La Tercera
Luego de su reciente llegada a Chile, probamos el servicio en sus versiones gratuita y premium. Sin importar el tipo de suscripción, se integra con distintas redes sociales, ya sea Twitter, Facebook o Last.fm. Esta última guarda un registro de las canciones, álbumes y artistas escuchados, además de dar sugerencias sobre la base de las preferencias musicales del usuario.
por Fabiola Torres
LA SEMANA pasada, Spotify se tomó los titulares de tecnología con su anuncio de gratuidad para el servicio de streaming en dispositivos móviles. En Chile la novedad fue por partida doble, ya que la compañía también anunció su llegada al país. Antes, Spotify se encontraba disponible sólo para aquellos ingeniosos que configuraban su conexión para aparentar estar en Estados Unidos o Europa. Aun así, sin el servicio premium, el catálogo musical, si bien extenso, era limitado y no permitía su uso en smartphones o tabletas.
Con un valor de 9,99 dólares, Spotify premium no es el servicio de música online más económico del mercado, pero tras una semana utilizándolo, sí se puede afirmar que es uno de los más completos, con una lograda interfaz en sus versiones móviles y de escritorio, discografías completas y posibilidades de interacción social que no consumen recursos y cargan en lo que demora un pestañeo. Pero, ¿cuál versión de Spotify es la apropiada para cada persona?
La versión gratuita del servicio permite usar la aplicación móvil sin problemas, aunque omite la posibilidad de descargar al teléfono inteligente listas de canciones para escuchar offline, lo que vuelve inútil su uso a menos que se tenga acceso a la red, ya sea vía wifi o a través de datos móviles. Otra opción que no está disponible en este nivel es la posibilidad de buscar y escuchar una canción en particular. Quienes opten por el servicio gratuito sólo podrán escuchar de manera aleatoria todas las canciones de un artista o crear una radio basada en su cantante favorito, con publicidad intercalada cada cierto número de temas.
La cosa cambia si se trata de una tableta. Spotify renovó su oferta para estos dispositivos y anunció que el servicio para tabletas es, de ahora en adelante, idéntico a su servicio de escritorio. Esto significa que se puede escuchar cualquier canción que se quiera en el momento, hacer shuffle, crear lista de reproducción y estaciones de radio, todo financiado gracias a breves anuncios comerciales. Nuevamente el soporte offline no está disponible.
Spotify, no importando el tipo de suscripción, se integra con distintas redes sociales, ya sea Twitter, Facebook o Last.fm. Esta última guarda un registro de las canciones, álbumes y artistas escuchados, además de dar sugerencias sobre la base de lo que el usuario prefiere musicalmente. Si por el contrario, no quiere que Spotify les “cuente” a sus amigos lo que escucha, existe la posibilidad de activar una “sesión privada” que mantiene en reserva sus placeres culpables. Otra característica de la aplicación es doblar como reproductor musical por defecto de las canciones en su disco duro, las que también puede agregar a listas de reproducción y descargar en su dispositivo móvil.
Para aquellos fanáticos de la música que necesitan mayor acceso y control sobre lo que escuchan, cuándo y dónde, por 9,99 dólares, alrededor de 5.200 pesos chilenos, Spotify premium es la respuesta. Como una forma de captar posibles suscriptores de pago, la compañía permite probar el servicio durante un mes de forma gratuita, previo ingreso de una forma de pago válida al momento de registrarse.
Quienes opten por la versión de Spotify tendrán acceso ilimitado al catálogo musical, reproducción ininterrumpida -sin publicidad- en cualquier dispositivo y la posibilidad de descargar canciones y playlists para esos momentos sin conexión a internet. Además, la calidad de las canciones será superior, lo que combinado con un buen sistema de sonido o audífonos puede hacer toda la diferencia para un audiófilo.
Spotify no es el único servicio de música en la nube disponible. Grooveshark (www.grooveshark.com) ofrece desde hace años las mismas características que éste, tanto de forma gratuita como de pago (3 dólares al mes; 30 dólares al año), pero una serie de dificultades y demandas con artistas y disqueras ha reducido sistemáticamente su catálogo oficial y hoy sólo se pueden encontrar ciertos discos y canciones. Grooveshark tiene una aplicación de escritorio basada en Adobe Air lenta y poco funcional y su aplicación móvil sólo está disponible para dispositivos Android. Quienes deseen usar este servicio en iOS deben acceder a una versión web a través del navegador de su equipo. A diferencia de Spotify, a los usuarios en países con soporte les permite ver videos musicales.
Play Music (play.google.com/music) es la apuesta de Google para el streaming musical. De forma similar a Spotify, ofrece un servicio un poco más limitado a los suscriptores gratuitos y una infinidad de discos y opciones móviles para sus clientes All Access. Su valor es de 7,99 dólares y, lamentablemente, acceder a Play Music desde Chile sólo se puede hacer si se simula estar en el hemisferio norte a través de una VPN (Virtual Private Network), prestación muy popular entre quienes buscan acceder a los catálogos internacionales de servicios de películas y series como Netflix o Hulu, por ejemplo. Play Music entrega a los usuarios espacio en la nube para 20 mil canciones de su biblioteca local, las que se pueden reproducir desde cualquier equipo conectado a internet. También cuenta con aplicación para smartphones y tabletas, asignar favoritos, crear listas de reproducción y compartir en redes sociales lo que se escucha.
Rdio (www.rdio.com), como su nombre lo sugiere, es una radio en línea que permite al usuario elegir un artista o género musical y con eso elabora una playlist aleatoria. Este servicio es una plataforma social que deja al usuario seguir sellos discográficos, artistas o a sus amigos suscritos, compartir lo que se escucha en Twitter y Facebook y acceder a recomendaciones sobre la base de lo escuchado. Rdio tiene tres tipos de suscripción, cuyos valores fluctúan entre los 4,99 a 17,99 dólares al mes, según se quiera acceder vía web, en equipos móviles o de manera familiar. Al igual que la mayoría de los servicios de streaming, los catálogos son diferentes para cada país o región y, de la misma forma que Spotify y Play Music, permite probar su servicio de pago de forma gratuita por un tiempo.
Pandora (www.pandora.com) fue la caja de sorpresas de la música en línea en su momento. Un servicio de radio que crea estaciones musicales basadas en artistas o géneros, integración con redes sociales, letras y sugerencias, a lo que se suma una versión de pago llamada Pandora One (3,99 dólares mensuales; 36 dólares anuales), que no muestra anuncios, entrega audio de mayor calidad y una aplicación de escritorio. Esto cautivó a muchos usuarios y marcó el camino para servicios más recientes. Sólo disponible en Chile a través de VPN. Lo mismo su aplicación para dispositivos móviles.
Deezer (www.deezer.com), con un catálogo de 30 millones de canciones, presencia en 183 países y una renovada interfaz -llamada Hear This-, es un fuerte contendor al cetro que parece ocupar en la actualidad Spotify. Cuenta con aplicación móvil, la posibilidad de importar listas de reproducción desde otros servicios (por ejemplo desde Spotify con Spotizr), aplicación web (y carencia de aplicación de escritorio) y la opción de crear estaciones de radio o descubrir nuevos artistas. También cuenta con dos versiones de pago, Premium y Premium+. Por el momento, y en oferta para Chile, la versión Premium+, con un valor regular de 4.099 pesos mensuales, está a mitad de precio, a sólo 2.049 pesos, y agrega acceso móvil ilimitado al streaming web.
Frente a tanta oferta, y luego de una revisión exhaustiva a Spotify, el recién llegado al país se destaca por sobre la media. Ya sea porque algunos servicios de streaming requieren de configuraciones adicionales para funcionar en Chile, porque la aplicación web o de escritorio deja mucho que desear o bien, los catálogos musicales tienen ciertas limitaciones (que no se relacionan con ser gratuitos o de pago), Spotify ha crecido a pasos gigantescos por sobre la competencia en los últimos años, algo que se puede comprobar al comparar las primeras versiones de su aplicacion de escritorio con la actual.
Una interfaz limpia, sencilla y funcional, sin exceso de menús o efectos visuales, permiten estar en todo momento al tanto de lo que se escucha (disco, año, artista), compartirlo fácilmente (Facebook, Twitter, Last.fm), ver qué escuchan los amigos a los que se sigue, crear playlists con un clic o bien, iniciar una estación de radio basada en un artista, todo se convierte en una experiencia rápida y concisa. Destaca dentro de la aplicación de escritorio la posibilidad de añadir apps nativas que permiten tener playlists elaboradas por reconocidos medios de la industria musical como Pitchfork, Rolling Stone o NME, entre otros.
Sin embargo, Spotify todavía puede mejorar. La versión web es rudimentaria frente a sus aplicaciones móviles y de escritorio, o las ofrecidas por otros servicios, y su precio sigue siendo alto frente a la competencia, sobre todo de Deezer.
Pero si estas objeciones no lo desaniman, pruebe Spotify y su catálogo de 20 millones de canciones. Se va a sorprender de lo fácil que es escuchar música.
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