Tradición y modernidad | Desde agosto y hasta noviembre.
Una serie de agrupaciones y tesoros llegarán a nuestro país, como parte del "Año de Intercambio Cultural entre China-América Latina y el Caribe". Lo primero será un concierto del pianista estrella Lang Lang, el 15 de agosto; luego, una exposición con objetos de la Ciudad Prohibida, complementada con música tradicional; después, una gira de la Orquesta Sinfónica de Qingdao, para cerrar con la presentación de una premiada compañía teatral de sombras chinescas.
Juan Rodríguez M.
Un Gran Salto Adelante para industrializar el país... que mató a millones, y una Gran Revolución Cultural Proletaria que quiso romper con la tradición y cerrarse al capitalismo... que les costó la vida a otras tantas personas. Luego, golpe de timón, y una apertura económica y cultural que nos dejó la imagen de un hombre parado frente a un tanque en la plaza de Tiananmén, y que -pasadas las décadas- convirtió al país en el motor de la economía global y principal comprador de nuestra mayor gracia, el cobre. Productos baratos, y otros no tanto, que llenan los comercios del mundo, incluso autos; restaurantes que hicieron de su comida, o de una versión chilenizada de ella -arrollado primavera, carne mongoliana, wantán-, parte de nuestra dieta. China -ese círculo cuadrado que reúne comunismo y capitalismo, que impacta con la modernidad llena de rascacielos de sus grandes ciudades del este- es un cosmos sobre el que tenemos muchas imágenes, lugares comunes incluso; tanto que apodamos "chino" -no japonés, no coreano- a cualquiera que tenga los ojos rasgados.
Ese universo, su gobierno, quiere profundizar la presencia de sus mundos en nuestro imaginario, en Latinoamérica y particularmente en Chile. Claro, la bandera de su arribo a este lado del mundo es la economía y la política, pero ellos saben que los imaginarios son, antes, culturales. No por nada, en Beijing, al lado del Gran Salón del Pueblo -la sede del poder Legislativo-, el arquitecto francés Paul Andreu levantó la cúpula de titanio de 200 mil metros cuadrados -hace pensar en una nave alienígena- que alberga el Gran Teatro Nacional de China, y donde el mes pasado la Orquesta Sinfónica de Beijing dio un concierto para celebrar los 95 años del Partido Comunista de China. Política y cultura, juntos.
Por eso, también, en julio de 2014, en Brasil, durante su reunión con los líderes de la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (Celac), el Presidente de China, Xi Jinping, propuso que 2016 fuera el "Año de Intercambio Cultural entre China-América Latina y el Caribe".
Embajador estrella
El Ministerio de Cultura de la República Popular China -a través de una de sus instituciones, el China Arts and Entertainment Group (CAEG)- se encargó de organizar las actividades en colaboración con los gobiernos de este lado del mundo. "Según el plan, los primeros seis meses de este año invitamos a grupos y artistas a presentarse en China. Y, en el segundo semestre, mandaremos nuestros grupos a América Latina y el Caribe", explica Qing Wenhuan, vicepresidenta de la división de artes escénicas de CAEG, en una de las salas de reuniones de la institución ubicada en Beijing, en cuyas paredes lucen fotografías -desde Mao Zedong hasta Xi Jinping- que muestran la experiencia de más de medio siglo que tiene la institución promoviendo la cultura de la potencia asiática.
Si la revolución cultural quiso olvidar la tradición y cerrarse al mundo, la apertura que inició China en 1978 ha sido, entonces, hacia adentro y afuera. Se ha recuperado y potenciado lo antiguo, se ha adoptado y enriquecido lo extranjero, especialmente lo occidental. Por eso, no debe extrañar que el año de intercambio traiga a Chile un panorama a la vez tradicional y moderno: desde el pianista estrella Lang Lang -elegido embajador de este intercambio-, hasta una agrupación de teatro de sombras, pasando por objetos y música que resucitarán la vida en la Ciudad Prohibida, y la Orquesta Sinfónica de Qingdao (la segunda más importante de China).
Cuando Lang Lang tocó por primera vez en Chile, en 2013, los comentarios -antes de su llegada- anduvieron en esta línea: "megaestrella del piano", "uno de los artistas clásicos más taquilleros del mundo" y "el pianista más popular del momento". Y luego de la misma: "Lang Lang es único", "genio y superstar", "un artista plenísimo, cuya técnica pianística y sensibilidad interpretativa están en un nivel fugado más allá de lo normal", "es un músico hiperconsciente de su audiencia". En su segunda visita (las entradas están agotadas), no debiera extrañar que la respuesta sea similar. Se presentará el 15 de agosto, en el Teatro Municipal de Santiago, con un programa que incluye parte del repertorio que interpretó en un concierto privado en el Salón de los Espejos del Palacio de Versalles -que se tradujo en el DVD y Blu-ray "Lang Lang in Versalles" y en el disco de estudio "Lang Lang in Paris"; a saber: Estaciones, op. 37 a, de Tchaikovsky, y 4 Scherzos, de Chopin. A lo que sumará el Concierto Italiano en Fa mayor, BWV 971, de Bach.
La vida imperial
La Ciudad Prohibida o Palacio Imperial Chino es un espacio de dos momentos. Uno de explanadas y edificios, como la Sala de la Suprema Armonía, donde aún puede verse el trono del emperador. El otro, de pasajes, edificaciones más pequeñas y jardines, donde el emperador, su familia y algunos cortesanos vivían su intimidad. Esos dos tiempos y espacios -el centro de la autoridad y la vida cotidiana- recreará la exposición "La prosperidad de la mejor era: el arte y la vida en la Ciudad Prohibida", desde el 2 de septiembre y hasta el 27 de noviembre, en las dos salas del Centro Cultural Palacio La Moneda.
Son 275 objetos -algunos de 3 mil años de antigüedad, que incluyen pinturas, porcelanas, vestuario, piezas de jade, de bronce- que muestran el esplendor dinástico chino, especialmente el reinado de Qianlong: estarán su trono, túnica, silla de montar, espada, una réplica de la biblioteca o estudio donde el emperador leía y trabajaba. Junto a eso llegarán armaduras, instrumentos de caza, adornos y objetos religiosos (budistas y taoístas). Además, la exhibición será acompañada por un grupo de diez músicos de la Orquesta Tradicional China de Shanghai: se presentarán en la inauguración y tres días más para que, a la vez que el público observa las piezas -algunas de ellas, instrumentos musicales tradicionales-, pueda oír la música que acompañaba los días de los emperadores: "Se trata de favorecer la combinación de entendimiento y percepción de esta exposición", explica Ding Meng, subdirector del Departamento de Objetos y Artes Decorativas del Museo del Palacio Imperial, y curador de la exposición. "La idea es darles vida a estos objetos muertos a través de la iluminación y el sonido".
Sinfonía y sombras
Qingdao -una rica ciudad portuaria al sureste de Beijing- tiene una tradición musical heredada de la presencia alemana en el lugar en las primeras décadas del siglo XX. Prueba de ello es su orquesta sinfónica, la segunda más importante de China, luego de la de Beijing. La misma que realizará una gira por Santiago (Teatro Municipal de Las Condes), Valparaíso (Universidad Federico Santa María) y Rancagua (Teatro Regional), entre el 31 de octubre y el 4 de noviembre.
Presentarán un programa que mezcla lo tradicional y lo moderno, lo chino y lo occidental, con el objetivo de "ver la transformación de la música china", dice Zhang Guoyong, el director de la orquesta. Interpretarán piezas de compositores chinos contemporáneos -Wang Xilin, Bao Yuankai y Guan Xia. También, una adaptación de la Ópera de Pekín "La belleza borracha", con la cantante Zhang Ying. Obras folclóricas, un solo de soprano, con composiciones de Johann Strauss, Charles Gounod y Zheng Qiufeng. Además, la orquesta vendrá acompañada por el que, dicen en China, es su mejor violinista: Lu Siqing, famoso por su interpretación del concierto para violín "Los amantes mariposa", de He Zhanhao y Chen Hang, una adaptación de una antigua leyenda china homónima, que mostrará en Chile.
La última ola del año de intercambio cultural llegará desde Tangshan. A tres horas en auto desde Beijing, es una ciudad que fue reconstruida luego del terremoto que la destruyó en 1976 y que mató a más de 200 mil personas. Allí se encuentra la Compañía de Sombras Chinescas de Tangshan: un arte con 1.300 años de antigüedad, declarado en 2011 por la Unesco como Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad, en el que maravillosas y coloridas figuras articuladas, manejadas por titiriteros -hechas con pieles curtidas, que se proyectan sobre un telón blanco- narran cuentos populares chinos, y a veces nuevas historias. La compañía de doce actores -que cuenta con giras por Estados Unidos y Europa- se presentará en Viña del Mar, Punta Arenas, Puerto Natales y Santiago, entre el 31 de octubre y el 6 de noviembre. "Como nunca hemos estado en América Latina, no tenemos conocimientos de su cultura, pero según nos han dicho, tiene mucho en común con la cultura china, y hay mucha tolerancia a la diversidad", dice su director, Da Jian Guang. "Por eso queremos mostrar algo clásico y llevaremos una amplia gama de temas para el público chileno".
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