Real de Madrid y tiene a su cargo la régie de esta propuesta. “Esta es una ópera que tiene un significado especial por distintas razones. Por un lado es un título que no se daba hace mucho tiempo en Chile y que ofrece papeles que nos permitían unir artistas internacionales con voces chilenas. Junto con ello, se dio la posibilidad de coproducir con Tenerife y Oviedo y en estos tiempos es importante la colaboración”, manifiesta. También comenta que coincidió que Sagi ya había trabajado en España con Maximiano Valdés, quien alternará con Pedro-Pablo Prudencio la dirección de la Orquesta Filarmónica de Santiago, lo que facilitaba el trabajo.
La envidia de todos
Elogiado por varias de sus producciones presentadas en el Teatro Municipal de Santiago, entre otras “El turco en Italia” de Rossini y “Los puritanos” de Bellini, el régisseur Emilio Sagi está de regreso con un debut en su carrera: es la primera vez que tiene a su cargo este título de Massenet, en una propuesta que incluye escenografía de Daniel Bianco, y el vestuario de Pablo Núñez. Su último trabajo para este histórico escenario data de 2016 con “Tancredo” de Rossini.
“En algún momento me llamó el anterior director Frédéric Chambert, pero no tenía la agenda libre”, recuerda instalado en uno de los palcos de este escenario este artista que este año, en el Teatro Colón de Buenos Aires, sacó aplausos con su puesta en escena para “Elixir de amor” con dos grandes estrellas de la lírica mundial: la soprano Nadine Sierra y el tenor Javier Camarena.
Con una historia que se desarrolla originalmente en Francia (Amiens, París y Le Havre), en 1721, “Manon” se inspiró en la novela “Historia del Caballero Des Grieux y Manon Lescaut”, séptima parte de las “Memorias de un hombre de rango” del abate Antoine-François Prévost D'Exiles (1697-1763). Se estrenó en 1884 en el Teatro de la Ópera Cómica de París y posteriormente, casi una década después, el célebre compositor italiano Giacomo Puccini presentó su propia versión de la obra del abate Prévost bajo el nombre “Manon Lescaut”. En ambos títulos —aunque con variaciones— el foco está puesto en el drama de una pareja de enamorados.
“El Municipal fue uno de los teatros más importantes de Hispanoamérica, si no el más relevante. Era la envidia de todos los escenarios, incluyendo el Colón. Había una gran envidia por su organización y su nivel. Estuvo cerrado mucho tiempo por la pandemia y ahora tiene que unir fuerzas y, como decimos en España, ponerse los tirantes, o sea, tiene que retomar la excelencia que tenía. No puede ir para atrás”, afirma Emilio Sagi a propósito de este lento regreso, después de tres años, a las producciones escenificadas. El régisseur destaca que a diferencia de Chile, en medio de la emergencia sanitaria, la actividad cultural en su país no tuvo descanso. “El Teatro Real y la Zarzuela siguieron ofreciendo obras para que el público no se olvidara de ellos. Los artistas no se quedaron en sus casas”, dice.
El director de escena manifiesta algunos cuestionamientos hacia las óperas en concierto. Explica a “Artes y Letras” que el formato “me parece bien si se trata de piezas extrañas u obras difíciles de montar. Estoy pensando en creaciones de Giacomo Meyerbeer o un barroco más complicado, pero las óperas de repertorio no. La ópera es para hacerla en teatro. Para hacer óperas de concierto ahí están los auditorios”, expresa. Emilio Sagi continúa con su reflexión y advierte que en el Teatro Real de Madrid, por ejemplo, se montó sin escenificación “Don Fernando el Emplazado”, que “es más bien una ópera rarísima. No se hacen en concierto ‘Aida', ‘Rigoletto' o ‘La Traviata'”, aclara.
Ingenuidad y corrupción
El profesional hispano señala que en España, como consecuencia del confinamiento, “desaparecieron pequeños festivales de música, pero eso fue algo puntual. Por ejemplo, el Teatro de la Maestranza de Sevilla sigue haciendo los mismos títulos y el Teatro Real y el Liceu de Barcelona continúan ofreciendo la misma cantidad de producciones. Se han mantenido vigentes con la ayuda de las gerencias de los teatros y de los políticos también”.
—¿Desde 1981 que no se daba “Manon” de Massenet en Chile, a diferencia de la “Manon Lescaut” de Puccini. ¿Por qué esta ausencia?
“Creo que la gente ama más la ópera italiana. Yo soy un gran admirador y amante de la ópera francesa y tenía muchísimas ganas de hacer esta ‘Manon' y en el momento que el Municipal me la ofreció, junto con Oviedo y con Tenerife, pensé que era lo ideal porque es una obra preciosa y en Santiago, además, tendremos dos repartos muy buenos. ‘Manon' es una obra deliciosa, está llena de melodías maravillosas y luego a mí me gusta más esta ópera francesa que la italiana y las voces son completamente distintas. El caballero Des Grieux de ‘Manon Lescaut' es un tenor más fuerte. El tenor de la ópera de Massenet es más lírico y con una mayor sensibilidad. En Puccini, por otro lado, la soprano tiene que ser más lírica, en cambio la de Massenet es una lírico ligera porque tiene muchas coloraturas y más fluidez. Puccini es pasional en un sentido italiano, aunque mi versión francesa es muy pasional: la estoy cargando de una inmensa pasión y de una gran fuerza erótica. La fuerza amorosa se manifiesta en melodías y actos impresionantes. El amor entre Manon y el caballero Des Grieux es de una sensualidad total. Por otro lado acá vamos a dar la ópera completa en cinco actos, con pequeños cortes como la escena del ballet que no se suelen montar para no alargar la historia”.
Emilio Sagi pone el acento en el famoso dúo de Saint Sulpice, cuando la protagonista le pide a su amado que abandone la vida religiosa “y lo mete en un espiral de vicios y de corrupción. Manon es una mujer muy simple, ingenua y muy de pueblo que de repente encuentra que le pueden dar todo en una sociedad de fines del reinado de Luis XV e inicios de Luis XVI: una sociedad sin valores éticos, donde a las mujeres se las casaba por interés, ingresaban a los conventos y las que no tenían suerte acaban siendo prostitutas. En ese mundo de corrupción, esta mujer que nunca tuvo nada, se deslumbra con el brillo de los brillantes, como dice una copla española, Triniá, que se cegó con el brillo de los diamantes”. El profesional hispano describe a Manon como una mujer “que como muchas de su época terminó siendo utilizada. Es un objeto de intercambio carnal entre los señores ricos. Eso sí no con su amante que sí la quiere de verdad. Manon se vuelve loca con toda esta sociedad que le ofrece la riqueza y no sabe bien dónde se está metiendo”.
—¿Qué artistas visuales aparecen en su puesta en escena?
“Yo la ambienté en 1760. En los últimos momentos del Ancien Régime. Los dos pintores más famosos de esa época son Jean-Honoré Fragonard y Antonie Watteau. Hay un cuadro de Watteau que se llama ‘El indiferente' y ahí está retratada esa sociedad amante del lujo, sin valores morales y donde siempre se habla del oro. Junto con el escenógrafo Daniel Bianco y el diseñador de vestuario Pablo Núñez quisimos que estos artistas nos dieran la estética de nuestra producción. Todo el decorado es corpóreo y tiene una sensación de la naturaleza de los cuadros de Fragonard: esos árboles, esa cosa un poco sensual está presente todo el tiempo”.
La destacada soprano española Sabina Puértolas, quien en 2017 encarnó en el Teatro Municipal de Santiago a Gilda (“Rigoletto”, de Verdi), alternará con Annya Pinto el papel de Manon Lescaut. En conversación con “Artes y Letras” describe a su personaje como una “mujer inocente que viene del pueblo y no sabe nada, pero dentro de esa inocencia está esa curiosidad. Como cualquier niña o adolescente que tiene un mundo por delante, ella quiere probar y sentir. Y coge todo al vuelo”. La cantante concluye que, sin duda, “en el elenco sentimos un peso porque es la primera producción escenificada después de tres años ¡Es una responsabilidad! Es un peso que llevamos todos los que hacemos esta producción, porque no solamente tiene que gustar, tienes que encandilar para que el público vuelva a llenar el teatro. Es muy importante que la gente vuelva a consumir cultura”. Para Puértolas en España solo “paramos los tres meses que nos encerraron en casa. Y después intentamos por todos los medios hacer ópera, aunque fuera con aforo reducidísimo. Todos nos levantamos la mangas e hicimos que la rueda empezara a rodar”, cierra.
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