El Mercurio
El joven compositor Francisco Silva invitó a otros músicos a trabajar en una escuela rural de Putaendo. "Los niños fueron súper receptivos y terminaron haciendo muchas preguntas técnicas".
ROMINA DE LA SOTTA DONOSO
"Los compositores tenemos una deuda con los niños; no hacemos mucho ni con ellos ni para ellos", asume el compositor Francisco Silva (35). Y por eso diseñó un innovador proyecto de creación de audiencias que está ejecutando junto a sus colegas Juan Pablo Orrego (36) y Andrés Núñez (32), más la profesora Camila Roa.
La iniciativa ganó un Fondo de la Música y tiene auspicio de la Biblioteca Municipal de Los Andes y Sociedad Rayo Ingeniería Limitada. Se llama "Desde fuera del centro" -Desdefueradelcentro.blogspot.com-, y lo han desarrollado con niños de 5º y 6ª Básico de la Escuela Rural "Renacer" de Quebrada de Herrera (Putaendo). "No hay nada mejor que trabajar con niños en esta edad, en que no son ni pequeños ni adolescentes, porque son súper receptivos y no tienen prejuicios", dice Silva.
Desde abril a la fecha, han realizado diez talleres de iniciación a la música contemporánea, con decenas de experimentos físicos. Incluso inventaron "La gallinita ciega, no sorda". "Le tapábamos los ojos a un niño, y debía determinar la materialidad del emisor o de dónde venía. El primero que lo hizo dijo '¡Estoy viendo por las orejas!'", cuenta Silva.
Luego empezaron a escuchar música en vivo, desde Lachenmann a Kagel, pasando por Cage, con intérpretes invitados. La soprano Nancy Gómez, por ejemplo, interpretó la Sequenza III de Berio. "Estaban fascinados, hicieron muchas preguntas técnicas", detalla Silva.
Toda esta experiencia fue retratada por la realizadora Daniela Morales en un documental de 30 minutos que se exhibirá hoy, a las 19:00 horas, en la Biblioteca de Los Andes. Además, el ensamble Taller de Música Contemporánea UC, que dirige Pablo Aranda, interpretará tres obras compuestas para instrumentos de juguetes por Francisco Silva, Juan Pablo Orrego y Andrés Núñez.
"Compramos como 40 juguetes de plástico. Hay percusiones, vientos , un acordeón chiquitito y una especie de lira. Era importante para nosotros el encontrarnos en las mismas condiciones de inexperticia que los niños, para poder partir de cero y experimentar de verdad. A ellos ya se las mostramos, e incluso hicimos una improvisación colectiva", asegura Silva.
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