viernes, noviembre 18, 2022

Iglesia aimara de Sotoca: El símbolo para un pueblo de diez personas

 

Desde 2005, las festividades de San Pedro y San Pablo, los patronos de la localidad, se realizan en las afueras de la iglesia. BDL

El Mercurio

A 2.500 metros de altitud en la Quebrada de Tarapacá, no es una localidad fantasma, sino una comunidad viva, que en festividades religiosas llega a superar los mil peregrinos. La recuperación de este templo del siglo XVII se inicia el próximo año.

IÑIGO DÍAZ

“El epicentro se dio en el interior, en la misma precordillera donde se encuentran Sotoca y muchas otras pequeñas localidades. Dejó a la iglesia en un estado de daño importante. No se trata de un edificio en ruinas, pero sí uno totalmente inhabilitado”, dice Pedro Medalla, director regional de Arquitectura del Ministerio de Obras Públicas (MOP) de Tarapacá. Se refiere al terremoto de 2005, de 7,8 grados Richter, que castigó severamente a este templo construido en piedra, barro y paja.


Ubicada en la ladera sur de la Quebrada de Tarapacá, a 2.500 metros de altitud y a unos 160 kilómetros de Iquique, Sotoca es una de las tantas localidades aimaras en esa trama precordillerana, junto con Chiapa, Jaiña, Chusmiza o Usmagama. “En todas ellas existen pequeñas iglesias de piedra que datan de los siglos XVI y XVII y que están caracterizadas por un mismo sistema constructivo ancestral muy valioso e identitario”, señala Medalla.


El MOP entra estas semanas en la etapa de licitación para las obras de rescate definitivo de la iglesia, no solo en lo arquitectónico sino en lo estructural, para protegerla de los sismos y dotarla de nueva vida. Por eso el diseño fue desarrollado principalmente desde la ingeniería.


“En lo estructural, la iglesia está totalmente alterada. Perdió su techo y su campanario, y los muros tienen inclinaciones importantes que superan la norma, además de una serie de grietas ocasionadas por los terremotos. Después de 2005 se había hecho una intervención no autorizada por el Consejo de Monumentos”, identifica José Bellido, ingeniero civil a cargo del proyecto.


Los emplazamientos en la Quebrada de Tarapacá han ido perdiendo progresivamente su población con el éxodo a Iquique. En Sotoca habitan diez personas, según contabilizan desde el MOP. “Pero lejos de ser un pueblo fantasma como se entiende que fueron las oficinas salitreras, Sotoca tiene una comunidad muy viva. Se reúne dos veces al año”, indica Pedro Medalla.


Es para las festividades religiosas anuales. Una es el Día de los Muertos, alrededor de su cementerio, donde descansan los habitantes más antiguos, y otra es la Fiesta de San Pedro y San Pablo (del 28 de junio al 1 de julio), patronos de la comunidad. Antes de 2005 se realizaba con bailes y misas en el interior de la iglesia y hasta hoy se siguen efectuando al aire libre, alrededor del templo.


Las casas en Sotoca pertenecen todavía a los antiguos habitantes, que hoy viven en las urbes más pobladas, pero que año a año suben a la precordillera. No solo ellos, sino centenares de peregrinos acuden a las fiestas. Llegan a superar las mil personas. Llevan agua, provisiones, colchones, balones de gas. Se instalan en sus casas y, finalizadas las fiestas, limpian y desmantelan todo para volver a la ciudad. “Por eso el cementerio y la iglesia son tan importantes allí. La reconstrucción del templo va a permitir mantener a una comunidad unida, que se conoce de años”, explica Medalla.


Las obras civiles se inician a mediados de 2023, aunque ahora su financiamiento se duplicó: en el MOP estiman que requerirá de unos $1.000 millones. Y como es prácticamente imposible recuperar el sistema constructivo ancestral a base de piedras, tierra cruda y fibras vegetales, dado que ese saber se ha perdido, el plan considera una mixtura entre los materiales locales autóctonos y las tecnologías actuales.


“El trabajo estructural comprende la restitución de los muros perimetrales del edificio. Se construirá un centro de muro de hormigón armado, que sostiene el revestimiento del muro interior”, dice Medalla. La cara exterior será revestida con piedra local, mientras que la estructura de techumbre contará con vigas de madera a la vista y cubierta vegetal. Y en otra etapa del plan, se considera la recuperación de las pinturas que están en los muros interiores, dañadas por los terremotos y parte esencial de la unidad del edificio.


Una rica ornamentación, con pinturas en los muros , quedó con importantes daños. BDL


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