La Tercera
Durante este semestre, la cartelera de conciertos reúne a cinco pioneros del género en Santiago.
por Andrés del Real
La historia del punk tiene su propio Día de la Independencia. Fue el 4 de julio de 1976, cuando los Ramones cruzaron el charco y dieron su primer concierto en el Reino Unido, en el club londinense Roundhouse y frente a una audiencia donde figuraban varios de los nombres que luego animarían la primera oleada británica del género. Varios pero no todos, porque esa misma noche, en el Black Swan de Sheffield, The Clash debutaba en los escenarios en un no menos legendario show junto a The Sex Pistols.
A 40 años de aquella noche icónica, que propulsó la revolución musical y cultural que estalló mundialmente al año siguiente, varios de los protagonistas de la prehistoria del movimiento coinciden por estos días en los escenarios chilenos. Sin ir más lejos, sólo durante esta semana, el público santiaguino pudo atestiguar el regreso de Television, conjunto emblemático de la escena alternativa de Nueva York en los 70-y pioneros de casi todo subgénero rockero que lleve el prefijo “post”-, mientras que mañana, en la Blondie, debutará en la capital PiL, el proyecto que el cantante John Lydon formó en 1978, tras el abrupto final de los Sex Pistols.
A estos se suman otros tres patriarcas de la escena estadounidense que llegan por primera vez a Chile: el ex baterista de Ramones, Richie Ramone, que actuará junto a su banda el próximo viernes 19 en el club Rock y Guitarras; el legendario Iggy Pop, que se presentará en el Movistar Arena el 10 de octubre; y, para cerrar, el primer encuentro con sus fanáticos chilenos de Descendents -el 7 de diciembre en el Teatro La Cúpula-, banda californiana formada en 1977 que inspiró a varias generaciones de grupos ligados a la vertiente más popera del hardcore punk, como Green Day y The Offspring (estos últimos, también con fecha de regreso a Chile para septiembre).
La constelación de próceres del punk que propone la cartelera de este semestre invita a preguntarse por la real vigencia del movimiento, que a mediados de los 70 cuestionó lo establecido acelerando el rock and roll imperante e instalando la idea del “hazlo tú mismo”, y que ahora parece reducido a la actividad intermitente de sus viejas glorias. ¿Existe realmente una continuidad del género, o este simplemente mutó en diferentes direcciones y otras expresiones artísticas?
“El punk no es simplemente corte de mohicano y alfileres en la ropa. Es un espíritu, con un linaje y una tradición”, aseguraba en una entrevista reciente con The Guardian el director Don Letts, autor del celebrado documental Punk: Attitude. Mientras algunos postulan hace años que el punk fue sólo una idea estética que se estandarizó, y que sigue presente en poleras de jovencitas de bien y en los diseños de la británica Vivienne Westwood, en su filme de 2005 Letts lo presenta más bien como una actitud, que desde fines de los 70 ha estado presente en todo tipo de manifestaciones.
Una opinión similar a la de Kevin “Noodles” Wasserman, guitarrista histórico de los californianos The Offspring, parte de la camada que revivió y masificó el estilo a comienzos de los 90 junto a coterráneos como Rancid y Green Day. “Definitivamente sigue vivo. Cuando era un niño el punk rock me mostró cómo vivir mi vida y a no aceptar lo que está mal. Si algo está torcido, no puedes aceptarlo, tienes que enfrentarlo y buscar algo mejor, y de eso se trata finalmente”, explica a La Tercera Wasserman, que el próximo 3 de septiembre regresa a Chile con su banda, como parte de una nueva edición del festival Rock Out en el estadio Santa Laura.
¿Hay futuro?
La idea de algo desechable y de su propia autoextinción estuvo presente desde los inicios del punk, en especial en su corriente británica. Los propios Sex Pistols inspiraron el slogan del “no future” en su himno God save the Queen de 1977, y ese mismo año sus compatriotas del grupo Crass rayaban las paredes de Londres con la frase “El punk ha muerto, larga vida al punk”.
“Para mí, ser punk siempre fue estar en cambio permanente, transformarse sin imitar a nadie”, declaraba en julio a este medio John Lydon, quien tras dos años y medio al frente de los Sex Pistols se reinventó al alero de Public Image Ltd, proyecto experimental que sentó las bases de lo que se conoció como post-punk, y que el año pasado reafirmaron su supervivencia con el lanzamiento de What the world needs now.
Tal como Lydon, la mayoría de los grandes referentes del movimiento han escapado a la etiqueta del punk y han optado por la metamorfosis constante. Es el caso de Iggy Pop, que desde su debut junto a The Stooges en 1969 ha transitado por diversos ritmos junto a distintos aliados. El último de ellos, Josh Homme (Queens of the Stone Age), con quien concibió el sólido Post pop depression, el álbum que lo trae ahora a Chile.
La regla tiene sus excepciones. “Yo más que nada intento mantenerme fiel a mis raíces”, dice Richie Ramone, sobreviviente de una banda que durante tres décadas, y pese a moldearse a las modas, nunca transó sus bases. “Finalmente todo es rock. El punk es sólo un concepto acuñado en los 70, y aunque seguimos tocándola, no me siento responsable de mantenerla viva”, aclara (ver entrevista a la derecha).
Para “Noodles”, el futuro del género también pasa por el cambio más que por la repetición de un sonido. “Para que algo sea realmente punk tiene que poder agregar algo distinto, ser fiel a ese espíritu. El punk rock siempre ha sido sobre romper las reglas y creo que aún hay bandas que hacen eso, sin sonar como los grupos de la vieja escuela”, cierra.
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