Tiene 35 años y ya ha actuado en 22 países.
Su atípico registro de haute-contre lo ha convertido en un cotizado intérprete del Barroco francés. Pronto ofrecerá 55 funciones con Les Arts Florissants, pero él no olvida su humilde origen.
Por Romina de la Sotta Donoso
La crítica europea lo adora, por su ligereza y facilidad vocal, porque sabe ornamentar sin sacrificar el discurso o los afectos de la música, y por sus actuaciones dramáticas. Y también los directores especialistas en Barroco lo han convertido en su preferido.
Erwin Aros (1982) ya ha actuado en 22 países y en óperas tan distinguidas como la Garnier de París, la Real de Versalles y la de Avignon.
Ahora está de vacaciones en Chile, pero cuando vuelva a París, donde vive, tiene 55 funciones con Les Arts Florissants y William Christie, quien lo ha convertido en su favorito. "Cuando me escuchó cantar, levantó la cabeza y dijo 'Very impressive'. Casi me desmayo, mi sueño más grande era conocerlo", cuenta Aros.
Christie lo eligió para el montaje de la Comédie-Française de "Monsieur de Pourceaugnac", de Lully y Molière, que estrenaron el año pasado y que tiene funciones hasta 2019, en toda Europa. "Él jamás va a decirte que cantes más fuerte ni más piano . Te mira, te sigue y se crea la magia. Tú sabes lo que tienes que hacer, sin artificios. Todo es orgánico", asegura. También lo eligió como solista para el oratorio "Le Reniement de Saint Pierre", de Charpentier.
Justo en esos dos ámbitos se ha focalizado Aros: la ópera barroca y la música sacra francesa. En 2018, el chileno debutará como Asterión, en "Naïs" (Rameau), y ya ha actuado en "Las Indias Galantes", "Tancrède" (Campra), "La Fiera di Farfa" (Marazzoli), "Lecciones de tinieblas" (Charpentier) y "Jephté" (Carissimi).
También ha trabajado con la famosa directora Emmanuelle Haïm. Tras dirigirlo en "Hipólito y Aricia" (Rameau) e "Isis" (Lully), le dio el rol de Atleta en "Cástor & Pólux" (Rameau). El personaje tiene un aria desafiante, con 10 Do agudos, que tuvo una dificultad adicional porque la régie de Barrie Kosky le indicaba una serie de piruetas mientras la cantaba. Para conseguirlo, tuvo que entrenar 40 minutos diarios, corriendo y cantando esa aria, simultáneamente.
Singular tesitura
Tres notas le bastaron a Sylvia Soublette para saber que Aros llegaría a ser un gran cantante. "Tenía la voz especial para el Barroco francés", rememora. "¡Usted me dijo inmediatamente que yo era haute-contre !", recuerda Aros.
Esta tesitura fue la favorita, en Francia, en el siglo XVII e inicios del XVIII. "Tiene una diferencia física con el contratenor, porque un haute-contre a la francesa canta tenor agudo sin pasar al falsete, siempre con voz natural", explica Aros.
Y revela cómo lo sedujo el Barroco: "No es solamente cantar bien y lindo. Lo más importante en la música barroca es la capacidad de expresión, porque es un discurso. Poder cantar feo me hizo sentido, porque mi vida no fue toda linda y porque para mí es importante de dónde vengo".
No tenía familiares músicos, pero su padre, que es gásfiter, ha escuchado toda su vida la Radio Beethoven. Y cuando le dijo que quería ser músico, lo matriculó en el Liceo Experimental Artístico y, con gran esfuerzo, compró un clarinete y un piano. "Pero mi papá se enfermó y no pudo seguir trabajando. Terminamos en un campamento en Cerrillos. La casa era de 30 metros cuadrados y el piso de tierra. Pero igual me rehusaron una beca, porque vieron el piano", ríe.
Había audicionado en la Universidad de Chile, y afortunadamente, lo escuchó Carmen Luisa Letelier y lo contactó con Sylvia Soublette. Con el apoyo de ambas, logró una beca de los Amigos del Teatro Municipal, y la Primera Dama de entonces, Luisa Durán, le otorgó otra beca. Así financió el primer año de Canto. Al año siguiente, Soublette lo becó en el Instituto de Música de Santiago y pronto le dio su primer protagónico: "Acteón" (Charpentier).
Quiso la fortuna que visitaran Chile Alain Pacquier y Les Chemins du Baroque. Lo escucharon cantar y se lo llevaron para protagonizar "Acteón" en París. Allá lo descubrieron del Centro de Música Barroca de Versalles, y le dijeron que lo aceptaban como estudiante. Logró financiar dos años de especialización con un Fondo de la Música y apoyo de la Municipalidad de Cerrillos.
Después de eso, empezaron a llamarlo los mejores directores y ensambles.
"Cuando mis papás me vieron actuar en la Ópera Real de Versalles se emocionaron harto. Ellos me enseñaron que debía avanzar siempre, que tenía que ir al colegio aunque pasara por un kilómetro de barro, con zapatos que se me veían los dedos. Gracias a eso he conseguido hacer todo esto. Y también ha sido gracias a Sylvia Soublette, Carmen Luisa Letelier y Christian Senn, que es ahora mi tutor. Es tanta la gente que me ha ayudado... Solo espero poder devolverlo enseñando acá en Chile lo que he aprendido", cierra.
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